Conjunto Histórico de la Villa de Oña

Conjunto Histórico de la Villa de Oña

Oña se encuentra situada en los Montes Obarenses, extremo norte de la Bureba. Su entorno es una zona de profundas hondonadas y vallejos, por los que surcan pequeños cursos de agua en busca de los ríos principales. El pueblo se asienta en la ribera del río Oca, que una vez atravesado el caserío se encajona en una abrupta garganta, el desfiladero de la Horadada, donde confluyen la sierra de Oña, la Mesa, y la de la Llana, al norte. El pueblo se asienta escalonadamente sobre una ladera de suave desnivel condicionada por la afluencia del arroyo Penches al río Oca, y rodeada por un imponente anfiteatro de roca viva donde la vegetación experimenta grandes contrastes. En las zonas altas de los valles, y cuando la orografía lo permite, -en ocasiones los cortados son casi verticales, con saltos de hasta 200 m- crecen bosquecillos de pino, encina, quejigo, sabina negra y boj, mientras que los fondos de los profundos valles están ocupados en algunas zonas con huertos y árboles frutales, que florecen simultáneamente, generando bellas estampas, por lo que la zona se conoce con el nombre del Jerte burgalés.

Los primeros testimonios que se tienen acerca de Oña, datan del año 850, momento en que se documenta la existencia de un baluarte para defender el paso del Ebro. Este emplazamiento fue reutilizado un siglo después por el conde Fernán González que determinó el inicio de su progreso, al conceder los primeros privilegios sobre sus moradores, reforzados posteriormente por los fueros de Alfonso VII que regulaba la presencia de los judíos en las calles onienses.

El gran desarrollo de la villa llegó en 1011 cuando Sancho García fundó el monasterio de San Salvador que llegó a convertirse junto a los de Santo Domingo de Silos y las Huelgas, en uno de los más ricos de Castilla, lo que supuso grandes donaciones y concesiones que hicieron que la abadía detentara importantes derechos de carácter administrativo, tributario, judicial y hasta militar, lo que convertía al abad en un gran señor, con amplios dominios territoriales que alcanzaron a 170 villas y aldeas y más de 100 iglesias y monasterios, en efecto los abades ostentaban el título de señores de Oña.

La localización de Oña junto a un desfiladero tuvo una fuerte componente estratégica, al convertirse en un paso obligado entre la meseta castellana (la Bureba, el Alto Ebro y las Merindades) y los puertos cantábricos del norte. Esta importante vía de comunicación condicionó la morfología lineal del pueblo, que se asemeja a la estructura de otros pueblos camineros, una disposición continuada de estrechas edificaciones con acceso desde la vía principal.

El eje viario central es paralelo al río y a las líneas de nivel y se adosa casi literalmente a los muros del monasterio que ocupa la mayor parte del espacio intramuros (ver entrada Monasterio de San Salvador. Oña. Burgos). En posición central a esta vía está la plaza Mayor, que divide al pueblo en dos zonas, situadas a ambos lados de la plaza. El primer tramo es la judería localizada sobre la calle Barruso, el segundo las calles del Agua y el Pan.

En el s. XIV Sancho Díaz inició la construcción de una muralla que envolviera el caserío existente. La cerca no tenía una clara función defensiva, sino más bien jurisdiccional, al marcar los límites que permitían obtener la vecindad y por tanto los derechos de la villa condal.

De la antigua muralla se conservan tan sólo algunos paños y torreones que se apoyan en las traseras de las edificaciones de la calle central y el arco de la Estrella, una de las tres puertas de la villa.

Sobre las calles del recinto intramuros de Oña se conserva el trazado y la parcelación medieval. Entre la muralla y los muros del monasterio, en la estrecha y empedrada calle de Barruso, se localizó una de las más importantes aljamas del norte burgalés, con 23 familias en 1291 y su propia sinagoga. Los judíos eran prestamistas, arrendatarios y gestionaban algunos derechos del monasterio como los cobros de las salinas de Poza, lo que hizo que debido al interés y beneficio mutuo que existía para ambos, las relaciones de la población hebrea con el monasterio fueran siempre muy tolerantes .

Fotografías de Conjunto Histórico de la Villa de Oña

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