Parque Nacional del Monfragüe

Parque Nacional del Monfragüe El Parque Nacional de Monfragüe es uno de los quince parques nacionales que existen en España. Monfragüe se encuentra aproximadamente en el centro de la provincia de Cáceres, en el triángulo que formarían las conocidas ciudades de Plasencia, Trujillo y Cáceres. Su eje vertebrador lo constituye el río Tajo a su paso por suaves montañas rodeadas de extensas dehesas.

Monfragüe, con 18.396 hectáreas, fue el primer espacio protegido de Extremadura. Se declaró Parque Natural el 4 de abril de 1979, tras varios años de lucha para evitar que las plantaciones de eucaliptos aterrazaran y eliminaran el matorral y bosque autóctono, hábitat de gran cantidad de fauna amenazada.

Desde su declaración como espacio protegido hasta hoy, Monfragüe se ha ido consolidando como un verdadero santuario para observar aves. Todos los años, miles de turistas llegan a la zona para disfrutar del vuelo de las cigüeñas negras, alimoches, buitres o la rarísima águila imperial. Desde su área de Uso Público, una zona privilegiada como pocas, puede disfrutarse no solo de fauna en peligro de extinción sino también de paisajes y vegetación incomparables.

La posibilidad de declarar Monfragüe Parque Nacional se planteó desde principios de los años 90, alcanzándose dicha categoría en Marzo de 2007 (Ley 1/2007 de 2 de marzo; BOE nO 54 de 3 de marzo) tras un proceso claramente marcado por el consenso de las distintas partes implicadas.

La gestión ordinaria del Parque corresponde al Gobierno de Extremadura, que la organizará de forma que resulte coherente con los objetivos de la Red de Parques Nacionales.

Además de la categoría de Parque Nacional, son varias las figuras de protección que coexisten sobre este territorio. En 1991 fue declarado Zona de Especial Protección para las Aves, figura gue fue posteriormente ampliada en mayo de 2004 hasta la actual ZEPA "Monfragüe y Dehesas del entomo" que abarca las 116.160 hectáreas coincidentes con la Zona Periférica de Protección del Parque Nacional.

Esta misma extensión goza desde julio de 2003 de la calificación como Reserva de la Biosfera, reconocimiento específico de la buena relación que desde siglos existe en estas tierras entre el hombre y el medio.

Historia

Monfragüe cuenta con numerosos vestigios que ponen de manifiesto la presencia humana desde hace miles de años. El paisaje que define esta comarca ofrece todo lo necesario para que los seres humanos decidiesen asentarse o, por lo menos, tenerlo como lugar de paso. Agua, bosques con frutos, caza y covachas son los recursos que la tierra ofrece generosamente a quienes la habitan.

Lo más destacable de la etapa prehistórica es el gran número de pinturas rupestres que albergan las sierras de Monfragüe. Destacamos la Cueva del Castillo, abrigo situado en la cara sur de la Sierra de las Corchuelas, abarcando las edades del Cobre, Bronce y Hierro.

Los alrededores del Parque están salpicados de yacimientos o restos de la época prerromana. Aparecen restos de un castro vetón en Miravete, y en Malpartida de Plasencia en una finca conocida como El Calamoco. Igualmente las Estelas de Guerrero encontradas en Torrejón el Rubio y el Tesoro de Serradilla nos dan constancia de las sociedades altamente jerarquizadas, conocedoras de la agricultura y la ganadería, que habitan esta zona.

Nos internamos ahora en la Hispania romana. Nos han llegado restos de calzadas, puentes, fuentes y lápidas, algo lógico si tenemos en cuenta la cercanía de la ruta de la Plata. Un tramo de la ruta roja, el que baja al puente del Cardenal desde Villarreal, se puede considerar como un vestigio de calzada romana, aunque lo que ha llegado a nosotros es una acumulación de restauraciones y arreglos de los ganaderos trashumantes, ya que coincide, como en casi toda la geografía peninsular, la cañada con el trazado de la calzada. También hay restos de atalayas defensivas en nuestras sierras, el Cerro Gimio es un ejemplo. Es importante decir que es a los romanos a quienes debemos el nombre de nuestro Parque: Monsfragorum, monte fragoso. Sin duda, se quedaron maravillados con la riqueza y exuberancia del paisaje.

Durante la Edad Media estas tierras, al igual que el resto de la Península, están marcadas por la impronta musulmana. En el siglo IX, y según las crónicas de la época, se construye el castillo, con cinco torres y dos perímetros de murallas. Lo que nos ha llegado hasta hoy son restos de las múltiples restauraciones que se hicieron por las órdenes militares que tomaron esta plaza para el rey Alfonso VIII. La torre redonda es del siglo XII y la pentagonal, mucho más moderna en el tiempo, del siglo XV.

Igualmente, en el siglo XV se construyó el Puente del Cardenal. Mandado hacer por Juan de Carvajal en 1450, facilitó las comunicaciones entre Plasencia y Trujillo. Se hizo íntegramente en sillares de granito.

En la guerra de Sucesión a principios del siglo XVIII, la zona se vio seriamente afectada. Desapareció la aldea de Monfragüe, refugiándose sus habitantes en la cercana aldea de Corchuelas. También fueron seriamente dañadas las aldeas de la Piñuela, en el otro extremo de la sierra.

El mencionado Puente del Cardenal era, prácticamente, el único que cruzaba el Tajo en Extremadura. Por lo cual era paso obligado de todo viajero entre Plasencia y Trujillo. Esto dio pie al pillaje, convirtiendo la zona en un paraíso de bandoleros y atracadores que se veían arropados por unas sierras escarpadas e impenetrables.

Con el fin de remediar esta situación, Carlos III decidió fundar una villa en mitad de camino entre el puerto de la Serrana y el Puente del Cardenal. Así surgió Villarreal de San Carlos. Contaba con iglesia, fuente y cuartel, pero a pesar de los privilegios que se otorgaron a sus pobladores, nunca pasó de ser una pequeña aldea vinculada a Serradilla. Lo peligroso de la zona y la pobreza de las tierras contribuyeron a ello.

La Guerra de Independencia dejó marcadas estas tierras. Desapareció la aldea de Corchuelas y sus habitantes se repartieron por los pueblos de Torrejón el Rubio, Serradilla y Malpartida de Plasencia. El Castillo de Monfragüe quedó prácticamente destruido al igual que el Puente del Cardenal y, en Miravete, el Castillejo del Pico fue derribado.

Después, nuestra comarca queda relativamente en paz hasta la Guerra Civil. Ésta, que asoló al país en los años treinta, transcurrió casi tangencialmente por estos parajes. La rápida toma de Extremadura hizo que lo peor del conflicto fuesen las consecuencias, hambre y pobreza, más que la contienda en sí. No podemos dejar de mencionar la importancia de nuestros impenetrables montes para acoger a los maquis de la comarca: destacando los grupos comandados por los célebres guerrilleros como el Francés, Quincoces y Chaquetalarga.

La construcción de las presas de Torrejón y Alcántara en 1966 y 1969, respectivamente, alteró irreversiblemente el paisaje y la belleza salvaje de las orillas del Tajo, quedando sumergidas todas las zonas de ribera, junto con la riqueza ecológica y etnológica que allí se concentraba.

Además, en 1970 dan comienzo las brutales repoblaciones con eucalipto y pino. La prometida y nunca construida industria papelera en Navalmoral de la Mata, hizo que muchas hectáreas del Parque quedaran asoladas e irremediablemente alteradas por los aterrazamientos con maquinaria pesada. La sierra de Miravete y parajes de los barrancos de los arroyos Malvecino y Barbaón recibieron un duro golpe. Se hicieron desaparecer importantes espesuras del siempre, desgraciadamente, maltratado bosque mediterráneo.

En 1968 llegó por vez primera a estas tierras Jesús Garzón. Este hombre, enamorado de la belleza de Monfragüe y sensibilizado con la conservación de la naturaleza, sostuvo una muy dura batalla con la administración, los propietarios de las fincas colindantes, políticos, alcaldes de la zona…Pero su empeño y el apoyo recibido por científicos y amantes de la naturaleza desencadenaron en el nombramiento del Parque. El 4 de abril de 1979 Monfragüe fue declarado Parque Natural.

Los años siguientes son en los que se afianzaron las mentalidades conservacionistas, las infraestructuras en Villarreal y las intenciones de dar a conocer las riquezas del Parque. Veinticinco años de experiencias, buenas y no tan buenas, han sido la base sólida para la consecución del nombramiento, por Ley del 2 de marzo de 2007, de Monfragüe como Parque Nacional.

Valores culturales

Monfragüe está rodeado de una gran superficie adehesada, que además de servir de "despensa" a nuestra fauna también es y ha sido durante años la despensa para la población de los catorce municipios integrados en la zona de influencia socioeconómica. La dehesa es el ecosistema creado por el hombre, donde éste ha intervenido quitando el matorral y dejando extensas superficies de encinas y alcomoques para su aprovechamiento agrícola y ganadero.

Estas dehesas son la verdadera razón de ser del Parque Nacional de Monfragüe. Ligados a estos aprovechamientos surgen los pueblos de la Reserva de la Biosfera de Monfragüe: Casas de Millán, Casas de Miravete, Casatejada, Deleitosa, Higuera, Jaraicejo, Malpartida de plasencia, Mirabel, Romangordo, Saucedilla, Serradilla, Serrejón, Toril y Torrejón El Rubio. También en los pueblos aparecen rutas que nos permiten disfrutar de una naturaleza singular.

En las rutas que se proponen en la zona de uso público del Parque hay una serie de restos arqueológicos que se pueden observar. Queremos destacar el Castillo de Monfragüe, incluido en la ruta roja y accesible para todas las personas que se animen a subir sus 134 escalones. Las impresionantes vistas desde lo alto son la recompensa.

Gastronomía

La oferta gastronómica de Monfragüe es amplia y variada, basada principalmente en productos y platos tradicionales de la comarca. Su denominador común lo encontramos en la cocina pastoril y de la dehesa, junto a la de la caza. En la mayor parte de las localidades es fácil encontrar productos típicos de Extremadura como el jamón ibérico, quesos, vinos, licores, aceite, miel o polen, muchos de ellos incluidos y reconocidos en su correspondiente Denominación de Origen.

Para empezar el día podemos hacerlo con unas buenas migas o con tostadas regadas con aceite de la zona. Más tarde, la caldereta de cabrito o venado, con unas entradas de ibérico (jamón, lomo, chorizo, morcón o Patatera) y quesos de la tierra constituyen un verdadero manjar para seguir visitando Monfragüe. Otros platos de igual categoría son los productos silvestres de temporada, como espárragos y setas, abundantes en la comarca. Los dulces artesanos (Doretas, hollos, buesillos y chicbarrones) con variados postres y licores extremeños complementan una magnífica gastronomía tradicional, donde tampoco falta la cocina de autor, repartida por los distintos restaurantes de la zona.

Artesanía

Podemos encontrar artesanía de madera, trabajos en cuemas y astas de ciervo o laboriosas tareas en piel. También forman parte de la artesanía minuciosos bordados, encajes y trajes típicos, sin olvidar los trabajos de alfarería, cerámica y herrería.

Geología de Parque Nacional del Monfragüe

Geológicamente es interesante la banda de cuarcitas armoricanas que aparecen en el Salto del Gitano, un Lugar de Interés Geológico.

LIG

Código: CI162
Interés principal: Estratigráfico
Interés secundario: Geomorfológico. Sedimentológico. Tectónico.
Unidad geológica: Estructuras y formaciones del Orógeno Varisco en el Macizo Ibérico.


Flora de Parque Nacional del Monfragüe

Valores naturales

En Monfragüe encontramos la más extensa y mejor conservada mancha de monte mediterráneo a nivel mundial. Éste área natural puede considerarse como un valle surcado por los ríos Tajo y Tiétar. Las sierras que delimitan este valle, acogen una importante variedad de biotopos: encinares, bosque y matorral mediterráneo, roquedos, embalses y arroyos, permitiendo la existencia de una rica y variada vida vegetal y animal. Entre la fauna, representada por más de 280 especies de vertebrados, se encuentran algunas de las especies más significativas de la naturaleza española.

Roquedos

Los roquedos en Monfragüe están formados por grandes farallones cuarcíticos -de gran valor paisajístico- resultado de los plegamientos orogénicos y la posterior erosión a la que resistió las cuarcitas frente a las pizarras más blandas. Las rocas se encuentran en gran parte cubiertas por llamativos líquenes, y prácticamente exentos de vegetación leñosa a excepción de algunos enebros (Juniperus oxycedrus) o cambroños (Adenocarpus hispanicus subp. argyrophyllus).

Las aves encuentran en ellos un lugar idóneo para nidificar, ya que disfrutan aquí de la seguridad que les ofrece las inexpugnables paredes verticales, aisladas aún más por las aguas de los ríos. En ellos anidan especies tan singulares como la cigüeña negra (Ciconia nigra) -25 parejas-, buho real (Bubo bubo), águila real (Aquila chrysaetos), alimoche (Neophron pernocterus) -30 parejas-, o las grandes colonias de buitre leonado (Gyps fulvus) con más de 500 parejas.

Riberas

Los ecosistemas acuáticos en Monfragüe se pueden clasificar en: riberas, charcas y embalses. Las riberas constituyen el ecosistema acuático natural, formado por bosque en galería a lo largo de los arroyos que permanecen sin embalsar.

El estrato arbóreo está compuesto fundamentalmente por alisos (Alnus glutinosa), sauces (Salix sp.) y fresnos (Fraxinus angustifolia) que protegen las orillas de la erosión. En los arroyos intermitentes, donde ha desaparecido la vegetación arbórea, aparecen unos arbustos espinosos llamados tamujas (Fluggea tinctorea). Tanto las charcas como los embalses son ecosistemas surgidos a través de la transformación humana: Las charcas son lugares en la dehesa donde el hombre acumula el agua de escorrentía para dar de beber al ganado; los embalses son los dos grandes ríos, el Tajo y el Tiétar, que a su paso por Monfragüe tienen sus aguas represadas habiendo inundado el ecosistema de ribera original.

En el medio acuático las especies más interesantes son la nutria (Lutra lutra), único mamífero acuático en Monfragüe, y la cigüeña negra (Ciconia nigra) que se alimenta en las aguas someras. Entre las aves también encontramos al martín pescador (Alcedo athis), a las garzas reales (Ardea cinerea) o imperiales (Ardea purpurea) y en invierno a numerosas anátidas.

Entre la gran variedad de anfibios destaca la ranita meridional (Hyla meridionalis) y los tritones (Triturus boscai) Es abundante el galápago leproso (Mauremys leprosa) y podemos encontrar -aunque muy escaso- al europeo (Emys orbicularis) aunque éste solamente en los ecosistemas de ribera.

Bosque y matorral mediterráneo

La particular disposición sureste-noroeste de la serranía principal de Monfragüe, conforma dos laderas con características claramente diferenciadas: la ladera de solana y la de umbría.

En las umbrías, donde la humedad es mayor y las temperaturas más suaves, tenemos la mejor representación del bosque primitivo. Están cubiertas por una espesa vegetación cuyo estrato arbóreo está formado por alcornoques (Quercus suber) acompañados por algunos ejemplares de quejigo (Quercus faginea), arce de Montpellier (Acer monspessolanum) o cornicabra (Pistacia terebinthus). Junto a ellos se extiende un intrincado sotobosque de gran altura formado por matorrales, muchos de ellos de características lauroides, como reminiscencia del clima subtropical de tiempos remotos: madroños (Arbutus unedo), rusco (Ruscus aculeatus), mirto (Mirtus commnunis), brezo blanco (Erica arborea),...

Las solanas están cubiertas por una vegetación especialmente adaptada a la sequía y a las altas temperaturas estivales. Predominan por ello las especies perennifolias, aromáticas, de hojas gruesas y coriáceas, de colores cenicientos y blanquecinos, de forma alargada, estrecha y a veces curvada, todo ello con la función de disminuir al máximo la evapotraspiración.

Como estrato arbóreo destaca la encina (Quercus rotundifolia) acompañada por acebuches (Olea europaea subsp. sylvestris) en las zonas más térmicas. Junto a ella, entre otras muchas especies, se encuentra el peral silvestre o piruétano (Pyrus bourgaeana), olivilla (Phyllirea angustifolia), retamas (Retama sphaerocarpa) o escobas (Cytisus sp.) y en las zonas más degradadas los cantuesos (Lavandula stoechas), jaras (Cistus sp.) o aulagas (Genista hirsuta).

Fauna de Parque Nacional del Monfragüe

El principal valor del parque lo constituyen quizás las aves. Las copas de los árboles, entre la impenetrable vegetación, constituyen el lugar seguro e idóneo para que aves como el águila imperial (Aquila adalberti) -12 parejas-, el buitre negro (Aegypius monachus) -280 parejas-, el águila calzada (Hieraaetus pennatus) -24 parejas- o el águila culebrera (Circaetus gallicus) -15 parejas- instalen sus nidos.

También constituyen el lugar idóneo para reproducirse y hacer sus capturas en vuelo de azor (Accipiter gentilis) o el gavilán (Accipiter nisus) Entre los mamíferos que habitan entre las espesuras está el lince (Lynx pardinus), la gineta (Genetta genetta), el gato montés (Felis silvestris) o el meloncillo (Herpetes ichneumon).

Fotografías de Parque Nacional del Monfragüe

Dispones de 21 fotografías de Parque Nacional del Monfragüe

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