Conjunto Histórico Artístico de la Villa de Simancas

Su emplazamiento privilegiado hace de Simancas una atalaya natural con acceso a las fértiles tierras de la vega y con un dominio estratégico del paso del río Pisuerga a través del puente de piedra, que posiblemente aprovecha un vado natural. Sus excelentes condiciones geográficas, unidas a otros factores históricos, explican la continuidad del poblamiento de la plataforma en la que se asienta la actual Simancas desde la Primera Edad del Hierro hasta nuestros días, ocupación que en varias ocasiones sobrepasó los límites naturales del cerro para extenderse por áreas aledañas de la vega y de las cuestas que enlazan con los páramos (Quintana, 1993: 67-68).

Se ha podido comprobar que la primera ocupación estable del lugar en el que se emplaza la actual Simancas se produjo durante la Primera Edad del Hierro, dentro del horizonte cultural Soto de Medinilla, habiéndose localizado restos pertenecientes a dicho periodo en diversos solares del casco histórico de la villa, como la calle Cuadrilla de la Fabiana, las calles Hospital y Salvador, en las inmediaciones de la iglesia parroquial y en varios solares de la Plaza Mayor. Sobre este primitivo asentamiento se desarrolló el poblado vacceo de la Segunda Edad del Hierro. Como ya se ha advertido en líneas anteriores, debe señalarse que tanto el poblado soteño como el vacceo se extendieron fuera de los límites del conjunto histórico. Así, al noreste del mismo, en un pago denominado "Las Eras" o "La Huelga", varios autores han dado cuenta de la aparición de cenizales y fondos de cabañas que remiten al Hierro I y al Hierro II y que son claras extensiones de la ocupación prehistórica de Simancas (Wattenberg, 1959: 105; Palol y Wattenberg, 1974: 143; Mañanes, 1983: 92). Restos de la Edad del Hierro también se han documentado en las inmediaciones de la ermita de la Virgen del Arrabal (Wattenberg, 1959) y vestigios vacceos han salido a la luz en el pago conocido como "Huerto Robledo", dentro de la finca Tohuer. Asimismo, en "El Olivo", al oeste del pueblo, en el cantil del camino de Tordesillas se ha observado un nivel con materiales que remiten a la Segunda Edad del Hierro.
Ya en época histórica, además de a los vestigios arqueológicos puede recurrirse a las fuentes escritas. La actual Simancas aparece mencionada en el Itinerario de Antonino (435, 2) como Septimanca, nombre que, según Wattenberg (1959: 105), pudiera proceder de un asentamiento de la Legio VII (Quintana, 1993: 69). Durante la ocupación romana es cuando adquirió una mayor relevancia, ya que aquí se asentó una auténtica ciudad por la que pasaba la vía de Emérita a Caesaraugusta del Itinerario de Antonino que, al parecer, cruzaba el Pisuerga por un puente antecesor del actual de piedra (Mañanes y Solana, 1985; San Miguel Maté, 1990). La arqueología ha constatado la continuidad del poblamiento desde el núcleo vacceo de la II Edad del Hierro a la ciudad de época Imperial Romana (García Merino, 1975: 326-327; Wattenberg, 1959: 104-105; Palol y Wattenberg, 1974: 143-149).

Simancas fue, en los primeros años de la reconquista, una población fronteriza con alto valor estratégico en la línea del Duero. Madoz (1845-1850: 115), al referirse a la historia de Simancas indica lo siguiente:
"(-) llegó al año 573 en que Alfonso el Católico la ganó a los moros. Perdida de nuevo, fue reconquistada en 883: fue repoblada y engrandeciéndose con el tiempo: en 897 se robustecieron considerablemente sus fortificaciones. En 938 se dio junto a ella una sangrienta batalla, cerca de la confluencia del Pisuerga con el Duero: los cristianos se atribuyeron la victoria diciendo que los moros habían perdido 80.000 hombres, y también se la atribuyeron los musulmanes, encareciéndola sus poetas entre las hazañas de Abd el Rhaman (-). En 984 fue sitiada por el esforzado caudillo musulmán Mohamed, apellidado Almazor, y sucumbió después de una vigorosa resistencia: el vencedor llevó prisioneros a cuantos no perecieron en el trance. No vuelve a sonar Simancas durante largo tiempo en la historia; quizá no pudo reponerse de esta catástrofe, mientras las triunfantes expediciones de Almanzor siguieron trabajando los estados cristianos, y aún hasta que las victorias de Alfonso VI aseguraron la posesión de este país por medio de la célebre conquista de Toledo. Se sabe que en los últimos años de este monarca fue repoblada toda Castilla, como dice Lucas de Tuy".
En la ficha del yacimiento "Simancas", redactada en 1999 por J. Quintana, se refiere que investigadores como Ruiz Asencio (1980) o Reglero de la Fuente (1994) afirman que Simancas fue una de las conquistas de Alfonso I (739-757) a los musulmanes y que casi todos los autores creen que Simancas debió estar poblada en época visigoda (Reglero de la Fuente, 1994).

En 1558 Felipe II concedió la definitiva exención de la villa, quedando liquidado el pleito jurisdiccional con Valladolid. Durante toda la Edad Moderna, el castillo de Simancas fue la sede del Archivo del Reino. Con la instalación del Archivo Mayor del Reino en su castillo, Simancas va adquiriendo esplendor, construyéndose su iglesia en el siglo XVI. Durante la invasión napoleónica la ciudad fue conquistada, con el consiguiente expolio.
En el manuscrito de Manuel Bachiller, "Antigüedades de Simancas", datado en 1755 se describe así la villa:
"Tiene la villa tres edificios principales, el uno la fortaleza o Archivo Real, labrado en sillería donde los Reyes de España, tienen su archivo de todos los papeles pertenecientes a su corona, y de todo el reino; así de patronato real, como de los caballeros de España, Nápoles, Sicilia. Sobre el río hay otro palacio grande y de hermosa vista; y en este se crió el emperador Ferdinando, hermano de Carlos V; pues aquí estaba cuando murió el Rey Católico su abuelo; y aquí vinieron la chancillería de Burgos a entregarse a él como consta de la historia de Carlos V, escrita por Prudencio de Sandoval su cronista. Y en el medio de la villa está la iglesia del Salvador, de hermosa y magnífica arquitectura de mármoles y bóveda de piedra como demuestra la misma fabª".
El palacio sobre el río al que se refiere Bachiller ha desaparecido actualmente. Ortega y Rubio afirma que al norte de Simancas se veían los restos de la que fue casa del noviciado de los jesuitas que, según el padre Rivadeneira fue la primera casa de novicios de Castilla, que posteriormente fue trasladada a Medina del Campo. Martín González (1973: 89) indica que no ha podido localizar nada de esa edificación.
El escudo de la villa, en el que figuran siete manos rodeando un castillo, hace referencia a la leyenda que afirma que el nombre del pueblo procede de siete doncellas que, debiendo ser entregadas como tributo a los moros, se mutilaron ellas mismas cortándose las manos, quedando las siete mancas.
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