Las Murias de Babia

Las Murias de Babia

El sonoro topónimo muria da nombre a la localidad, quizás en alusión a algún ancestral mojón o delimitación territorial de tierras, pastos,... Hoy es una pequeña localidad, pero con casas grandes, muchas arregladas, que mantienen amplios corrales y accesos porticados.

Conserva un molino de los tres que llegó a tener a mediados del siglo XIX. De reducidas dimensiones y sencilla factura de mampostería, solían estar techados con cuelmos de centeno, luego sustituidos por losas de pizarra. A ellos llegaba el agua por una presa, y cuando se quería moler, se dejaba caer el agua con fuerza hasta el rodezno que, al moverse, transmitía la fuerza a las muelas que comenzaban a girar. Este tipo de mulín farinero era vital en una economía de subsistencia.

También a la entrada del pueblo, está el paraje de las Tsinares, una zona siempre húmeda, antaño muy querenciosa para el cultivo del lino, con el que se tejían paños para uso doméstico. Una vez crecido, el lino se segaba con la hoz y se dejaba secar al sol; después se sumergía en agua en los linares, para secarlo de nuevo una y otra vez. Con ello se conseguía ir rompiendo las hebras, proceso que se completaba golpeándolo, primero con grandes mazos de madera y luego con palas alargadas a modo de espadas; así hasta que se separaban las fibras que luego se filaban con la fusa, en un proceso similar al seguido con la lana.

En las bodas babianas, la novia vestía con sus mejores galas, con la camisa y enaguas de lino; la tradición marcaba que ella misma tejiera también de lino blanco la camisa del novio, de manga ancha y puño estrecho. Una vez ataviados, se dirigían a la iglesia, donde les esperaban las cantadoras con panderos y panderetas. Tras la ceremonia, los vecinos se acercaban a la casa de la novia, donde se ofrecía una recha de manteca; por la tarde, los mozos corrían la roca, y el ganador obtenía parte de un roscón que siempre ofrecía la madrina.

Solitaria en un alto algo alejado del pueblo, con la sola compañía de un gran fresno, destaca la silueta de la Iglesia de San Mamés, patrón del pueblo, que se festeja el 7 de agosto. Merece la pena llegar hasta ella por el paisaje que ofrece.

Se encuentra en el Parque Natural de Babia y Luna.

La casa babiana

Las Murias de Babia
En una economía de montaña, la casa tradicional babiana funcionaba como unidad agropecuaria autosuficiente. Se trata de una casa grande y funcional, cuyas distintas dependencias conforman una unidad constructiva con forma de C, U o L, que se articula alrededor de un gran corral central empedrado, donde solía disponerse el hórreo.

La casa alberga tanto la vivienda familiar como los distintos recintos necesarios para el manejo ganadero. La vivienda suele identificarse por ocupar la orientación más favorable y presentar una factura más cuidada. Las casas más acomodadas solían constar de dos plantas, con un amplio portal cubierto que daba acceso al interior. La cocina centraba la vida de la familia, con el tsar (el hogar) en el suelo, sustituido por la cocina económica de hierro al mejorar las condiciones de vida. Anejas a la cocina no solían faltar despensas, almacenes y el horno. Una sala y las alcobas completaban las estancias.

Alrededor del corral, las cuadras suelen contar con entrada independiente; por lo común, sobre ellas se dispone el pajar, con su boquero destinado a meter la hierba. El pajar superior facilita la tarea de cebar a los animales estabulados, ya que la hierba se hace caer directamente a los pesebres a través de la abertura en el suelo situada justo encima de ellos. No faltaban tampoco cubiles y gallineros, así como cobertizos donde cobijar aperos, el carro o la leña.

Fotografías de Las Murias de Babia

Dispones de 10 fotografías de Las Murias de Babia

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