Conjunto Histórico Artístico de la Villa de Candelario

Conjunto Histórico Artístico de la Villa de Candelario La villa de Candelario se escalona en la ladera de la sierra de su mismo nombre, lo que hace inevitable que su entramado callejero sea complicado, con las calles principales en el sentido de la pendiente y las calles y callejas secundarias transversales a las anteriores. Esta falta de horizontalidad confiere a sus rincones un sabor y una estética especial y, en consecuencia, el paseo por el interior de su casco urbano es cansado, pero siempre relajante y placentero.

Esta estética tan especial y el hecho de ser uno de los núcleos mejor conservados de la provincia, le mereció la declaración en 1975 de Conjunto Histórico-Artístico.

Sus callejas estrechas y empedradas son recorridas por sus conocidas regaderas (canalillos de agua cristalina recogida de las nieves de su sierra) con curvas y recovecos que sorprenden al visitante que se adentra en ellas.

La villa surgió en el Barrio Somero, aquel que levantaran los pastores astures; el descubrimiento, en un muro, de una piedra tallada con la cabeza del Dios Jano, le confiere un posible pasado romano. Este barrio, hoy desaparecido, se encontraba a la derecha del inicio del camino de Navacarros y después se fue ampliando en torno a la Iglesia y a un lado de esta, se situó la judería, lo que actualmente se conoce como Barrio de los perros. En la parte baja de la ladera se encontraban la Ermita del Santísimo Cristo del Refugio o el Humilladero.

A partir de la Reconquista cristiana pasó a formar parte del Concejo de Ávila, siendo repoblado por gentes procedentes del alfoz abulense y del resto de Castilla. En el año 1209, Alfonso VIII de Castilla crea la Comunidad de Villa y Tierra de Béjar en la que entra a formar parte Candelario junto con territorios segregados de Ávila.

Como parte de la comunidad bejarana, tras la pérdida del voto en Cortes de Béjar y su paso a depender de Salamanca en ese aspecto a partir de 1425, hecho favorecido por el paso de Béjar y su territorio a manos de los Zúñiga en 1391,​ Candelario pasó a formar parte del Reino de León, en el que se mantendrá en las divisiones territoriales de Floridablanca en 1785 y finalmente en la de 1833 en que se crean las actuales provincias, quedando integrado Candelario en la misma en la provincia de Salamanca, dentro de la Región Leonesa.

El resto del pueblo se fue construyendo mucho más tarde, desde la Corredera, y en especial a partir del siglo XVIII cuando se inició la expansión de la industria chacinera.

Hoy en día constituye un buen ejemplo de cómo la arquitectura se ha adaptado al relieve y a las condiciones climatológicas a las que está sometida. De su configuración son de destacar sus empinadas y enrolladas calles recorridas por "regaderas", que son canalillos con agua cristalina recogida de los neveros de su sierra.

Las casas, con su típicas "batipuertas", anchos muros de piedra y de más de dos plantas, pertenecen a la arquitectura popular de los lugares montañosos, condicionadas por la propia tradición chacinera de Candelario: tejado de grandes aleros para protegerlas de la nieve y grandes galerías con balconadas de madera destinadas al secadero del embutido. Normalmente las casas se estructuran en tres partes. En la planta baja, está el patio, donde se despiezaban los cerdos, y el picadero, que es donde se picaba, adobaba y fabricaba el embutido. La planta central era la dedicada a la vivienda, donde residían los dueños de la casa con su familia, y las personas que venían a trabajar en las tareas de la matanza. A Candelario llegaban de toda la comarca, pero sobre todo de La Garganta y Tremedal. La última planta, el desván, estaba destinada al secado y curación del embutido.

Las tareas de matar y "socarrar" (chamuscar), se realizaban en la calle, y por ello se crearon las regaderas, para facilitar la limpieza de las calles. Las batipuertas servían de burladero para apuntillar a las reses desde dentro, además de dar la posibilidad de mantener la casa cerrada al paso a pesar de tener los portones interiores abiertos.

Los edificios más notables son: el ayuntamiento, la iglesia parroquial católica bajo la advocación de Nuestra Señora de la Asunción, en la Archidiócesis de Mérida-Badajoz, Diócesis de Plasencia, Arciprestazgo de Béjar.

El traje típico de Candelario está formado por un jubón de terciopelo brochado de manga larga bordado con hilos de seda, con abertura en las mangas hasta el codo y se puede atar con unas botonaduras de filigrana de oro. Sobre el jubón, y cubriendo los hombros, se coloca el serenero. El serenero es un cuadro de paño verde, si la mujer que lo lleva es casada, o amarillo si es soltera. Está bordado con hilos plateados, lentejuelas y todo tipo de pasamanería, formando un diseño floral y atado con un rico broche. Los ornamentos de collares son de oro y con incrustaciones de perlas y aljófar. Sobre la falda o guardapiés, lisa y sin adornos, se coloca el manteo, una especie de falda abierta por detrás, cuya hechura está formada por cuatros grandes pliegues o candilejas. El borde de esta falda está rematado con el repulgo, banda de terciopelo negro que remata el borde de la falda y las aberturas. El manteo se ata a la cintura con una banda de seda, que se amida en forma de lazada por la parte delantera. La tradición exige que la falda caiga en un pliegue por delante, acampanada a los lados y lisa por detrás. Esta forma de los vuelos se consigue mediante unas almohadillas rectangulares que se atan a las caderas. En la cadera derecha se lleva la faltriquera, confeccionada con satén brocado, terciopelo de color, bordado con hilos de seda y lentejuelas y rematada con terciopelo negro. Se ata a la cintura con un cordón de seda y es una de las prendas más decoradas del traje. Dentro se guardan el abanico, el pañuelo y el dinero. En los vestidos de gala no se utiliza el mandil. En el traje de media gala sí se utiliza esta prenda, que suele ser de satén, y de percal en el traje de faena. El traje termina con unas medias de algodón, blancas y hechas a mano, y con unos zapatos de terciopelo negro y punteras de charol adornados con unas grandes presillas, llamadas majuelas. Para terminar, decir que lo más llamativo de este conjunto es el penado de la mujer. Se peinan con cocas y con un moño largo que se denomina picaporte. Del moño cuelgan cintas anchas y lujosas, de encaje o de terciopelo brochado. El traje del hombre, llamado "de choricero", está realizado en terciopelo negro, faja, sombrero de ala ancha y capa bejarana para el invierno.

Fotografías de Conjunto Histórico Artístico de la Villa de Candelario

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