Campo de iglesia de San Martín del Mar

Campo de iglesia de San Martín del Mar

La iglesia de San Martín del Mar se construyó a finales del siglo XVII, tal y como reza la inscripción que preside el presbiterio "AÑO 1685 SE H[I]ÇO", a raíz de la división de la antigua parroquia de San Miguel del Mar, que también incluía la actual de Tazones. En el interrogatorio de Tomás López, redactado en el último tercio del siglo XVIII, se indicaba sucintamente que la iglesia de San Martín "es nueva". Sin embargo, diferentes autores confundieron esta iglesia con la cercana capilla alto-medieval de El Requexu, entre ellos Pascual Madoz que, en 1848, escribía que la iglesia de San Martín "fue claustral perteneciente a los monges de San Benito; y aún se conserva parte de la capilla mayor con el nombre de Monasterio en una especie de islote cercado por el agua de la ría en pleamar".

Por su antigüedad, esta iglesia forma parte del Inventario del Patrimonio Cultural de Asturias, en virtud de lo establecido en la Disposición Transitoria Tercera de la Ley de Patrimonio Cultural de Asturias, que así lo establece para "las edificaciones y en general los inmuebles construidos con anterioridad al año 1800", que expresamente no tengan abierta una ficha en dicho Inventario. Igualmente está incluida en el Inventario de Patrimonio Arquitectónico de Asturias, donde cuenta con ficha propia (n.º 26).

Durante la Guerra Civil la iglesia de San Martín padeció un importante incendio. Ningún vecino recuerda su fecha exacta que, posiblemente, acontecería en 1936, justo un año antes de que Asturias dejase de pertenecer a la zona republicana: "durante la pasada guerra fue asaltada e incendiada por los marxistas, sufriendo por este motivo graves daños que, unidos al abandono en que quedó después del incendio, hacen necesario en la misma un repaso general para su reconstrucción". Según la memoria y presupuesto para la reconstrucción de la iglesia, elaborados en 1940, era necesario consolidar los muros internos y externos, pintar, rehacer la cubierta de la nave central y el cabildo, repasar el pavimento de este último, reponer la tribuna e instalar porterías y vidrieras. El presupuesto total de las obras ascendió a veintidós mil ochocientas ocho con treinta pesetas. Una parte fue aportada por la Dirección General de Regiones Devastadas (doce mil pesetas) y otra por los vecinos, que consiguieron recaudar tres mil ciento noventa y siete pesetas, además de aportar materiales, en concreto madera de castaño, arena y cal, colaborar en la mano de obra y prestar los medios de transporte necesarios. Finalmente, las obras se terminaron el 12 de agosto de 1944. Esta reconstrucción arquitectónica se acompañó de la reposición de todos los objetos religiosos y litúrgicos de la iglesia, destruidos en el incendio, incluidas las imágenes de santos y las campanas. Su adquisición se financió con los fondos de fábrica, sin olvidar que buena parte de estos elementos fueron donados por los propios feligreses entre 1940 y 1960.

Campo de iglesia de San Martín del Mar
Iglesia de San Martín del Mar
La iglesia ofrece una planta rectangular de nave única con testero recto. Al exterior presenta dos contrafuertes a la altura del ábside, posiblemente para dotar de estabilidad esta sección constructiva. A este núcleo arquitectónico se adosan un amplio cabildo que recorre los costados Suroeste y Sureste, y dos sacristías al Noreste. Es posible que el primero se añadiese en el siglo XIX, mientras que una de las sacristías, la que hace paño con el testero, se levantó en 1975 para mejorar el servicio de este espacio, incluyendo una toma de agua corriente.

El cabildo presenta una planta en L y se cubre con tejado a una sola agua. En el lado largo se optó por una solución porticada, consistente en tres columnas sobre zócalo pétreo, dos de fuste circular y una, la que ocupa la posición central, de fuste cuadrangular con esquinas biseladas. En el corto, adosado al imafronte de la iglesia, se prefirió una solución maciza que, pese a contar con puerta y ventana, impide la circulación de aire y ocasiona algunos problemas de humedad en la portada de la iglesia, donde un tapiz de moho cubre sus piedras. Al interior, el cabildo dispone de varios bancos corridos de piedra para que los feligreses puedan sentarse y conversar, sobre todo los días de lluvia y mal tiempo. La puerta principal de la iglesia se encuentra en el imafronte y consta de un sencillo arco de medio punto, de una única rosca y con impostas biseladas. Junto a ella se dispone una pila con agua bendita encastrada en el muro, para que los feligreses se santiguasen al entrar en el recinto sagrado de la iglesia. Llama la atención la posición fuertemente lateralizada de esta puerta que, en vez de ocupar el centro de la fachada, escora hacia la izquierda, aunque se desconocen los motivos para adoptar esta solución constructiva. Actualmente, lo habitual es que los feligreses utilicen la puerta arquitrabada que se abrió en el costado sureste de la iglesia. La estrechez del espacio que hay junto a la entrada principal, muy limitado por el tejo, seguramente determinó este cambio, prefiriéndose la puerta situada frente al amplio "campo de la iglesia", que permite la concentración de los feligreses antes y después de salir de misa.

El aspecto exterior de la iglesia se encuadra en la estética de los edificios religiosos rurales de finales del siglo XVII, destacando por su sobriedad, regularidad y proporción, y apenas evidencia las profundas intervenciones que experimentó tras su incendio. En el interior se llevó a cabo una reconstrucción muy respetuosa y tendente a recuperar su apariencia original, intencionalidad que no suele ser frecuente en las rehabilitaciones de las iglesias afectadas por la Guerra Civil. Únicamente el retablo mayor y las imágenes piadosas, de factura moderna, evidencian el desastre.

A los pies de la iglesia se desarrolla la tribuna, totalmente reconstruida entre 1940 y 1944, apoyada en un pie derecho de madera y con un antepecho de balaustres torneados. En ella sólo podían escuchar misa los hombres, mientras que las mujeres debían hacerlo en los bancos de la nave. Ésta se desarrolla a continuación. En sus muros laterales se abren sendas hornacinas, a modo de falsas capillas, que albergan las imágenes de la Virgen del Rosario (adquirida en 1948) y de Jesús del Sagrado Corazón. Junto a ellas, sobre peanas de madera, se disponen las tallas de San José y San Antonio de Padua. A continuación, un gran arco triunfal de medio punto, con impostas naceladas y realizado en caliza rosa o griotte, da paso al presbiterio, que se encuentra situado a una cota más alta que el piso de la nave. El retablo mayor que originalmente presidía este espacio fue sustituido por una sencilla hornacina encastrada en el muro, bordeada por un arco apainelado sobre columnas acordonadas de madera, que alberga la imagen de San Martín. A ambos lados, sobre dos peanas independientes, se sitúan el sagrario y una talla de la Virgen del Carmen. Lo realmente destacable del ábside es la bóveda tabicada que lo cubre, con unas falsas nervaturas y pechinas trazadas con pintura amarilla. Las segundas están decoradas con motivos sencillos de óvalos y cruces, mientras que en la clave se ha pintado en negro una cruz griega.

Además de las imágenes de santos ya señaladas, la iglesia cuenta con otras tallas religiosas, todas ellas adquiridas en la segunda mitad del siglo XX y depositadas en la sacristía vieja. Aquí se ha habilitado un sencillo altar con la imagen de la Virgen de la Asunción, acompañada por dos tallas de ángeles orantes (adquiridos en 1952), y también en ella se guarda una imagen del Niño Jesús.

La cubierta de la nave de la iglesia se resuelve mediante una sencilla armadura de madera vista de par y nudillo dispuesta a dos aguas, que le confiere cierto aire rural y arcaizante, aunque sepamos que se trata de una reconstrucción de los años 1940.

La iluminación original del interior del templo se resolvía con dos pequeñas ventanas arquitrabas abiertas en el paramento meridional, una de las cuales, la situada en el ábside, se cegó al construir la sacristía nueva. Posteriormente, quizá a principios del siglo XX, se abrió un amplio ventanal de medio punto en el costado noroeste para potenciar la iluminación de la iglesia.

La fachada principal se completa con una espadaña bífora, de perfil convexo, remate de frontón triangular y pináculos de bola, que contiene una cartela conmemorativa con los datos sobre su construcción. El texto se encuentra muy perdido por su exposición al viento, la lluvia y el sol, lo que unido a la imposibilidad de subir al campanario dificultan su lectura: "Se hizo este campa-/nario para servicio de los/ vecinos siendo [cura] propio/ don Francisco Solís Crespo/ Año de 1905". Sabemos que los vecinos trabajaron en las obras de la espadaña y que donaron una de las campanas, pero ambas desaparecieron durante la Guerra Civil, seguramente para fundirse y fabricar cañones. Las actuales campanas datan de la década de 1940: una, "de diez arrobas", fue comprada por la iglesia y la otra fue donada por una vecina. Ambas ofrecen interesantes inscripciones con datos sobre su benefactora y los talleres que las fabricaron. En la de la derecha se lee: "CAMPANA DE SAN MARTÍN DEL MAR/ HIJOS DE MURÚA/ VITORIA/ AÑO 1940" y en la de la izquierda "DONACIÓN DE/ DOÑA MARÍA TUERO ORDIERES/ FERNANDO VILLANUEVA SAENZ/ FUNDIDOS DE CAMPANAS/ VILLANUEVA DE LA SERENA/ BADAJOZ".

Salvo las humedades de la fachada principal, la iglesia se encuentra en muy buen estado de conservación. Sin duda alguna, esto se debe a los cuidados que le dispensa Angelita, vecina de San Martín, que periódicamente friega con lejía las piedras de la fachada para eliminar las manchas de humedad, se encarga de cuidar las flores que adornan el cabildo y los setos de rosas, camelias y hortensias del jardín del "campo de la iglesia", que han sido plantadas por ella misma desde hace años, limpia el interior de la iglesia, etc. Angelita también se encarga de lavar y planchar las sabanillas de los altares y toda la ropa de iglesia, enviándola después al Convento de las Clarisas (Uviéu) para que la almidonen. Es muy importante destacar esta labor, porque sin ella, la iglesia de San Martín no ofrecería el magnífico aspecto que luce en la actualidad. Esto muestra que, precisamente, la implicación de los vecinos con su patrimonio, su interiorización y la identificación que desarrollan hacia él son la clave para su correcta conservación. Por ello merecen un profundo respeto y consideración que no debemos olvidar a la hora de escribir estas líneas.

El cementerio parroquial se localiza a una distancia de trece metros de la iglesia, hacia el Este, en una pequeña elevación del terreno, y está rodeado por diferentes setos ornamentales plantados por Angelita, que aligeran la sobriedad de sus muros encalados y le confieren un aspecto agradable. En 1848, Pascual Madoz escribió sobre él que "contiguo a la parroquia y en un alto bien ventilado existe el cementerio". El acceso a su interior se realiza por una sencilla cancela de rejería con el acrónimo RIP (Requiescat In Pace: descanse en paz) en la parte inferior y ofrece un aspecto limpio y bien cuidado. Este cementerio forma, junto a la iglesia y el tejo, una unidad de significado, manifestada en la expresión "campo de la iglesia", que dota de contenido tanto al conjunto como a sus partes.

En la iglesia de San Martín la misa se oficia todos los sábados a las siete de la tarde, pero, además, esta iglesia es muy solicitada para celebrar bautizos, incluso por parte de padres que no son vecinos de la parroquia, sino que viven en Uviéu, Xixón o Madrid, pero que desde pequeños veranean en la zona o son miembros del cercano Club Náutico Albatros. Todavía el sábado 6 de julio de 2013 se celebró un bautizo en la iglesia, lo que no suele ser habitual en las que forman parte de este estudio, enclavadas en territorios con fuertes vacíos demográficos. También influye el hecho de que el templo tiene un entorno idílico, muy cuidado y atendido, gracias al esfuerzo de Angelita.

Fiestas y celebraciones

La fiesta de San Martín se celebra el 11 de noviembre a las doce de la mañana, anunciándose su inicio con unos voladores. Media hora después tiene lugar la misa cantada, a cuyo término se saca el santo en procesión para dar la vuelta a la iglesia por el camino que la bordea y después regresar al interior del templo. Hace tiempo que ya no se ofrece ni subasta ningún ramo, pero cuando aún estaba vigente esta costumbre, la subasta tenía lugar en el prado que se extiende entre la iglesia y el cementerio, no junto al tejo, mientras que el subastador se colocaba a la puerta del cabildo.

Quizá esto se deba a que el espacio que hay entre el tejo y la fachada de la iglesia es muy estrecho y apenas permite la reunión de cinco personas. La costumbre de ofrecer y subastar un ramo se mantuvo hasta 1991 en la fiesta de Nuestra Señora de los Ángeles, según consta en el programa de fiestas de ese año. Esta fiesta se celebra el 15 de agosto en la capilla prerrománica de El Requexu, siendo algo propio de este pueblo y El Puntal, sin implicar formalmente a los demás núcleos de la parroquia.

Hace unos años, Angelita compuso un poema dedicado a San Martín, que se leyó en las fiestas parroquiales y que condensa el cariño de los vecinos hacia su iglesia y su santo patrón:
Hoy, día de San Martín,
que tiene como patrón,
radiante con tus rayos de sol,
ya se celebró la misa en este sagrado templo,
que San Martín esperaba por momentos.
Ya salimos de la iglesia y vamos en procesión
para honrar a nuestro santo,
con el párroco Jesús y todos sus feligreses.
Al llegar al campo, campo de la santa cruz,
allí hace una parada para bendecir al pueblo.
Danos tu bendición con tu poderosa mano,
que alcance todos los barrios, hasta el barrio más lejano:
Requexo, El Puntal, Liñero y Llames.
Ya llegamos a la iglesia, final de la procesión,
a colocarte en el trono que tienes como patrón.
Adiós, San Martín bendito, hasta el año venidero,
si no nos vemos en la tierra nos veremos en el cielo.

En la fiesta del Corpus Christi, celebrada en junio, sesenta días después del Domingo de Resurrección, la custodia con la "santa forma" se lleva en procesión, sostenida por el cura y bajo palio, para exponerse en dos pequeños altares que, respectivamente, se encuentran junto al tejo de la iglesia, y a la entrada del camino que lleva hasta ella. Después se vuelve a la iglesia.

Análisis físico y cultural del tejo

Tejo de la iglesia de San Martín del Mar
Tejo de la iglesia de San Martín del Mar
Frente a la iglesia de San Martín, casi pegado al costado Suroeste del cabildo, se levanta un tejo femenino de trescientos veinte centímetros de perímetro troncal. Entre sus raíces han quedado atrapadas varias piedras que ahora forman parte de su tronco, hecho que suele llamar bastante la atención a los visitantes. Los vecinos destacan orgullosos que "viene muchísima gente preguntando pol texu", interés que ya no se extiende a la iglesia, que ha pasado a una posición secundaria para los turistas. Al lado del tejo, apoyado en el muro que deslinda una finca adyacente, se encuentra un altar de piedra donde se exponía a los fieles el Santísimo Sacramento durante la celebración del Corpus Christi. La localización de estos altares junto a los tejos viene siendo habitual en las iglesias visitadas durante este trabajo y reflejan la completa integración de estos árboles en los rituales religiosos y en las celebraciones de la comunidad.

El aspecto general del tejo es bastante preocupante y evidencia signos de sufrir algún tipo de afección seria que, de no atajarse a tiempo, podría provocar la muerte del árbol. Los vecinos indican que, debido a su delicado estado de salud, el tejo ha dejado de producir frutos (bolas rojas) desde hace dos años. La parte Oeste de la copa tiene las ramas peladas y secas, aunque la que mira al lado opuesto presenta gran frondosidad y verdor. Junto a ello, en el tronco existe un hueco de gran tamaño originado por la putrefacción de la madera, que se agrandó cuando algún desaprensivo encendió fuego en su interior, donde aún son visibles los restos de la carbonización superficial. Todo indica que el principal motivo para su deficiente salud es el alquitranado del terreno que lo circunda, que llega hasta el mismo tronco y perjudica seriamente a las raíces, aplastándolas con el peso e impidiendo su correcta aireación, aunque algunas han logrado romper esta capa de pavimento y asoman al exterior. Precisamente, la parte más dañada de la copa se corresponde con el terreno asfaltado, mientras que las raíces que se extienden bajo el prado adyacente, al estar bien aireadas y poder absorber los nutrientes del terreno sin dificultad, provocan que esa zona de la copa esté verde y frondosa.

Hace dos años, vinieron unos expertos a examinar el tejo y concluyeron que, afortunadamente, aún conservaba "una guía verde", lo que aseguraba su conservación, siempre y cuando se llevasen a cabo acciones complementarias. Pero, desde entonces, no se ha intervenido en el tejo en ningún sentido y la preocupación de los vecinos por su futuro ha crecido de forma alarmante. Como ellos mismos explican: "todos vienen a mirar pero nadie da uso de ello", en referencia a que todos estos análisis no se materializan en ninguna acción concreta en favor del tejo. Todos concuerdan en que lo óptimo sería retirar el asfalto que aprisiona el tronco y las raíces, incluso estuvieron a punto de hacerlo ellos mismos con mucho cuidado de no dañar las raíces, pero, al final, desistieron por temor a ser denunciados y multados por las autoridades públicas. Curiosamente, la protección de estos árboles singulares, regulada en el Plan de Manejo del Tejo aprobado por el Decreto 145/2001 de 13 de diciembre, está provocando en los vecinos una especie de miedo reverencial hacia ellos, hasta el punto de no atreverse a podarlos, fradarlos ni coger ramas o frutos, intimidados por las consecuencias legales de estas acciones. Esta actitud es bastante común en muchos de los pueblos visitados durante este estudio, donde los vecinos expresaban cierta consternación ante la pregunta de si cogían ramas del tejo para adornar la iglesia o engalanar los santos y ramos el día de la fiesta, para acto seguido contestar con una lacónico "no, no se puede, están protegidos". Esta interpretación errónea de la ley, fruto de la falta de comunicación entre la administración y los vecinos, está provocando la desaparición de las costumbres que pudiese haber en torno al tejo y sería aconsejable iniciar algún tipo de programa que explicase a los vecinos qué es lo que está permitido y prohibido en realidad. También sería oportuno adaptar este plan a la idiosincrasia propia de los pueblos y a los usos tradicionales de los tejos cultos o de iglesia, teniendo en cuenta que los vecinos son los principales interesados en conservarlo, como han demostrado en repetidas ocasiones.

Para proteger al tejo, los vecinos han colocado varias piedras a la entrada del sendero que conduce a la iglesia, impidiendo así que los coches aparquen junto a su tronco los días de fiestas y otras solemnidades. Estas piedras únicamente se retiran cuando se celebran entierros, para permitir el paso del coche fúnebre hasta la explanada del Sur. Esta iniciativa, junto a la manifiesta preocupación de los vecinos por el estado de salud del tejo, evidencia la profunda identificación que han desarrollado hacia él, hasta convertirlo en un símbolo identitario de la comunidad vecinal: "el texu ye uno más de la familia, de la familia de San Martín, ye un dolor verlo como así, no queremos quedar sin él, alguien tien que poner remedio (...) ¡ay!, fía, si nos desaparece esti texu aquí... esto ye un monumento pa los vecinos". Durante el trabajo de campo, los vecinos estuvieron de acuerdo con la declaración de Bien de Interés Cultural para su tejo e iglesia, pero también destacaron que siempre y cuando esto implicase intervenir sobre el primero para corregir su inquietante deterioro.

Fotografías de Campo de iglesia de San Martín del Mar

Dispones de 4 fotografías de Campo de iglesia de San Martín del Mar

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