El itinerario
Tras una etapa aburrida, íntegra por carretera, el peregrino busca emociones más fuertes.
Aunque sólo sean un par de tramos boscosos ya se agradece y sin embargo la etapa de hoy, aunque aliviará las piernas con menos asfalto, alternará caminos con tramos de Nacional. Toda la jornada discurre por el concejo de
Valdés y pasa en primer lugar por
Villademoros, aunque no visita su torre de posible origen romano.
Tras esta localidad se sale a la antigua N-632, por la que avanzamos hasta llegar a un camino que va en paralelo a esta nacional. Llegamos así a
San Cristóbal y más tarde a
Querúas, para salir esta vez a la nueva N-632, con más tráfico. Más adelante se vuelve a la antigua N-632, que se deja nuevamente para subir hasta la iglesia de
San Miguel de Canero y reencontrarnos en la bajada con la N-634. Hay que tomar dirección
Luarca y cruzar posteriormente sobre el
río Esva, curso que nace en la Sierra de
Tineo y que fluye hacia el Cantábrico. Tras el puente se deja la carretera a la altura de un hostal y se sigue, ya por camino, hacia la playa de Cueva. Mil metros más adelante se llega a la N-634 y siguiéndola se pasa junto al pueblo de
Caroyas. Sobre el asfalto de la nacional y varios caminos llegaremos hasta un cartel que señaliza, a la derecha, La Rampla. Si hacemos caso a este desvío llegaremos hasta
Luarca, pasando por la iglesia de San Sebastián de Barcia.
En cambio, si vamos a dormir en el albergue de Almuña, seguiremos recto por el arcén de la carretera hasta
Almuña. Al llegar a esta localidad, para llegar al albergue hay que desviarse a la izquierda, a la altura de un bar restaurante, por la AS-220 en dirección a Meras y Paredes. A 600 metros, a mano izquierda al pie de la carretera, está el albergue. Es una casa de fachada azul y amarilla.
Observaciones
Dado que la etapa de hoy es bastante corta una opción es visitar durante la tarde
Luarca. Da tiempo a verla e incluso a subir a dormir al albergue, en Almuña.
Qué ver y qué hacer
Dividida en dos por el río Negro
Luarca es también conocida como la Villa Blanca de la Costa Verde.
Luarca ha sido y es, hoy en día, una villa marinera. La pesca de la ballena se siguió practicando en
Luarca hasta el siglo XVIII y actualmente sigue manteniendo una gran actividad pesquera y comercial. Destaca por sus grandes vistas al mar, sus playas y los barrios típicos como La Pescadería y el Cambaral. A lo largo del XVIII se produjo un gran crecimiento urbano y nacieron los barrios de la Zapatería, La Carril y La Peña. Se puede disfrutar con la visita a la ermita de la Atalaya, el Faro y edificaciones como el Palacio de los marqueses de Ferrera y la Casa Guatemala.