Toros de Guisando

Toros de Guisando Los Toros de Guisando son un conjunto escultórico vetón que se ubica en el cerro de Guisando y que datan entre los siglos II y I antes de Cristo, con preferencia a la creación en el siglo II a. C., durante la Edad del Hierro.

Se trata de cuatro esculturas realizadas en granito que representan cuadrúpedos, identificados como toros o verracos (cerdos sementales), con preferencia a la suposición de que se trata de toros, ya que algunas de las piezas presentan, en la cabeza, oquedades consideradas para la inserción de cuernos.

El lugar en el que se encuentran, La Venta se sitúa a 10,3 km al SE de El Tiemblo, en el pago conocido dentro de su término como "Guisando". El acceso al mismo se realiza tomando, al S.E. de la localidad, la carretera que va a S. Martín de Valdeiglesias y siguiéndola durante un trayecto de 8,5 km. En este punto debe seguirse por la carretera local a Cadalso de los Vidrios durante un trayecto de 1,8 km., transcurrido el cual llegamos al borde E. del recinto.

En el lugar conocido como La Venta Juradera encontramos los cuatro toros, realizados en granito de considerables dimensiones. Se localizan en el interior de un recinto construído en época reciente de 10 x 16 m., dentro de un cercado en el que destacan la puerta de acceso (trasladada de una vivienda) y la presencia de dos inscripciones dedicadas al Pacto de la Reina Isabel con su hermano en 1468 y otra a una antigua propietaria del recinto.

Las esculturas están completas, con la basa enterrada a la altura de las pezuñas. Tres de ellas en muy buen estado de conservación. Se trata de ejemplares de gran tamaño con los rasgos morfológicos (testuz, mandíbulas, cornamenta, cuello, papada, dorso, extremidades, rabo, sexo) bien representados. En el anca derecha de todas ellas se advierten varios grabados horizontales y en zig-zag. Ofrecen las siguientes dimensiones (long. x alt. x anch.): 264 x 129 x 83 cm.; 278 x 140 x 81 cm.; 277 x 145 x 77 cm.; 275 x 141 x 87 cm.

En tres de las esculturas hay restos de inscripciones latinas de carácter funerario, que López Monteagudo interpreta de la siguiente forma: (...)/Gaia F... (López Monteagudo 1989: 130); (...)/(...) ma(t)er / (...) f(aciendum) c(urauit) (López Monteagudo 1989: 130); Longinus / Prisco Cala / etiq(um), patri, f(aciendum), c(urauit) (López Monteagudo 1989: 130-131); “Longinos lo hizo a su padre Prisco de la tribu calaeticos”. Aunque se fechan en época prerromana (400-100 a.C) es cierto que al menos uno de los toros fue conocido y reutilizado en época romana y así lo atestigua la inscripción en latín. Es probable que este personaje, Longinos, agrupara las esculturas antes dispersas y erigiera con ellas un monumento en memoria de su padre.

En cuanto a la función original existen diversas teorías, algunos investigadores hablan de una función mágica y religiosa, de representación de las divinidades que protegían el ganado. Otros defienden que las esculturas supondrían marcas de posesión de un territorio por la aristocracia vettona, en una economía basada en la ganadería. El lugar de Guisando es además conocido por su carácter conmemorativo ya que aquí el rey Enrique IV de Castilla declaraba heredera de su reino a su hermana la infanta Isabel (Isabel la Católica) en 1498.

Durante esta etapa, el pueblo de los vetones está asentado en las provincias actuales de Badajoz, Cáceres, Salamanca y Ávila. Pueblo fundamentalmente ganadero, los vetones se establecían en lugares en los que abundaba el agua y el pasto para sus rebaños. El ganado -vacas, toros, cerdos- y la caza -jabalíes-, les procuraba carne, leche, cuero y estiércol, productos de importancia vital. De ahí que erigiesen toscas representaciones, llamadas verracos, de cerdos, jabalíes y toros, como éstas de Guisando. Realizadas en bloques de granito, las cuatro figuras, de más de dos metros y medio de largo, miran alineadas hacia el atardecer y al cerro del que toman nombre, estando situadas en la margen izquierda del arroyo Tórtolas. Aunque poco elaboradas, algunas de ellas dan muestra de un incipiente realismo, pues poseen agujeros para insertar los cuernos y unos suaves surcos paralelos que indican los pliegues del cuello del animal. La gran duda que nos queda acerca de estos cuatro enigmáticos verracos es su función, pues pudo tratarse de esculturas con fines religiosos o funerarios, o bien ser protectoras de los rebaños, dotadas de una finalidad mágica o bien como simples hitos en las cañadas o marcadores territoriales.

Fotografías de Toros de Guisando

Dispones de 33 fotografías de Toros de Guisando

Top