Campo de iglesia de El Carmen de Santa Coloma

Campo de iglesia de El Carmen de Santa Coloma

La iglesia de Santa Coloma se localiza en un lugar ligeramente apartado del pueblo, justo en la zona donde termina el terrazgo agrícola y comienza la zona de monte. Esta localización periférica remarca su carácter de edificio singular, relacionado con la divinidad, por contraposición al cercano caserío del pueblo, donde las casas se encuentran apiñadas y rodeadas de huertos, tierras y prados, ejemplificando así el ámbito de lo cotidiano y terrenal. Presenta un volumen arquitectónico bastante peculiar, muy estrecho y alargado, que responde a los condicionantes topográficos de su propio solar, enclavado en un entorno de acusadas pendientes donde no abunda el terreno llano y apto para la edificación. Esto obligó a construir longitudinalmente, aditando volúmenes siguiendo el eje que marcan las propias curvas de nivel. Por su antigüedad, la iglesia forma parte del Inventario del Patrimonio Cultural de Asturias, en virtud de lo establecido en la Disposición Transitoria Tercera de la Ley de Patrimonio Cultural de Asturias, que así lo establece para "las edificaciones y en general los inmuebles construidos con anterioridad al año 1800", que expresamente no tengan abierta una ficha en dicho Inventario. Igualmente está incluida en el Catálogo Urbanístico del concejo de Allande (ficha I-EA-10) con el grado de protección "integral".

No contamos con ningún documento que nos hable del pasado remoto de esta iglesia, sobre su fundación, organización o patronazgo, pero algunos elementos de su fábrica reflejan que se construyó en el siglo XV, posiblemente en la segunda mitad, según opinión de algunos autores. Esta cronología queda evidenciada en el perfil ojival del arco de triunfo y en la decoración de sus impostas con motivos de bolas o perlas, características propias de las iglesias allandesas construidas en esa centuria que, pese a ello, siguen manteniendo una "estética medieval, casi románica". De hecho, se considera que esta iglesia "es un buen ejemplo de la persistencia de soluciones románicas reinterpretadas". El resto de la fábrica sufrió importantes modificaciones a lo largo de los siglos, siendo las más importantes las realizadas en el siglo XVIII, entre 1876 y 1905, en 1970 y 2006.

La desaparición de los libros de fábrica anteriores a 1876 impide precisar en qué consistió la primera de estas intervenciones, pudiendo tan sólo apuntarse que fue entonces cuando se encargaron los retablos de la iglesia, y muy posiblemente también se reformase el cuerpo de la nave y se edificase la sacristía.

En algún momento entre 1876 y 1905 se añadió el cabildo semiporticado y la espadaña, y se abrieron los ventanales y la puerta del costado Sureste de la iglesia. También se aprovechó para modernizar el interior del templo: se colocaron los cuadros del Vía Crucis con las catorce estaciones, pasos o episodios, protagonizadas por Jesús en la Pasión mientras se dirigía al Monte Calvario para su crucifixión; se compraron diferentes figuras religiosas y se instalaron dos pequeños altares-hornacina en el muro norte de la nave, uno de ellos encastrado.

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La intervención de 1970 resultó bastante traumática para la iglesia, no porque incluyese reformas profundas que desvirtuasen su apariencia y fábrica original, sino porque se gestionó de forma desorganizada y sin control alguno. Para acometer las obras se decidió desmontar el retablo mayor, que se guardó en el cuarto cerrado del cabildo, pero "de la noche a la mañana desapareció". Los vecinos señalan que se trataba de un retablo muy similar a los que aún conserva la iglesia en el evangelio y la epístola, siendo por tanto de estilo barroco, y se lamentan de no haberle prestado la atención suficiente, aunque como ellos mismos dicen "ya estaban bastante preocupados en trabayar" en su casería y en las obras de la iglesia. No se atreven a señalar a ningún culpable, pero recuerdan que, en esa época, desaparecieron muchas tallas románicas de las iglesias del entorno y que muchas personas "venían preguntando pa comprar santos". En esta reforma se sustituyó el piso original de madera, que se encontraba muy deteriorado, por baldosas cerámicas ocres y grises; se colocó la verja que separa la pila bautismal de la nave, creando una pequeña zona de baptisterio; se consolidó el cabildo y se cerraron sus secciones porticadas con rejería de inspiración gótica; y se empotraron sendos confesionarios junto al muro del arco de triunfo, dentro del ábside. Los feligreses financiaron todas estas obras repartiéndose una cuota que todos debían pagar, viviesen o no en el pueblo, y también trabajaron en ellas los sábados y domingos, pues muchos de ellos tenían empleos asalariados. Igualmente fueron ellos quienes aportaron el dinero para comprar el Cristo que hoy preside el ábside en sustitución del retablo mayor.

La intervención de 2006 fue la más leve de todas y únicamente consistió en arreglar el tejado del cabildo con un coste de mil noventa y nueve euros, dinero que fue aportado "a escote" por los vecinos de la parroquia, según una cuota de veintiún euros.

La iglesia de Santa Coloma ofrece una planta rectangular de nave única con testero recto, a la que después se adosaron los cuerpos del cabildo semiporticado y la sacristía. Estos añadidos se evidencian en las uniones de los muros, que utilizan el simple adosamiento. Destaca el sistema de engarce utilizado para acoplar la nave al ábside, mediante el encaje, embebido y machihembrado de esquinales, lo que evidencia que el actual cuerpo de la nave se construyó con posterioridad al siglo XV, quizá en la reforma dieciochesca. Estas diferentes fases constructivas se corresponden con distintas soluciones en la sujeción de los aleros: la sacristía tiene una cornisa de losas de piedra con perfil de media caña; la cabecera presenta canecillos que sostienen una cornisa de losas de piedra, estando ambos realizados en arenisca, al igual que los de la sacristía, y siendo la solución más antigua de todas las que se observan en la iglesia; la nave tiene canes de madera sobre los que descansa un listón de madera, decorado con incisiones oblicuas, en el que apoya el alero; y el cabildo utiliza canes de madera muy simples para sostener directamente un alero de gola recta. La factura de estos elementos constructivos, canes y cornisas, siempre es abocelada, aunque puede adoptar formas más o menos pronunciadas y complejas (cuarto de bocel, gola y listel), que evidencian su distinta cronología y la destreza de los canteros que los confeccionaron. Según estos datos, es posible apuntar que el volumen correspondiente al ábside sería el original de la iglesia, tanto al interior, donde alberga el arco triunfal, como al exterior, donde cuenta con la sujeción de alero ya indicada, que es la que presenta características más arcaizantes: canecillos en cuarto de bocel, muy utilizados en el período gótico asturiano. El resto de la iglesia sería fruto de intervenciones posteriores que alteraron profundamente su fisonomía primitiva que, lógicamente, sería más pequeña y no tan alargada.

El cabildo se desarrolla cubriendo la fachada principal de la iglesia y presenta una arquitectura porticada con arcos de medio punto, si bien el sector noroeste se encuentra cerrado con muro para crear un pequeño cuarto. Al interior cuenta con bancos corridos de piedra para que los feligreses pudiesen sentarse y conversar protegidos de la lluvia y el sol. La puerta principal de la iglesia se localiza en el imafronte y sigue siendo el acceso utilizado habitualmente por todos los vecinos, que apenas se sirven de la puerta abierta en el costado sur de la nave. La arquitectura de la puerta principal es arquitrabada y muy sencilla, lo que vendría a señalar su origen en las reformas posteriores del templo, posiblemente las acontecidas en el siglo XVIII. Junto a ella, encastrada en el muro, se encuentra la pila con el agua bendita para que los feligreses se santiguasen al entrar, marcando así el paso desde el espacio humano-secular del exterior al divino-religioso del interior.

A los pies de la iglesia se desarrolla la tribuna, que apoya sobre tres ménsulas pétreas y el muro que forma el hueco de la escalera para subir a ella. La tribuna era un espacio destinado exclusivamente para los hombres de la parroquia, mientras que las mujeres debían sentarse en los bancos de la nave. sin embargo, la estrechez de la tribuna impedía muchas veces acoger a todos los hombres y seguir esta directriz. Cuando esto sucedía, se reorganizaba la colocación en los bancos según un criterio que sigue respetándose en la actualidad: las mujeres se sentaban en los de la derecha y los hombres en los de la izquierda, reservándose las primeras filas para los niños. La tribuna ofrece un antepecho muy sencillo, de balaustres lisos, resaltados con pintura al agua de color aguamarina.

La nave cuenta con dos falsas capillas a los laterales, creadas al adosar sendos altares y retablos a los muros que albergan el arco triunfal. La situada en el evangelio está dedicada a la Virgen del Carmen y cuenta con un retablo de una única hornacina con puerta acristalada. En su interior se encuentra la imagen de la mencionada Virgen, pero no es la original del retablo, sino que debió realizarse entre los siglos XIX y XX, a juzgar por sus características formales. Junto a ella, sobre el altar, se encuentran las imágenes de Santa Rita, que luce el estigma divino en la frente, y Jesús del Sagrado Corazón, atribuibles al siglo XX. La arquitectura de su retablo, con una única hornacina, está formada por cuatro columnas que sostienen un complejo entablamento rematado por una luneta. Presenta un vivo cromatismo a base de rojos, verdes y dorados, con tallas de florones y motivos geométricos, muy barroquizantes, que permitirían fecharlo en el siglo XVIII .

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Más interesante aún resulta el retablo de la epístola, hoy dedicado a la Virgen del Rosario y de idéntica cronología que el anterior, que tiene una estructura de tres calles distribuidas en dos pisos. No dispone de luneta, quizá por haberse perdido, y termina abruptamente en el entablamento superior, donde se sitúan dos pináculos flanqueando una imagen de Jesucristo con los brazos extendidos. Las tallas de sus hornacinas representan a diferentes santos: San Miguel, con un casco de guerrero y venciendo al demonio; San Pedro, con su característica barba y mitra pontificia; San Antonio, luciendo una amplia tonsura y vistiendo un hábito azul ceñido con un cordón de tres nudos; y San Jerónimo, con un león a sus pies. Por su parte, la figura que viste dalmática roja de diácono podría tratarse de un San Vicente o San Lorenzo. En la hornacina central superior se encuentra la imagen de Jesús crucificado, que no se corresponde con el retablo original y fue colocada en fechas más recientes. Este retablo destaca por su policromía en tonos verdes, amarillos, rojos, negros y dorados, utilizados para crear fondos vegetales y trampantojos de mármol, así como por las cabezas de ángeles del entablamento, debidas a un taller popular, de traza sencilla y hierática, pero con una gran capacidad para conmover al espectador. La imagen de la Virgen del Rosario, a quien se dedica esta capilla, es de factura contemporánea y fue traída hace unos años por el párroco de Berducedo (Allande).

Ambos retablos se encuentran en buen estado de conservación y constituyen magníficos ejemplos de los talleres populares que funcionaron en el occidente de Asturias en el siglo XVIII. También en la nave se disponen dos hornacinas, una de ellas encastrada en el muro y otra realizada en madera, que contienen las imágenes modernas de San Antonio de Padua y San Antonio Abad.

El presbiterio se sitúa después de atravesar un gran arco de triunfo de perfil ojival que apoya sobre impostas biseladas y decoradas con bolas o perlas, propias del siglo XV. Este espacio se encuentra sobre una grada ligeramente elevada respecto al piso del resto de la iglesia. Como ya se ha comentado, el retablo mayor desapareció en 1970 y en su lugar se colocaron las imágenes de Jesús crucificado, en posición central, de Santa Coloma y de San José, que ya habían sido compradas en 1904 y 1905 respectivamente. Resulta difícil determinar si la patrona de esta iglesia es Santa Coloma de Sens o Santa Coloma de Córdoba. En principio podría afirmarse que se trata de la segunda, pues la primera suele estar acompañada de una osa o sujetar una llama en las manos, en referencia al animal que la salvó de sus perseguidores y al martirio que padeció en la hoguera. Ninguno de estos atributos está presente en la talla de nuestra iglesia, pero también es verdad que los vecinos identifican la fiesta de Santa Coloma con el 31 de diciembre, aunque nunca la celebrasen, día que se corresponde con la santa de Sens. Por el momento esta cuestión permanece abierta, a la espera de localizar alguna información que permita confirmar una de estas dos opciones.

En el paño septentrional del presbiterio se abre una puerta para acceder a la sacristía, donde se guardan las vestiduras y diferentes objetos litúrgicos. Entre ellos destaca el sagrario, atribuible al siglo XVIII y cuya estética se inspira en los templos grecolatinos. Está decorado con la figura de San Juan Bautista y una cabeza de ángel en el tímpano, pero, desgraciadamente, hace algunos años fue repintado con poco acierto y se ha ocultado la policromía original. Por tratarse de una adición o superposición, bastaría con retirar la capa de pintura moderna para recuperar la original, por lo que el daño no es tan grave como pudiera pensarse.

La espadaña de la iglesia es trífora y adopta una concepción bastante clasicista. Su arquitectura se organiza en dos alturas, la primera con pináculos de bolas a los extremos y la segunda con remate de tímpano apainelado. La segunda altura está reforzada por dos aletones decorados con una talla en espiral, a modo de serpiente, aunque por desgracia sólo se conserva uno de ellos. Dos de las campanas contienen la siguiente inscripción: "EN 1903/ JHS, MARÍA Y JOSÉ/ DONATIVO DE LOS FELIGRESES DE SANTA COLOMA DE ALLANDE". En la tercera, que hoy se guarda en el interior de la iglesia, junto a la pila bautismal, puede leerse: "IHS, MARÍA Y JOSÉ 1903".

La identificación de los vecinos con su iglesia no sólo se evidencia en la donación de estas campanas, en su estrecha participación laboral y económica en las obras para rehabilitar el templo o en la atención que le prodigan limpiando su interior y cuidando de sus imágenes y ornamentos, sino también en su vinculación con todos aquellos elementos que forman parte de ella. Una muestra de ello es su radical negativa a la iniciativa del párroco de Berducedo (Allande), que se llevó la imagen de la Virgen del Carmen, de gran devoción entre la población, con la intención de exponerla una semana en cada capilla de las parroquias del contorno. A cambio, el párroco trajo a la iglesia la imagen de la Virgen del Rosario, pero nada consiguió persuadir a los vecinos de Santa Coloma, quienes le obligaron a traer de nuevo su santa y, además, se quedaron con la nueva talla.

El sistema de cubrición empleado a la iglesia combina soluciones "cultas" con otras más populares. El ábside ofrece una bóveda de cañón apuntada, en consonancia con el perfil del arco triunfal, mientras que la nave presenta una cubierta a dos aguas con la armadura de madera vista dispuesta en par y nudillo, cuyas vigas tirantes apoyan sobre ménsulas de gola de madera bellamente talladas.

En general, el estado de conservación de la iglesia es bueno, salvo por la humedad que traspasa los muros del imafronte y se evidencia en manchas verduzcas de cierta extensión, especialmente en la zona de la tribuna.

Junto a la iglesia, adosado al muro noreste de la sacristía, se encuentra el antiguo cementerio parroquial. Hace unos años, se cubrió su solar con cemento sin contar con la aprobación de los vecinos y hoy se encuentra en unas condiciones lamentables, con la maleza creciendo en su interior y sobre los muros, cuya raíces terminarán por derruirlos si antes no se pone remedio. En diciembre de 1959 se enterraron aquí dos vecinos y en 1960 el cementerio ya se trasladó a su emplazamiento actual en Penouta. Sería importante realizar alguna labor de conservación en el antiguo cementerio de Santa Coloma para mantener el conjunto formado por la iglesia, los tejos y él mismo, pues precisamente es esta unión e interrelación la que refuerza su contenido cultural y da sentido simbólico a sus partes.

A primeros de enero, todos los vecinos de la parroquia pagan una cuota anual de diez y ocho euros al párroco en concepto de gastos de bautizos, bodas y entierros, pues de no hacerlo cada uno de estos oficios les costaría sesenta euros.

Esta costumbre recuerda la antigua organización económica parroquial del siglo XVIII, en la que se cobraban derechos de funerales y de pie de altar, considerados todos ellos abusos o malas prácticas que sólo buscaban mantener saneadas las cuentas del párroco y la iglesia.

En la iglesia de Santa Coloma hace tiempo que ya sólo se celebran funerales y el párroco, que debería oficiar la misa una vez a la semana, no siempre cumple con su obligación. Esto causa una gran pesadumbre entre los vecinos que, con toda razón, ven esta actitud como una falta de respeto hacia ellos y su iglesia.

Fiestas y celebraciones

Ninguno de los vecinos recuerda que se celebrase la fiesta de Santa Coloma, patrona de la parroquia, lo cual lleva a pensar en algún cambio, quizá acontecido en el siglo XIX, tendente a potenciar la devoción hacia otros santos con más predicamento entre la población. Este tipo de decisiones no son extrañas en las iglesias, siempre deseosas de acrecentar la asistencia de fieles y romeros para aumentar sus ingresos, aún a costa de "traicionar" a su santo patrón, como sucedió en Martul (Vilanova d’Ozcos). Hasta los años 1990, se celebraban las fiestas de San Antonio y El Carmen, respectivamente el 13 de junio y el tercer sábado de julio. Ahora únicamente se festeja El Carmen, pero no en Santa Coloma, sino en el cercano pueblo de Penouta, también perteneciente a la parroquia. Todo apunta a que devoción por la Virgen del Carmen se produjo en fechas relativamente tardías y que implicó un cambio en el patronazgo de la iglesia, que hoy recibe la advocación de esta Virgen, en lugar de la original de Santa Coloma.

Ambas fiestas tenían lugar en la llanada de la iglesia, donde también se celebraba la subasta o "puya" de los ramos, lacones, gallinas, pollos, etc. ofrecidos por los vecinos. Esta subasta estaba dirigida por el párroco que, previa bendición de las ofrendas, se colocaba junto a la puerta del cabildo para realizarla. Era costumbre que los vecinos que habían pedido algún favor a la Virgen del Carmen, cuando ésta se lo concedía, le ofreciesen el día de su fiesta ramos de laurel engalanados con rosquillas, caramelos y chocolatinas. También pedían a San Antonio, patrón de los animales, que curase sus vacas o cerdos enfermos y si así sucedía, a cambio, le brindaban lacones, gallinas, etc. El dinero obtenido con la subasta pasaba a formar parte de la fábrica de la iglesia y servía para pagar los gastos de la fiesta, consistentes en comprar los voladores y pagar a los músicos.

Antiguamente, la organización de las fiestas correspondía cada año a una casa de la parroquia. Las mujeres de la familia que estaba en posesión de este turno eran las encargadas de llevar las andas con el santo el día de la fiesta, que necesitan cuatro personas, aunque si alguna vecina había hecho una promesa al respecto podían cederle el puesto. La procesión estaba encabezada por los hombres, que sostenían el pendón, la cruz y dos velas, después iban los santos sobre las andas y a continuación el resto de los asistentes. Se daba una vuelta a la iglesia y finalmente tenía lugar la puja de las ofrendas. Hoy en día existe una Comisión de Fiestas, creada en 1997, que organiza la celebración y se encarga de comprar los voladores y contratar músicos. Hace dos años el coste de ambos ascendió a ciento cincuenta y ciento ochenta euros, mientras que la recaudación de la subasta, que ya no cuenta con tantas ofrendas como antes, apenas llegó a treinta y seis euros. Teniendo en cuenta que hay párrocos que cobran sesenta euros por oficiar la misa el día de la fiesta y que incluso deciden llevarse el dinero recaudado con la subasta, se comprende el importante papel que desempeñan los vecinos y su Comisión de Fiestas para mantener vivas las fiestas de la parroquia.

La fiesta de Corpus Christi dejó de celebrarse hace unos años y apenas hace dos que desapareció la cruz de madera del altar de piedra que hay junto al tejo, donde se exponía la custodia con el Santísimo Sacramento ante los fieles. En principio cabría pensar que esta "decadencia festiva" se debe al desinterés de los vecinos y a su falta de religiosidad. Sin embargo, la realidad es que, pese a la incontestable emigración y vacío demográfico de los pueblos de la parroquia, los "vecinos de fuera" regresan muchos fines de semana, pasan aquí sus vacaciones y siempre acuden a las fiestas de su pueblo. El origen de esta situación se encuentra en que Santa Coloma no tiene cura propio, sino que debe compartirlo con las demás parroquias del concejo. La extensión geográfica y las difíciles comunicaciones de Allande hacen que resulte imposible para una sola persona atender las demandas de todos los vecinos, de ahí el abandono en que se encuentran los oficios religiosos y las fiestas, que no pueden celebrarse sin la concurrencia de un cura. De hecho, para poder celebrar este año la fiesta de El Carmen, los vecinos tuvieron que recurrir al cura de Doiras (Bual) para que oficiase la misa.

Análisis físico y cultural del Tejo de Santa Coloma

Tejos de Santa Coloma
Tejos de Santa Coloma
La iglesia de Santa Coloma cuenta con dos tejos masculinos: uno con un perímetro troncal de cinco metros y medio, situado frente al templo, y otro más pequeño, de dos metros, que nació espontáneamente sobre el muro de una finca averada al camino que conduce a la iglesia. El primero fue declarado Monumento Natural mediante el Decreto 75/1995 de 27 de abril, donde se estipulaba que "se protege estrictamente el ejemplar y se delimita un ámbito de protección que abarcará la explanada de la iglesia, con todos sus elementos naturales y arquitectónicos, especialmente las fachadas que miran al monumento".

Cerca del tejo la Consejería de Medio Ambiente colocó un cartel explicativo con una cita del periodista Julio Antonio Fernández Lamuño: "El carácter mágico o religioso atribuido al tejo por los astures prerromanos fue cristianizado, conservándose aún en algunos al lado del tronco el expositor donde el día del Corpus Christi se rinde adoración". Como viene siendo habitual en este tipo de señalética, se acude a los celtas o astures para dotar de contenido cultural al tejo, recurriendo a un tiempo mítico y obviando el significado real que tiene para los vecinos. En este caso, la necesidad de relacionar al tejo con estos pueblos antiguos cae en un auténtico paroxismo, afirmándose que la colocación del altar de Corpus Christi junto al tejo tiene su origen en la cristianización de las creencias animistas astures. La realidad nos muestra que más bien se trata de un gesto pragmático, es decir, que se aprovechó el punto focal del tejo y la protección que brindaba su copa para colocar ahí el altar. Resulta más que improbable que en el siglo XVI, época en la que se estima que se plantó el tejo y se instituye la celebración del Corpus Christi, aún se conservasen intactas estas creencias astures, ajenas a todos los cambios y procesos históricos producidos desde el período astur. Además, a juzgar por la disposición del altar de Santa Coloma sobre las raíces, éste se habría colocado cuando el árbol ya había desarrollado un porte similar al actual, quizá en el siglo XIX.

Los dos tejos de la iglesia forman parte de la "Ruta de los Teixos" trazada por el Ayuntamiento de Allande entre los pueblos de Santa Coloma y Llago, cuya iglesia cuenta con un tejo también declarado Monumento Natural según el Decreto 76/1995 de 27 de abril. Un cartel situado justo antes de tomar el desvío para el puerto de La Marta informa sobre el "Texu de Santa Coloma", indicando su dirección y mostrando el compromiso de las administraciones públicas con la protección de estos árboles singulares.

El tejo más antiguo presenta algunas cañas secas y su copa no es todo lo frondosa que cabría desear. En general se encuentra en condiciones aceptables, pero convendría establecer un seguimiento sobre su evolución para confirmar que no padece ninguna afección seria. Los vecinos recuerdan que hace quince años estuvo a punto de secarse, además de sufrir las consecuencias de un intenso vendaval que rompió algunas ramas y obligaron a realizar una poda controlada por el Guarda de Medio Ambiente de La Puela (Allande). Están algo preocupados por él y piensan que sería conveniente abonarlo para mejorar su salud. Por el contrario, el tejo más pequeño presenta una copa frondosa y de un verde intenso, señal de su fortaleza y buen desarrollo. Quizá esta diferencia se encuentre en la distinta calidad del terreno circundante a ambos tejos, pues mientras que el primero crece en la explanada de tierra pisada y dura de la iglesia, donde aparca el coche fúnebre, el segundo lo hace en una finca con tierra suelta, a la que van a parar las escorrentías de agua de los caminos que arrastran nutrientes orgánicos, circunstancias ambas que favorecen la aireación de las raíces del tejo y un intenso abonado.

Como ya hemos señalado, pegado al tronco del tejo más grande se levanta un altar pétreo donde se exponía el Santísimo Sacramento el día de Corpus Christi. Esta utilización evidencia la completa integración del tejo en los rituales religiosos y destaca su relevancia cultural y simbólica para la comunidad. Sin embargo, esto no implicaba una concepción sagrada del tejo ni una actitud reverencial hacia él, sino que éste se percibía como algo cotidiano y cercano. Los niños solían jugar a su alrededor y trepar por su tronco, y los vecinos nunca le procuraron ningún tipo de cuidado, salvo cuando convenía podar sus ramas para proteger la iglesia. Este proceder, que podría parecernos distraído o despreocupado, no es indicativo del valor que los vecinos atribuyen al tejo ni de lo que representa para ellos como elemento identitario. Su carácter cotidiano explica tanto su significado simbólico como la falsa desatención de los vecinos, porque lo que percibimos como habitual y acostumbrado es lo que termina por conformar nuestros mapas emotivos, nuestros recuerdos, es decir, todo aquello que produce identificación y genera identidad. Por este motivo, la foto que el propietario del barrestaurante de Aciera (Quirós), nacido en Santa Coloma, tiene en su negocio es la del tejo, no de la iglesia, del pueblo, ni de la casa en que nació. Sin duda alguna, este sentimiento se ha visto potenciado con la declaración del tejo como Monumento Natural, pero este reconocimiento institucional no deja de ser otra cosa que la confirmación "de derecho" de algo que ya sabían los vecinos, es decir, que su tejo era todo un "monumento".

Ellos mismos afirman que "es muy importante el teixo, pienso que a nadie le dejaría tocarlo, es sagrao de generación en generación, es tan importante el teixo como la iglesia o más, si la iglesia se hizo donde el teixo sería por algo, es más antiguo que la iglesia". Estas reflexiones sobre la construcción de la iglesia al lado de un antiguo tejo vienen siendo habituales en todos los pueblos que hemos visitado y nos hablan de la asociación entre este árbol y lo desconocido, lo arcaico, todo aquello sobre lo que no existe memoria. Esto resulta fundamental para comprender por qué el tejo cataliza las identidades colectiva y personal de los vecinos mejor que cualquier otro elemento: "todos defenderían el tejo si alguien viniese a hacerle daño".

Desde hace muchos años, las juntas vecinales de Santa Coloma se celebran en la plazoleta del pueblo y nadie recuerda que tuviesen lugar junto al tejo. Posiblemente esto se deba a que las reuniones parroquiales, en las que participaba un miembro de cada casa, desaparecieron cuando ya no hubo necesidad de organizar los trabajos de sestaferia más allá de los límites de cada pueblo y cuando la gestión de los bienes comunales recayó en el Ayuntamiento y otros organismos autonómicos.

Los vecinos manifiestan cierto descontento con los protocolos que rigen la actuación sobre los tejos en Asturias, fijados en el Plan de Manejo de Tejo, aprobado por el Decreto 145/2001 de 13 de diciembre, pues según ellos "en el teixo no se puede coger nada ni hacer nada, todos ya sabemos que no nos pertenece a nosotros, es como si pasara a otro tipo de autoridad. No debería ser así, porque es nuestro, lo disfrutamos todos, está en nuestro terreno, pero la mentalidad de que ya no nos pertenece es porque no podemos hacer en él nada, es como si nos lo hubiesen arrebatao, no somos los dueños".

Con ello se refieren a su incapacidad para podarlo si lo creen necesario, a las multas contra los infractores y a la obligación de obtener el permiso de la Consejería con competencia en medio ambiente para cualquier actuación sobre él, etc.

Los vecinos recuerdan que los niños solían jugar alrededor del tejo más antiguo y subir a sus ramas. Incluso uno de ellos confesó que, cuando era un chiquillo, en la década de 1950, le cortó una rama para hacer un eje de carro. Justificó esta decisión en la gran dureza de la madera del tejo, muy adecuada para fabricar piezas expuestas a un roce y vibración constantes, que no todas las maderas son capaces de soportar. A continuación aseguró que se trataba de una rama seca y que no había supuesto ningún perjuicio para el tejo, porque es consciente del valor que hoy se le da a este árbol y de la mala interpretación que podrían conllevar sus palabras. Esta acción, que nadie dudaría en calificar de inadmisible, en realidad, nos muestra que en el contexto popular no existe una radical diferencia entre las utilidades materiales y simbólicas del tejo. Ambas conviven en perfecta simbiosis sin provocarse daños mutuos. Los vecinos son los principales conocedores de las necesidades físicas del árbol y sus acciones nunca perjudicaron su normal desarrollo, ya que ellos son los principales interesados en que se mantenga en buenas condiciones y siga cumpliendo su papel de icono identitario para la comunidad.

Fuente y bibliografía:
BOPA n.º 239, el 16/10/2017

Fotografías de Campo de iglesia de El Carmen de Santa Coloma

Dispones de 8 fotografías de Campo de iglesia de El Carmen de Santa Coloma

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