Ciudad Romana de Julióbriga

Ciudad Romana de Julióbriga

Introducción

Julióbriga fue la ciudad romana más importante de las 9 fundadas en Cantabria, con una superficie de más de 20 hectáreas. Está situada sobre una colina a unos 917 metros de altitud en la población de Retortillo (actual municipio de Campoo de Enmedio) y en las proximidades de Reinosa, en el interior de Cantabria, y en el área de transición entre la costa y la meseta; tenía acceso al mar por el llamado Puerto de la Victoria (Portus Victoriae Iuliobrigensium) que fue fundado el año 19 a. C., al final de las Guerras Cántabras.

Historia

En el año 29 antes de Cristo comenzaron los romanos la última fase de la conquista de Hispania; se iniciaron las Guerras Cántabras (29-19 aC), que finalizaron con el sometimiento de estos pueblos a Roma. El Imperio romano, en calidad de vencedor, asumió la organización administrativa de estos nuevos territorios y el propio emperador Augusto hizo acto de presencia en la Península para llevarla a cabo, siguiendo una política de fundación de ciudades. Así surgieron núcleos urbanos como Asturica Augusta (Astorga), Emerita Augusta (Mérida), Caesar Augusta (Zaragoza) o la propia Juliobriga.

Juliobriga nació, por tanto, como núcleo administrativo y fiscalizador situado precisamente en la zona más estratégica de la antigua Cantabria, tanto para controlar la densa población autóctona de este área como para vigilar el paso natural de tránsito entre la meseta y la costa.

Esta ciudad actuó como importante foco de romanización, transmitiendo los modos de vida y cultura ya impuestos en todo el Mediterráneo y convirtiéndose, según el historiador Plinio, en la única ciudad digna de ser mencionada entre los cántabros, hasta el punto de ostentar un cierto rango de capitalidad a lo largo de sus dos siglos y medio de vida más activa.

Fundada a fines del siglo I antes de Cristo, Julióbriga empezó a desarrollarse lentamente hasta los años 60-70 de nuestra era, momento en el que debió de sufrir un importante incendio que afectó, al menos, al núcleo central de la ciudad, según los datos proporcionados por las excavaciones arqueólogicas. Tras este desastre, la reconstrucción urbana define el inicio de la etapa más floreciente de la ciudad, que se prolonga hasta finales del siglo II. A partir de entonces se produjo un abandono progresivo del casco urbano y, a mediados del siglo III, parece que Julióbriga deja de existir como núcleo relevante dentro del ámbito cultural romano.

La importancia que Plinio otorgó a Julióbriga explica que, desde que Enrique Flórez identificase en el siglo XVIII las ruinas existentes en Retortillo con la antigua Julióbriga, las mismas hayan sido objeto de interés para arqueólogos e historiadores. Desde finales del siglo XIX se han realizado trabajos arqueológicos por eruditos locales o por investigadores como Shulten, Carballo, Hernández Morales y García y Bellido. La última etapa se inició en 1980 por la Universidad de Cantabria. Las excavaciones continúan y proporcionan datos de sumo interés para la historia de Cantabria.

Los duros años del conflicto bélico que enfrentó a cántabros y romanos -entre el 29 y el 19 a.C.- también han dejado su huella en el paisaje, en la forma de varios campamentos temporales legionarios, localizados recientemente en el entorno de Peña Cutral y El Cincho (La Población). La resencia militar romana en el entorno se dejó notar al menos hasta la época de Tiberio, en los años 30 d.C., que es el momento al que corresponde el más reciente de los campamentos localizados en Peña Cutral, no lejos de la propia ciudad deJulióbriga.

A lo largo de los siglos I y II d.C. se evidencia el proceso de romanización, entendido como una progresiva aculturación de los habitantes. Este proceso, sin duda lento, introduce a Julióbriga en la nueva cultura provincial hispanorromana y en el sistema administrativo imperial en lo que colaboró activamente la presencia cercana de la Legio IV Macedonica en los primeros años después de la conquista romana. La romanización entra en su fase de plenitud con el gobierno de la dinastía flavia en Roma, a partir de la década de los setenta del siglo I d.C., momento en que se completa la articulación del urbanismo de la ciudad. Este proceso se pone más en evidencia en el tiempo que va desde la dinastía Flavia a la de los Antoninos en los siglos I y II d.C., período en el que observamosla presencia de ciudadanos de Julióbriga ocupando cargos relevantes en la administración civil en Tarraco (Tarragona), la capital de la provincia romana, y en el ejército romano en elnorte de Africa. El abandono paulatino de la ciudad y su posterior ruina se producen una vez superada la mitad del siglo III d.C., según testimonian los materiales arqueológicos hallados en las excavaciones. A lo largo de la vida de la ciudad se produce una evolución de la cultura indígena de los juliobriguenses con una acomodación paulatina a la cultura romana, en oposición a la información inicial que nos ofrecen de los cántabros los escritores grecolatinos como modelo de salvajismo y barbarie, probablemente por sus cualidades para la guerra y su cultura montañesa alejada de los patrones mediterráneos.

El Foro

El centro de las ciudades romanas, allí donde se cruzaban cardo maximus y decumanus maximus acoge frecuentemente el foro de la ciudad, una plaza pública rodeada de pórticos. En él se desarrollaban actividades políticas, comerciales, judiciales y habitualmente también religiosas.

En Julióbriga el foro se ubica también en el centro de la ciudad, justo en el lugar donde se encuentra hoy día la Iglesia de Santa María de Retortillo, por lo que solo se conoce de forma parcial ya que la iglesia románica se encuentra justo encima.

Al contrario de las construcciones privadas, cuyas paredes eran de adobe o tapial, este edificio público se levantó en su totalidad en piedra. Para ello se utilizó tanto toba calcárea, un material de poco peso y fácil de trabajar, como arenisca, procedente del subsuelo de la ciudad y empleada en sillares y columnas.

La hilera de los sillares delimitaba el interior de la plaza, la cual estaba rodeada por un pórtico columnado de dos naves; es decir, sobre los sillares dispuestos en hilera y sobre los grandes sillares que aparecen a intervalos regulares, se asentaban las columnas formando un pórtico de doble columnata. Un muro exterior de toba cerraba el edificio.

Al norte se observa, anexa al foro, una construcción cuadrada de gruesos muros que supera los dos metros de altura y abierta mediante un arco. Debió tratarse del podium sobre el que se levantó un templo cuya fachada principal presidía el foro, algo habitual en los foros de época imperial. Este templo pudo estar dedicado a Júpiter, el principal dios del Panteón romano. Durante las excavaciones arqueólogicas fue encontrado un fragmento de ara monumental dedicada a este dios.

El foro se construye en época flavia, después de que un incendio, en torno a los años 60-70 dC, destruyera edificios precedentes de tipo privado. En sus inmediaciones parece que existieron otros edificios públicos romanos, tales como curia, basílica y otros templos, algunos en proceso de excavación. Por el momento no se han encontrado en Julióbriga restos de edificios públicos dedicados al ocio de su población, tales como teatro, anfiteatro o circo, propios de urbes de mayor tamaño.

El edificio tabernae del exterior del foro

Al norte del foro las excavaciones han puesto al descubierto en los últimos años un amplio recinto de planta rectangular realizado con muros de mampostería y tapial de canto rodado y tierra. El terreno sobre el que se asienta se encuentra aterrazado rtificialmente, al objeto de que el edificio pudiera aprovechar el desnivel original para dar cobijo a varios sotanos o almacenes. En su planta superior se reconocen cuatro estancias abiertas hacia el oeste, con una amplio acceso desde la calle exterior.

La sencilla compartimentación lineal de las estancias de este inmueble hace que pueda identificarse como una insula, un edificio exento, dedicado a albergar pequeños establecimientos comerciales (tabernae). La construcción se puede situar en los años finales del siglo I d.C., poco después del foro, con el que mantiene una perfecta alineación. Su ocupación se prolonga hasta mediados del siglo III d.C.

A los pies del foro, en las inmediaciones del actual jardín del Museo, existieron también otras edificaciones que posiblemente formasen parte del conjunto público de la ciudad. No obstante, debido a la superficialidad de la roca natural en la zona, apenas ha quedado traza de los mismos.

La calle porticada

Las ciudades fundadas por los romanos acostumbraban a mostrar un trazado urbano ortogonal, con las calles cruzándose perpendicularmente. Sin embargo, este tipo de urbanística no pudo desarrollarse en Julióbriga, sino que hubo que acomodarse a la accidentada topografía del terreno.

En las urbes se identifican, entre el entramado de calles, dos principales; el cardo maximus, la más importante de las vías de dirección norte sur, y el decumanus maximus, destacada entre las que circulan de este a oeste. A partir de La Llanuca, una calle se dirige hacia la zona de la iglesia, donde se sitúa el foro, el centro de la ciudad y lugar donde se ubican los edificios públicos.

A lo largo de esta calle se suceden las fachadas de diferentes casas, algunas excavadas o identificadas parcialmente. Esta avenida en su tiempo debió estar porticada hasta el foro mediante pilares.

El barrio más humilde

En este barrio de la ciudad se encuentran las casas y propiedades de gentes más humildes que los habitantes de La Llanuca o de las casas del norte de la carretera. Es un barrio conformado por viviendas carentes de patio central, menores y con pocas estancias, pero construidas de modo similar: adobe y tapial sobre cimientos de piedra y tejados elaborados con madera, paja y ramajes impermeabilizados con arcilla; la teja o tegula aparece esporádicamente en el yacimiento.

Sin duda, la impresión que da el paisaje urbano descubierto hasta ahora es de sobriedad e incluso hasta de pobreza, pero en esto Julióbriga no se apartó de la imagen que debieron ofrecer la mayoría de las ciudades hispanorromanas. Puede pensarse en un aspecto rústico, pero ocurre que toda ciudad depende en primera instancia de su entorno y ésta no es una excepción.

Los habitantes de este barrio se dedicaban a actividades agropecuarias, artesanales y comerciales. Cultivaban la tierra, producían útiles de hierra, confeccionaban tejidos y trabajaban en madera, curtían cueros y regentaban tabernas, según nos confirman los materiales hallados en las excavaciones.

Sobre el terreno se pueden observar varias casas modestas rodeadas de corrales, en los que se distribuyen los anexos de las viviendas, como graneros de madera levantados sobre alineaciones de piedras para aislar la madera del suelo a modo de hórreos, cobertizos construidos sobre largos muros además delimitan los solares, establos, pozos de agua y canalizaciones. Al sur de este poblado corría la calle decumanum.

La casa de los Morillos

La Casa de los Morillos es la domus de patio central excavada en fecha más reciente, entre 1982 y 1984. Se sitúa en una zona de expansión de la ciudad hacia el norte, en las inmediaciones del camino de acceso desde la cuenca de Reinosa. Como la mayor parte de los edificios situados en este sector, la fecha de construcción se sitúa en época flavia, en torno a los años 80 d.C.

La casa, de unos 700 m2, tiene unas dimensiones más modestas que las domus localizadas en la Llanuca. Cuenta con un pequeño peristilo en el centro, rodeado de pórticos que se levantaban originalmente sobre doce columnas. A través de este patio se accedía a las distintas áreas funcionales de la casa, que incluían una zona de representación con varios salones (oecus y triclinia) en el ala oeste, una zona destinada a dormitorios (cubicula) en el norte, otra de despensa y almacenes cerca del ingreso, en el ala este, y una última destinada a la cocina en el ala sur. La habitación identificada con la cocina cuenta con un espacio marcado con empedrado destinado al hogar y ha proporcionado dos morillos de hierro forjado, utilizados habitualmente como caballetes para sujetar la leña sobre el fuego. En el exterior del edificio, aunque comunicada con él, se reconoce una pequeña letrina, no lejos de la cocina. La mayor parte de los ambientes identificados quedaba aislada del peristilo mediante pasillos.

La Casa de los Morillos contó originalmente con un segundo piso al que se debía acceder por dos escaleras, situadas respectivamente al norte del ingreso principal y en la estancia contigua a la cocina. Al norte de la Casa de los Morillos se sitúa otra domus de peristilo, conocida como la “Casa de los Mosaicos”. Era ésta una gran mansión, que contaba incluso con termas privadas. Desgraciadamente su estado de conservación es pésimo, habiéndose perdido la mayor parte de los muros a consecuencia de las labores agrarias. En su momento se pudo identificar parte del patio central porticado y el ala meridional, a la que se añaden varias estancias a occcidente utilizadas como baños. Una de estas estancias contaba con hipocaustum o doble suelo para la circulación de aire caliente.

Entre la Casa de los Morillos y la de los Mosaicos discurre una gran atarjea que cuenta con un pozo de decantación. La dirección que toma el curso de agua y el hecho de que se introduzca en el interior de las estancias termales hace que deba ser interpretada como una conducción de abastecimiento.

Las viviendas de La Llanuza

Se trata del sector más oriental de la ciudad, ocupado por al menos dos grandes domus de patio central, dos depósitos de captación de agua y unas instalaciones termales. Este sector estaba comunicado con el centro de la ciudad mediante un vial porticado que puede identificarse con un decumanus.

Dentro la Llanuca, el edificio mejor conservado corresponde a una gran mansión de 1160 m2, edificada en los comienzos del siglo I d.C. Se trata de la denominada Casa nº 2, articulada en torno a un gran patio central a cuyos deambulatorios se accedía mediante un vestíbulo desde la calle porticada. Su planta se distribuye en varias áreas funcionales. Una de acceso, flanqueada de estancias de almacenaje o de residencia servil. Un área triclinar, al sudoeste, junto a toda la zona íntima o residencial que ocupaba el ala occidental. La zona residencial incluía varios dormitorios o cubicula, aislados del patio mediante pasillos. La zona de representación se encontraba en el ala norte, ocupada por grandes comedores y salas de recepción – oecus y triclinia – abiertos hacia el patio central. Finalmente, los espacios de servicio ocupan la crujía oriental, con la cocina y sus dependencias anejas dispuestas en torno a un atrio cubierto. Sobre este ala se disponía seguramente un segundo piso al que se accedía por escaleras, hoy perdidas, situadas en alguno de los estrechos pasillos que se identifican en los extremos de la crujía.

Esta gran casa de patio porticado representa la modalidad típica de la arquitectura doméstica romana de factura señorial vigente a partir del siglo I. Su planta, sin embargo, se adapta mal al contexto ambiental de la zona. Ello explica el cierre posterior de los pórticos del patio central, mediante un muro corrido, y la utilización frecuente de corredores que aíslan las habitaciones del riguroso clima exterior.

La gran domus descrita lindaba hacia el este con otro inmueble que recibe el nombre de "casa nº 1". En realidad se trata de un conjunto de estructuras destinadas a la captación de agua y al uso termal, comunicadas con la calle porticada mediante una línea edificada de tabernae y estancias de recepción. En el interior de este amplio espacio se reconoce bien un depósito de planta rectangular que capta las aguas procedentes de una fuente, hoy inutilizada, situada al norte de la Llanuca, un pozo de planta circular y un recinto de planta interna circular y perímetro exterior cuadrado. Este recinto reproduce perfectamente la planta de un laconicum o sauna seca, una de las estancias características de los conjuntos termales antiguos.

Todo el terreno que se extiende entre la Llanuca y el foro de la ciudad debió de estar edificado. Se conocen restos de al menos otra domus de peristilo, denominada Casa nº 3, situada a occidente del área descrita. Como en los casos anteriores también tenía un ingreso abierto a la calle porticada y un patio central cuyos deambulatorios distribuían el tránsito por el interior de la vivienda.

La mayor parte de las construcciones localizadas en la Llanuca lo fueron en el transcurso de las excavaciones llevadas a cabo por Antonio García y Bellido entre los años 1952 y 1961. Con posterioridad sólo se han efectuado pequeñas intervenciones -entre los años 1981 y 1988- relacionadas bien con la limpieza y consolidación de los restos o con la delimitación de espacios parcialmente excavados. Estas excavaciones han permitido confirmar la temprana urbanización del lugar, que se puede fijar ya en los años iniciales del siglo I d.C. Varios sondeos realizados en el año 2002 en las fincas colindantes han permitido a su vez comprobar que el área edificada en la Llanuca no se extendía por la ladera norte del cerro de Retortillo. Sí lo hacía en cambio por la ladera sur, en una zona aterrazada en la que se conocen restos atribuibles a una línea de inmuebles paralela a la calle porticada.

Fuente y bibliografía:
Wikipedia

Fotografías de Ciudad Romana de Julióbriga

Dispones de 44 fotografías de Ciudad Romana de Julióbriga

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