Campo de iglesia de San Pedro de la Collada

Campo de iglesia de San Pedro de la Collada

La iglesia de San Pedro se localiza en el pueblo de Ceñal, concretamente en el barrio de El Bodegón, en un pequeño altozano distante algo más de doscientos metros del caserío y dominando el valle que se extiende a sus pies. Antes de abandonarse tras su incendio durante la Guerra Civil (1936-1939) y de construirse la nueva parroquial en el cercano barrio de La Collá, esta iglesia ya se conocía por el nombre de "San Pedro de Collada" sin utilizar el topónimo de Ceñal como sucede ahora. Los motivos para esta nueva denominación un tanto anómala hoy resultan desconocidos y deberían ponerse en relación con la evolución del poblamiento en la parroquia y el abandono de esta iglesia en fechas relativamente recientes.

Por su antigüedad, la iglesia forma parte del Inventario del Patrimonio Cultural de Asturias, en virtud de lo establecido en la Disposición Transitoria Tercera de la Ley de Patrimonio Cultural de Asturias, que así lo determina para "las edificaciones y en general los inmuebles construidos con anterioridad al año 1800", que expresamente no tengan abierta una ficha en dicho Inventario. Igualmente, está incluida en el Catálogo Urbanístico del concejo de Siero (ficha E-9), con el grado de protección "integral".

El incendio que padeció la iglesia en 1936 fue provocado por un vecino de Ceñal, aunque ya nadie sabe dar cuenta de su nombre ni de los motivos que le empujaron a ello que, por otra parte, se encuadran en la violencia anticlerical de los primeros meses de la guerra, sustanciada en la quema de iglesias. Los vecinos recuerdan que, cuando ésta finalizó, el párroco les consultó sobre la posibilidad de reconstruir la iglesia o levantar otra nueva en La Collá. Todos expresaron su deseo de seguir la primera opción, pero, en contra del parecer general, el párroco determinó elegir la segunda. Los vecinos son conscientes de que, mucho antes de pedirles opinión, el párroco ya había comprado unos terrenos en La Collá pensando en la construcción de una nueva iglesia, quizá, porque prefería contar con un edificio más cómodo, moderno y con más servicios.

De otra forma no se comprende cómo pudo desecharse la rehabilitación de la antigua, porque los daños sufridos durante el incendio no fueron tan graves como para dificultar o encarecer las obras en exceso. Únicamente bastaba con reponer la techumbre, consolidar algunos muros, rehacer la tribuna y las porterías, así como otras intervenciones muy menores. El actual estado de conservación de la iglesia permitiría fácilmente su reconstrucción, mucho más hace cuarenta años, cuando los muros no habían estado expuestos tanto tiempo a las afecciones meteorológicas como ahora. Hace unos años el Ayuntamiento de Siero estudió la posibilidad de proceder a su reconstrucción, si bien, por el momento, no se ha hecho nada al respecto y el proyecto permanece parado.

La primera noticia documental sobre esta iglesia se fecha en 921, dentro de las numerosas mandas que Ordoño II dispuso en su testamento a favor de la iglesia de San Salvador de Uviéu: "Sancti Petri de Collata". Siguiendo las conclusiones de Fernández Conde, este diploma forma parte de las falsificaciones elaboradas por el scriptorium del obispo don Pelayo que, para aumentar las propiedades de la Catedral de Uviéu, interpoló más bienes de los originalmente donados en los testamentos regios. Teniendo en cuenta esta prevención, sólo puede apuntarse que la fundación de la iglesia de Ceñal habría tenido lugar en fechas anteriores a la primera mitad del siglo XII, momento en que el obispo don Pelayo estaba ocupando la sede catedralicia (entre 1101 y 1130).

En la actualidad no se conserva ningún resto de la primitiva iglesia medieval, que fue completamente arrasada en las reformas realizadas en las siguientes centurias. Su fábrica actual data de los siglos XVI y XVII, aunque, al haberse quemado los libros parroquiales en la Guerra Civil, resulta imposible detallar en qué consistió cada una de estas fases constructivas.

Tejo de San Pedro de la Collada
Tejo de San Pedro de la Collada
La iglesia ofrece una planta rectangular de nave única y testero recto, con dos capillas cuadrangulares laterales y dos dependencias adosadas a ambos lados de la cabecera, destinadas a sacristía y posible despacho. De estos dos espacios auxiliares sólo se conserva el situado al Noreste de la cabecera, mientras que el anexado al Noroeste se manifiesta en la puerta que daría paso a su interior y en el encalado de los muros externos de la cabecera. Este esquema de "nave única, cabecera rectangular y capillas (...), sacristías u otras dependencias adosadas de forma anárquica" quedó fijado en el siglo XVI y posteriormente fue aplicado de forma reiterada, lo que, en unión de otros aspectos, permite datar el edificio de nuestra iglesia en época moderna. Sin embargo, en opinión de otros autores, esta iglesia muestra "claras reminiscencias con las iglesias prerrománicas, como la distribución de la nave o los ábsides laterales". El hastial del imafronte ofrece un ligero perfil ondulado de clara filiación barroca, que potencia su decoratividad y aporta cierta idea de movimiento a la fachada. Ésta se remata con una sencilla espadaña bífora con terminación a dos aguas. En el imafronte se localiza la puerta de acceso a la iglesia, compuesta por un arco peraltado, con amplio guardapolvo que enlaza con una imposta de listel. Su clave tiene una sencilla talla de una cruz sobre peana que, a su vez, apoya en un aspa. Junto a la puerta, encastrada en el muro, se encuentra una pila de agua bendita donde los fieles se santiguarían justo antes de entrar al espacio sagrado del interior de la iglesia. Sobre esta puerta, a cierta altura, se abre un óculo para iluminar el interior del edificio.

En el lienzo superior de los pies de la nave se observa una hilera de pequeños huecos que, posiblemente, sirviesen para encajar las vigas de soporte de una tribuna que ocuparía todo este paño y habría desaparecido en el incendio de 1936. A los laterales de la nave de abren sendas capillas que albergarían los altares y retablos de aquellos santos con más devoción entre los vecinos, pero hoy ninguno de ellos recuerda su nombre. El vano de acceso a estas capillas se resuelve mediante un arco de medio punto realizado en sencillo sillarejo.

Un gran arco triunfal de medio punto, construido con sillares bien escuadrados, separa físicamente la nave del presbiterio. Éste se encuentra elevado sobre una grada de piedra a la que se accede tras subir tres escalones. Dentro de ella, se conserva otra grada de menor tamaño sobre la que apoyaría el altar y retablo mayor. En el paño Noreste del presbiterio se abre una puerta adintelada desde la que se entra a un cuarto destinado a sacristía o despacho. En el costado opuesto hay otra puerta de idénticas características, aunque decorada con una cruz de malta estilizada, que daría paso a un cuarto desaparecido que seguramente cumpliría las mismas funciones que el descrito antes. La cabecera del presbiterio aún conserva restos de pintura rojiza formando un trampantojo de sillares sobre la carga y encalado del muro, enmarcado por una cenefa semicircular más gruesa.

En el muro del testero se abre una pequeña hornacina de medio punto donde la Tertulia Cultural "El Garrapiellu" colocó una pequeña escultura de un belén, con San José, la Virgen y el Niño Jesús acompañados de una mula y un buey, que presenta una placa indicando su fabricación en Contrueces (Xixón) el año 2002. Desde 1990, año de su creación, esta Tertulia venía colocando un belén en las ruinas de la iglesia y celebrando diferentes actos para reivindicar la protección del patrimonio asturiano en general y de esta iglesia y su tejo en particular, además de haber recuperado de "motu propio" la fiesta patronal de San Pedro.

La iluminación actual de la iglesia se resuelve mediante tres óculos: uno situado en el imafronte, otro en el paño sureste de la capilla del evangelio y otro en el noreste de la ubicada en la epístola. Sin embargo, estos vanos debieron abrirse durante una de las reformas modernas del templo, porque aún son visibles en el paramento las aspilleras que iluminaban la iglesia en fechas anteriores y que ofrecen una marcada raigambre románica. Éstas se localizan en la cabecera y los costados de la nave, y están recercadas con buenos sillares de arenisca y rematadas por arquillos monolíticos de medio punto, aunque todas ellas están cegadas con sillarejo. La cubrición de la iglesia, actualmente desaparecida, se resolvería con un tejado a dos aguas. El piso de la iglesia se cubre mediante losas de piedra arenisca, entre las cuales crece abundante maleza, y donde es posible ver cómo las raíces del cercano tejo han conseguido levantar algunas de ellas en su avance hacia el presbiterio. Los vecinos cuentan que, hace años, el Principado de Asturias concedió una subvención de un millón de pesetas para desbrozar y acondicionar la iglesia. Estos trabajos fueron desempeñados por algunos miembros de la Tertulia Cultural "El Garrapiellu" y los propios vecinos, quienes recuerdan que "se sacaron treinta sacos de escombros". Sin embargo, al no realizarse desbroces periódicamente, la maleza continuó avanzando y hoy casi nada deja intuir esta intervención.

Junto a la iglesia, al otro lado de la carretera que conduce hasta ella, se encuentra el cementerio parroquial circundado por un muro encalado. En su interior se levantó un pequeño altar para celebrar la misa el Día de Difuntos cuando no llueve, en cuyo caso ésta tiene lugar en la nueva parroquial. Esta circunstancia reafirma aún más la integración del cementerio dentro del conjunto formado por la iglesia y el tejo, agrupados bajo la denominación de "campo de la iglesia".

Fiestas y celebraciones

El incendio de la iglesia de Ceñal en 1936 y la posterior construcción de la nueva parroquial en La Collá, consagrada en 1976, han provocado que todos los recuerdos de los vecinos sobre la fiesta patronal de San Pedro (29 de junio) y las demás celebraciones religiosas estén vinculados a ésta última. La única excepción es el Día de Difuntos, que tiene lugar en el altar del interior del cementerio por una razón de puro pragmatismo, resultando más cómodo celebrar allí la misa y después visitar las tumbas de los familiares, en vez de hacerlo en La Collá , romper el desarrollo de la conmemoración y después subir hasta Ceñal en coche. De hecho, éste es el único día del año en que los vecinos visitan la iglesia, salvo cuando quieren arreglar las tumbas o recordar el aniversario de la muerte de un ser querido otro día cualquiera. En general, ahora consideran que "[la iglesia] mejor está abajo donde está, ¿eh?", es decir, que es más provechoso su actual emplazamiento en La Collá, porque cuenta con aparcamiento y permite estacionar a los coches y autocares, ventaja que no existe en la de Ceñal.

Los vecinos se lamentan de que la fiesta de San Pedro ya no se celebre con la intensidad de antaño, cuando las casas preparaban una comida especial a base de conejo o pollo, sacrificado para la ocasión, que suponía todo un acontecimiento frente al resto del año, en el que se cocinaban verduras y legumbres sin apenas incluir un acompañamiento de carne. La afluencia a esta fiesta ha decaído enormemente en la actualidad y los vecinos temen que, de seguir así, pronto desaparezca. También recuerdan que antes se celebraba la fiesta de San Roque (16 de agosto), santo al que estaba dedicada la cercana capilla del barrio de El Bodegón (Ceñal). Ese día se disponían en la plazoleta que hay frente a la capilla dos o tres "barracas" para servir bebidas, es decir, carros ampliados con "parigüelas" que funcionaban como si fuesen barras de bar, y se contrataba un gaitero para el baile de la fiesta. El preferido y más afamado era Pepe Blanco, conocido como Pepín de la Luz (1917-2007), que fue nombrado Gaitero Mayor de Xixón en 2007. Lo mismo sucedía en la fiesta de El Rosario, celebrada en octubre, en cuyo día se subastaba una "xata" comprada por los vecinos para la ocasión. En la actualidad todas estas fiestas han desaparecido y únicamente se festeja San Pedro, pero, como ya se ha indicado, su escasa convocatoria hace peligrar su futuro.

Sin embargo, este decaimiento de las fiestas religiosas tradicionales convive con el nacimiento y pujanza de otras celebraciones laicas de nuevo cuño, que ya no están protagonizadas por los vecinos sino por "gente de fuera", pero que han venido a reemplazarlas y ocupar su lugar ritual. Con ello nos referimos a la reunión que, desde 1993, celebra todos los años la Tertulia Cultural "El Garrapiellu" en diciembre, coincidiendo con el "solsticio de invierno", en las ruinas de la iglesia. Allí, colocan un belén en la zona del altar, bailan la danza prima alrededor del tejo, acompañados de gaita y tambor, y después disfrutan de una comida en el "campo de la iglesia". En 2012 se aprovechó esta cita para la presentación de la obra musical "La aldea perdida", compuesta por el gaitero Bras Rodrigo inspirándose en esta obra de Palacio Valdés. Esta celebración mezcla elementos "paganos" como el solsticio de invierno y el culto al tejo con otros elementos cristianos, contenidos en la imaginería católica del belén. En realidad, se trata de una recreación o reinvención moderna de los rituales antiguos que supuestamente se practicaban antes de la llegada del cristianismo. El recurso a la "Aldea perdida" encaja con este ideario de nostalgia y añoranza por un pasado que ya nunca volverá a repetirse, dentro de un discurso muy similar a la poética romántica, centrada en un tiempo mítico donde todo era original, auténtico y no había sido desvirtuado por influencias externas (cristianismo o minería en el caso de la novela valdesiana), y donde existía un respeto y convivencia con la naturaleza (campesinado, culto a los árboles). Lo interesante es cómo un mismo espacio, el "campo de la iglesia" con todos sus elementos, adquiere connotaciones y significados muy diferentes según sean las creencias, intereses, necesidades e ideales de los colectivos. Todo depende de la mirada de quien observa y no del objeto en sí. La iglesia y tejo de Ceñal han adquirido así un nuevo contenido que, pese a ser radicalmente distinto del que les dio origen, consigue revitalizarlos y readecuarlos a los nuevos tiempos, desempeñando un papel central dentro de un ideario místico nuevo que nace en el laicismo, pero que incluye rasgos del fenómeno religioso.

La Tertulia Cultural "El Garrapiellu" también celebra todos los años la fiesta patronal de San Pedro, pero al margen de la conmemoración oficial y vecinal de la iglesia de La Collá, si bien todo asistente es bienvenido y algunos vecinos se han animado a participar. Ese día tiene lugar en las ruinas de la iglesia una misa cantada en asturiano, a cuyo término se baila la danza prima alrededor del tejo, acompañados de gaita y tambor, mientras se cantan diferentes Sampedraes o cantares picantes recogidos en la villa de Siero por el folclorista Fernando de la Puente Hevia:

Santa Candele
mexaremos los casaos
pa que&l texu nun se seque.
Pa que&l texu nun se seque,
mexaremos los casaos
pa que&l texu nun se seque.
Santa Rebeca,
por munchu que lu mexeis,
esti texu nun se seca.
Santa Nemesia,
que bien parez esti texu
a la puerte de la ilesia.

A continuación da comienzo una comida campestre, seguida de diferentes juegos tradicionales en el "campo de la iglesia".

Este recién adquirido estatus de la iglesia y su tejo está íntimamente ligado con su estado de abandono, que enlaza con la "poética de la ruina" y su capacidad para atraernos, sin olvidar que Ceñal se encuentra a treinta minutos en coche de Xixón, sede de la Tertulia Cultural "El Garrapiellu" y lugar de procedencia de la mayoría de las personas que participan en esta celebración. Como bien indican los vecinos "¿tú sabes los que vienen de Gijón aquí?" refiriéndose a sus muchos asistentes. Todos estos factores explican por qué Ceñal ha sido el lugar elegido para celebrar esta reunión, en vez de otros enclaves que cumplen similares características, como podría ser Pirueño (Quirós), pero que quedan más distantes de esta ciudad. Los participantes en estas celebraciones razonan que esta elección se debe a que esta iglesia y su tejo son un "símbolu d&un abandonu del patrimoniu asturianu" y logran ejemplificar su mensaje mejor que otros elementos patrimoniales asturianos.

En 2008, la iglesia de Ceñal fue elegida para presentar el libro sobre la toponimia de la parroquia de La Collá, recogida por Inaciu Galán y Marta Lozano, acto que contó con la colaboración de la Academia de la Llingua Asturiana. Esta celebración y las enumeradas anteriormente confirman los nuevos usos de la iglesia y parecen garantizar su conservación en el futuro.

Análisis físico y cultural del tejo

Tejo de San Pedro de la Collada
Tejo de San Pedro de la Collada
Junto a la iglesia de Ceñal se levanta un imponente tejo masculino con cuatro metros de perímetro troncal, situado a la vera de la carretera que sube hasta aquí y conduce al pueblo de La Collá Trás. Según los cálculos de la Asociación "Amigos del Texu" su edad rondaría los cuatrocientos años, pudiendo así vincularse su plantación a la conmemoración de una de las reformas realizadas en la iglesia en el siglo XVII. No obstante, como viene siendo habitual, los vecinos defienden una cronología más antigua, de mil años, como una forma de remarcar su abolengo e importancia para el pueblo. Lo significativo es que acto seguido razonan que "yo digo qu&a lo mejor que el tejo fue plantao cuando se hizo la iglesia, esa iglesia dicen que ye del siglo trece me paez, y si ye del siglo trece el tejo tien mil años. Eso los paisaninos de antes, lo que pasa que ya no los hay, sabiánlo todo". Lo importante es que el tejo pertenezca a un tiempo antiquísimo, fuera de la memoria colectiva, porque esto es lo que le confiere un halo mítico, con independencia de que las cuentas cuadren o no, porque de seguir el argumento citado, el tejo tendría setecientos años y no mil.

Junto a la iglesia nueva de La Collá crece un tejo que, según indica una placa conmemorativa, fue plantado en 2002 por los jóvenes que finalizaron el sacramento de la confirmación ese año. Su estado de salud es bastante preocupante, por no decir crítico, porque presenta todas sus ramas secas, de un color ocre indicativo de haberse secado el árbol. Lo interesante es que el párroco se decidiese a plantar este tejo tanto tiempo después de haberse construido la iglesia, quizá porque ahora se está convirtiendo en una especie de "moda" y cualquier iglesia que se precie debe tener un tejo al lado.

Hace unos años, el Ayuntamiento de Siero colocó junto al tejo de Ceñal un cartel con un breve texto donde se explican las características biológicas de la especie, aunque curiosamente no se mencionen sus connotaciones culturales, como suele ser habitual en este tipo de señaléticas.

Afortunadamente, las recientes obras para acondicionar la traída de aguas a Ceñal y arreglar la carretera que sube a la iglesia no perjudicaron al tejo, gracias a la atenta vigilancia de los miembros de la Tertulia Cultural "El Garrapiellu", que se aseguraron de que las palas excavadoras y otras maquinarias no dañasen sus raíces. En la actualidad el tejo presenta una copa verde y frondosa, signo de su buen estado de salud, y una de sus raíces, de cuatro centímetros de grosor, se extiende dieciséis metros hacia el presbiterio de la iglesia, donde ha conseguido levantar algunas losas del suelo. Abella (2009: 92) explica este fenómeno en la búsqueda de la raíz de la materia orgánica producida por los enterramientos realizados en el interior de la iglesia, antes de prohibirse este tipo de inhumaciones en 1784 por insalubres.

Este mismo autor relaciona este hecho con la leyenda bretona que afirma que los tejos situados junto a los cementerios "extienden una raíz hasta la boca de cada difunto", narración que, de este modo, tendría cierta base científica. Los vecinos de la parroquia de San Pedro de La Collá solían coger ramitas del tejo para elaborar los ramos de flores que colocaban sobre las tumbas de sus seres queridos el Día de los Difuntos (1 de noviembre). Pero esta costumbre desapareció hacia la década de 1960, cuando las familias mejoraron su situación económica y pudieron comprar estos ramos en las floristerías, a los que consideraban de mayor distinción y calidad que los caseros: "Pa hacer los ramos de los difuntos, muncha gente cogía [ramitas de tejo], antiguamente cogíen ramos pa hacer los raminos de los difuntos, que los hacíen en casa, con flores que teníes tú, que sembrabes, margarites, dalies... hacíen raminos, cortaben ahí unes cañines y poníenles así, les florines así, colocaes, pa ponelo a los difuntos, porque no había dinero pa pagar ramos como hoy, fía (...) corté yo muncho, venía al cementerio y pa hacer un ramín a mi madre, pues cortaba ramines d&ehí pa poner les florines en medio y les rames alredor, les ramines del tejo, ay, madre, [lo hacía] muncha gente, fía (...) no, ahora ya la gente tien más dinero, ya compra ramos, pero antiguamente era así nenina".

Esta costumbre nos indica la fuerte vinculación que existía entre los vecinos y su tejo, pero sin caer en una reverencia extrema que lo convirtiese en tabú, sino que estos lazos se producían con normalidad, aunando lo cotidiano (coger ramas para elaborar un ramo) y lo festivo y excepcional (celebración del Día de Difuntos). En la mentalidad profundamente pragmática de los vecinos, no existía contradicción entre esta utilidad práctica del tejo y la simbólica que desempeñaba junto a los demás elementos del "campo de la iglesia". Es más, esta última quedaba reforzada con la primera, pues, de alguna forma, el tejo enlazaba con el mundo de los muertos, con lo sobrenatural, lo que estaba fuera del tiempo y espacio terrenal. El ofrecimiento de flores y ramas verdes el Día de Difuntos también conecta con la idea de lo vivo, de la naturaleza que se renueva a sí misma, de modo que con estos ramos se transmitía que los difuntos permanecían vivos en el recuerdo de sus familiares y amigos. El hecho de que el tejo sea un árbol perenne, cuyas hojas nunca se marchitan, reafirmaba y trabajaba en favor de esta concepción, sin olvidar que era un árbol que se encontraba muy a mano, justo entre la iglesia y el cementerio, que eran los polos sobre los que pivotaba la propia celebración del Día de Difuntos. En este caso, símbolo y praxis coincidían a la perfección y con total naturalidad.

En lo que respecta a la celebración de asambleas vecinales junto al tejo, los vecinos no recuerdan que se celebrasen allí, sino que el punto de encuentro era el roble de la plazoleta del barrio de El Bodegón. Aquí también se juntaban los jóvenes del pueblo formando tertulias que podían llegar hasta la madrugada. El abandono de la iglesia tras la Guerra Civil hizo que ya no fuese necesario acudir a ella salvo el Día de Difuntos y su localización alejada del caserío impidió que siguiese cumpliendo una función socializadora que terminó recayendo en la nueva parroquial de La Collá. Los vecinos más informados comentan que "allí [debajo del tejo] eren los antiguos, home, los de antes de la guerra y eso, reuníense allí todos, ellos arriba eren donde hacíen las reuniones y eso bajo el tejo, eso me paez que lo explica en este periódicu". Esta reflexión deja entrever que la prensa es uno de los principales transmisores del nuevo ideario sobre el tejo. Muchos vecinos guardan en casa los artículos periodísticos referidos a su iglesia y tejo para después mostrarlos orgullosos a todo aquel que pregunta por cualquiera de estos elementos. Da la sensación que no conceden crédito a sus propias experiencias y conocimientos, pero, en cambio, sí lo hacen con los escritos de la prensa, cuando en realidad debería ser justo al contrario.

Los vecinos no prestaban ningún cuidado especial al tejo: "nunca lo cucharon ni miraron por él, ¡jamás! que yo me acuerde...". Tampoco manifiestan una excesiva preocupación por él, seguramente porque se localiza en un lugar poco o nada frecuentado, fuera de su vista y alcance diario: "a nadie oyes hablar del texu, los que vienen son los del Garrapiellu, los de Medio Ambiente y eso... esos son los que se preocupan por él". Razonan que esto se debe a que "el pueblu ta fartucu de velu", aunque también se muestran orgullosos porque "viene mucha gente a velu".

En 2003 la Tertulia Cultural "El Garrapiellu" y Foro Arte Ciudá inauguraron la exposición "El texu, l&árbol d&Asturies" en la Casa de la Cultura de Siero y en la Obra Social de Cajastur de Xixón, en la cual los artistas Alejandro Mieres, Bernardo Sanjurjo, Fernando Alba, Pablo Maojo, Adolfo Manzano, Hugo O&Donnell, Benjamín Menéndez, María Jesús Rodríguez y Jaime Herrero expusieron diferentes obras inspiradas en el tejo de Ceñal. Los 420 euros recaudados en esta exposición se destinaron a conservar este tejo y los demás situados junto a las iglesias asturianas. También se abrió un número de cuenta bancaria donde poder realizar donaciones para colaborar en este objetivo y en la conservación de la iglesia de Ceñal. Esta iniciativa se completó con un diseño de Pablo Armesto, a modo de imagen corporativa, para conmemorar la exposición.

Fuente y bibliografía:
BOPA 61/2017, de 20 de septiembre

Fotografías de Campo de iglesia de San Pedro de la Collada

Dispones de 5 fotografías de Campo de iglesia de San Pedro de la Collada

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