El Lago de Truchillas se sitúa en un circo encajado entre montañas que lo rodean a modo de anfiteatro. Tiene extensión de 4 ha y es poco profundo; está presidido por los 2.122 metros de altitud del pico Vizcodillo, máxima altura de la Sierra de la Cabrera. Al igual que el Lago de La Baña, su origen es consecuencia de la intensa erosión que los hielos cuternarios llevaron a cabo en las vertientes septentrionales de estas antiguas montañas compuestas principalmente por materiales pizarrosos y cuarcíticos.
A pesar de que la intensa presión antrópica ha reducido considerablemente la vegetación originaria de la zona, todavía se conservan unas buenas muestras de aquella. Además de las manchas de roble tebollo, destacan, por su importancia botánica, los bosquetes mixtos de abedules, tejos, acebos y serbales. Las laderas en las que está enclavado el lago aparecen cubiertas por un denso matorral de brezo, retama y enebro rastrero.
La fauna que vive en el entorno de estos lagos glaciares posee tambén un elevado interés ecológico. En la misma zona viven juntos el mayor depredador europeo, el lobo ibérico, y el mas pequeño y raro de los mamíferos continentales: el desmán del Pirineo Galemys pyrenaicus.
Paisaje
Como toda la vertiente septentrional de la Sierra de La Cabrera, este paraje se caracteriza por sus valles de notable profundidad encajados entre crestas, donde la escasa vegetación a base de enebros rastreros unidos a otras plantas de alto valor ecológico como la genciana, helechos, arándanos o restos de abedulares y rebollares junto a alisos, sauces, serbales ... ponen tintes de color sobre los ocres y grises de los altos pelados que tornan blancos después de las nieves en los postreros días del otoño o primeros del invierno, a lo que hay que unir la presencia de la lámina de agua del Lago de forma ovalada o de la Laguna.
Valores que justifican su declaración
La insustituibilidad de los componentes que conforman el entremado natural de este Monumento Natural, tanto geomorfológicos como botánicos y faunísticos se ven amenazadas por su fragilidad ante la presencia de las explotaciones mineras a cielo abierto, aquí reducidas en cierto modo por la presencia de la cuarcita que impide las apetencias explotadoras.