Castro de Chao Samartín

Castro de Chao Samartín

Localización

Las ruinas del Chao Samartín se localizan en el extremo suroccidental de la Comunidad Autónoma del Principado de Asturias, inmediato a la población de Castro que dista unos 6 Km de Grandas de Salime, capital del concejo. Catalogado como castro desde 1967, la excavación sistemática del yacimiento dió comienzo en 1990. Su extraordinaria secuencia estratigráfica ha posibilitado la revisión y actualización de la investigación sobre el desarrollo de la Cultura Castreña en Asturias. El Museo del Castro Chao Samartín es de visita obligada para enterder la estructura y evolución del castro.

 

Descubrimiento e inicio de las excavaciones

Aunque la existencia de antiguas fortificaciones en el lugar era recogida en los diccionarios geográficos elaborados durante los siglos XVIII y XIX, el Chao Samartín fue reconocido como castro en 1967 por José Manuel González, tras la visita realizada en compañía y por indicación de José Lombardía Zardaín.

Una década después tuvo lugar el acontecimiento que habría de determinar el inicio de las excavaciones arqueológicas y la revisión de lo hasta entonces conocido del mundo castreño en el occidente de Asturias.

El protagonista de aquellos hechos, José María Navieras Escanlar, “Pepe el Ferreiro”, describió el acontecimiento en la prensa regional con todo tipo de detalles.

Su relato apasionado resume el descubrimiento casual de una cabaña bajo las, por entonces, tierras de labor del Chao que se convirtió durante meses en entretenimiento arqueológico de un grupo de voluntariosos vecinos.

La preocupación del señor Naveiras hizo posible la conservación de aquel extraordinario material y el conocimiento de su existencia por los investigadores universitarios.

Las excavaciones arqueológicas dieron comienzo en 1990 como consecuencia de la revisión, durante la elaboración del inventario arqueológico del concejo, de aquellas piezas custodiados con encomiables mimo por D. José María Navieras Escanlar, en el Museo Etnográfico de Grandas de Salime.

Las campañas de excavación se sucedieron con regularidad hasta 2009, como parte del Plan Arqueológico Director de la Cuenca del Navia, bajo la tutela y patrocinio del Principado de Asturias, de la Asociación de Amigos del Parque Histórico del Navia y la colaboración del Ayuntamiento de Grandas de Salime.

Hasta 1994 las excavaciones fueron dirigidas por Elías Carrocera Fernández, profesor de la Universidad de Oviedo, y a partir de 1995 por el equipo de técnicos coordinados por Ángel Villa Valdés.

Historia del asentamiento castreño

El origen del Chao Samartín como asentamiento estable se remonta a la Edad del Bronce, cuando en torno al año 800 a. C., se estableció sobre su explanada superior un primer recinto fortificado.

Durante la Edad del Hierro las defensas fueron renovadas en varias ocasiones para dar protección a un poblado en el que, a partir del siglo IV a.C., están presentes los rasgos más característicos del hábitat castreño: fosos, murallas de módulos, cabañas de planta simple para uso doméstico o de grandes dimensiones para el servicio comunitario. También se construye en esta época la primera sauna y se atestiguan talleres metalúrgicos relacionados con la transformación del oro, la plata y el bronce.

Bajo dominio romano, el castro se transforma en una próspera capital administrativa bajo el control del ejército imperial. Fue destruida por un terremoto durante el siglo II d.C.

Sobre sus ruinas, ya en tiempos altomedievales, se instaló una necrópolis vigente en tiempos de la monarquía asturiana.

La conservación de las ruinas

Las tierras altas del valle del Navia disfrutan un clima de tendencia continental en el que, durante los meses de estío las temperaturas alcanzan valores propios de regiones meseteñas mientras que el frío, la lluvia, el hielo y la nieve protagonizan un invierno largo y crudo.

Desde que dieran comienzo las excavaciones en el Chao Samartín, la preocupación por reducir, en lo posible, los efectos negativos que tanto la excavación como los agentes meteóricos producen sobre las ruinas condicionó sustancialmente la actuación arqueológica y, en buena medida, la imagen que el yacimiento ofrece al visitante, muy diferente a la de asentamientos castreños emblemáticos como Coaña, Pendia o San Chuis.

La mayor parte de las construcciones exhumadas del Chao Samartín fueron levantadas con mampostería ordinaria escuadrada y uso predominante de pizarra. Como único aglutinante se utilizó el barro. Esto significa que una vez destruida parcialmente la pared y desprovista de todos sus elementos portantes y protectores lo que resta de la estructura se enfrenta al lavado continuo de sus materiales.

Un proceso acelerado por la continua exfoliación del material pizarroso que, en alguno de los edificios, ha significado la desintegración de varias hiladas descubiertas en buen estado de conservación pocos meses antes. Al igual que el azucarillo sumergido en el café, su desaparición integral es, tan sólo, cuestión de tiempo.

Para evitar estos riesgos fue puesto en práctica un modelo sencillo, reversible, ajeno a la estructura protegida y de fácil manipulación mediante una cubierta ligera y manejable de pizarra local sobre estructura de castaño.

Las ventajas que aporta son evidentes: evita la entrada de aguas y acumulación de humedad en el interior de las paredes, disminuye notablemente el lavado superficial de las mismas e impidió, durante los años de acceso libre, el tránsito de curiosos sobre los muros.

El protagonismo visual excesivo que sin duda toma sobre el conjunto de las ruinas parece un sacrificio más que razonable a la espera de soluciones más atractivas.

Estructura del castro

Durante la visita guiada al castro se pueden observar los siguientes elementos.

Los fosos exteriores

Hacia el Este, el flanco más vulnerable del asentamiento se extiende una doble línea de trincheras excavadas en la roca, que se prolongan a lo largo de unos 100 m con dirección norte-sur, con el fin de impedir el acceso al recinto amurallado por el itinerario más accesible. Se obligaba de esta forma a practicar la entrada al poblado por su tramo meridional, el más expuesto y donde se concentran, en torno a las puertas del recinto, poderosas fortificaciones renovadas a lo largo de varios siglos.

En los perfiles estratigráficos, que alcanzan los 5 m de profundidad, puede aún apreciarse la prolongada secuencia que ilustra los periodos de vigencia, abandono y revitalización experimentados por estas trincheras a lo largo de varios siglos, desde su instalación, durante la Edad del Hierro, hasta su reutilización militar durante el siglo I d.C., bajo dominio romano.

 

La muralla

El descubrimiento de esta fortificación proporcionó la primera evidencia arqueológica de la existencia de un poblado anterior al de época romana.

Posee una larga historia en la que se sucedieron, a lo largo de varios siglos, episodios de ruina, reforma y reconstrucción hasta su inutilización definitiva.

Los tramos de muralla hoy visibles se caracterizan por su compartimentación en unidades yuxtapuestas de acuerdo con un procedimiento común en muchos otros castros asturianos. Son las denominadas murallas de módulos.

Su presencia en castros tan distantes de la región como Moriyón (Villaviciosa), La Campa Torres (Gijón), El Castillo de San Martín (Soto del Barco), Llagú (Oviedo), Castillo Veneiro (Tineo) o Folgosa (Grandas de Salime) señalan esta costumbre defensiva como uno de los rasgos más representativos de los poblados fortificados de Asturias durante la Edad del Hierro, entre los siglos IV-I a.C.

 

El poblado

A la sombra de la muralla aún se conservan algunos ejemplos magníficos que ilustran los rasgos más representativos de las cabañas castreñas prerromanas.

A pesar de algunas reformas posteriores, puede comprobarse en su diseño original el uso predominante de la pizarra en el alzado de las paredes y la preferencia por plantas sencillas, circulares o rectangulares pero con esquina de naipe, evitando siempre cualquier tipo de medianería.

En ellas no se observa indicio alguno de compartimentación interna y su cubierta se cerraba mediante urdimbre vegetal.

Fue precisamente el descubrimiento de una de ellas la que desencadenó los acontecimientos que habrían de llevar al inicio de las excavaciones en el castro.

Durante el siglo I d.C. el influjo de Roma provocó el paulatino abandono de las viejas tradiciones constructivas con la adopción de soluciones extrañas que habrían de transformar sustancialmente la arquitectura de los espacios domésticos: subdivisión interior mediante tabiques interiores, plantas ortogonales, yuxtaposición de edificios que se cubren con losa de pizarra y desarrollo en altura.

La influencia romana en otras construcciones se manifiesta explícitamente con la implantación de edificios de nueva planta inspirados en los contubernia campamentales.

Frente a la puerta principal de acceso al poblado se abre uno de los espacios más singulares de cuantos se han descubierto en el Chao Samartín: un gran edificio abierto, a modo de plaza, que se alza frente a la puerta del poblado.

Construido sobre una extensión de unos 100 m2, se constituye como una gran sala de planta rectangular, totalmente pavimentada mediante losas de pizarra bien escuadradas que se disponen según un ritmo regular.Fue un espacio de uso comunitario concebido como escenario para la reunión y la representación social.

En realidad, nos encontramos ante una interpretación modesta, un tanto rústica, de los monumentales foros que centralizaban la actividad política y comercial de las ciudades.

A mediados del siglo II d.C., entre las construcciones que conformaban la trama edificada del poblado convivían obras de nueva planta junto a cabañas centenarias, más o menos transformadas por reformas que enmascaraban con retranqueos, añadidos, apertura o clausura de vanos su estructura prerromana original.

A la modificación formal de los edificios se añade, a partir de las últimas décadas del siglo I d.C., un proceso por el que se constituyen unidades domésticas complejas por agregación de casas y cabañas hasta entonces independientes.

La existencia de grupos familiares con una posición de privilegio respecto al resto de sus convecinos encuentra refrendo en el registro arqueológico que caracteriza sus hogares, donde las monedas y los adornos personales son frecuentes y las cerámicas de importación se recogen por centenares.

No en vano, sus propietarios hicieron uso de las primeras cerraduras y llaves metálicas conocidas en la historia de Asturias. Frente a la densidad de edificios conservados en esta área del poblado, el visitante podrá apreciar un aparente vacío en otras zonas inmediatas. En realidad esto no fue así. La ausencia de paredes se debe al cuidadoso vaciado de los muros durante los siglos VIII y IX de la era, en tiempos de plena expansión de la Monarquía Asturiana.

En aquella época, las ruinas aún visibles del poblado romano fueron parcialmente expoliadas mediante trincheras que, por fortuna, no alteraron los depósitos contenidos contra aquellas paredes ahora desaparecidas.

De esta forma, el trazado y distribución de los edificios ha sido reconocido a partir de las zanjas excavadas para su vaciado.

La acrópolis

En el año 800 a.C. el Chao Samartín era ya un asentamiento fortificado instalado en la explanada occidental del yacimiento. Al exterior, sobre la meseta oriental, se han identificado las endebles huellas del que debió ser un poblado coetáneo de cabañas y cierres fabricados con materiales perecederos.

En torno a la explanada superior que corona el Chao Samartín se dispusieron monumentales obras de cierre que, además de comprender un gran edificio y un bosquete de robles, facilitaban su identificación en la distancia.

El acceso se realizaba a través de una puerta abierta al mediodía, desde la que un camino ascendía hasta la gran cabaña. Frente a la puerta, en una pequeña caja de piedra con su cobertera al nivel de la calzada, se custodiaba parte de un cráneo humano.

El perímetro del recinto superior se encontraba a finales de la Edad del Bronce delimitado por una poderosa empalizada que alcanzaba probablemente los 4 m de anchura. Por el Este, un foso separaba el recinto del resto del poblado. En el centro de la explanada, frente a una gran roca, se alzaba un edificio construido con robustos postes de madera embutidos en paredes de mampostería.

La Acrópolis no muestra indicio alguno de uso residencial. Los descubrimientos singulares allí producidos más bien revelan un ambiente ritual que la presencia del depósito funerario, los objetos de bronce, la cabaña o la roca -referencia ancestral entre las comunidades precristianas- contribuyen a destacar. Fue, por tanto, un espacio ceremonial segregado de los lugares donde los habitantes del poblado realizaban sus actividades cotidianas.

La Domus romana y la necrópolis medieval

Sobre la ladera norte del yacimiento se han descubierto recientemente las ruinas de una domus romana construida durante el siglo I d.C.

Aunque su excavación apenas si ha comenzado, puede afirmarse que se trata de una casa de porte señorial, cuyas estancias se distribuyen en torno un atrio con peristilo columnado. Se trata de un edificio genuinamente romano.

Los muros fueron fabricados con mampuestos de talla informe alineados sobre su cara externa y amasados con mortero de cal. Este tipo de paramento que se denominada opus incertum era desconocido en la arquitectura castreña.

Las habitaciones conservan las cargas de mortero que enlucían sus paredes. Sobre ellas se aplicó un sorprendente repertorio ornamental mediante la aplicación de pinturas murales y estucos que realzan vanos y evocan elementos arquitectónicos como pilastras y cornisas. Las pinturas, realizadas al fresco sobre bocetos previamente burilados, representan motivos vegetales, geométricos, simulando en ocasiones la textura de piedras ornamentales como el mármol.

La completa excavación del conjunto requerirá con toda seguridad varios años de trabajo al sumarse, a la complejidad inherente del proceso en una ruina de semejante entidad, la superposición de una necrópolis medieval datada durante los siglos IX y X d.C.
Fuente y bibliografía:
Asociación Amigos del Parque Histórico del Navia. www.castrosdeasturias.es

Fotografías de Castro de Chao Samartín

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