Bosque de secuoyas del Monte Cabezón

Este bosque de secuoyas es especialmente singular por ser una especie inhabitual, que es muy poco común de contemplar formando masas en estado seminatural en España y que es capaz de alcanzar proporciones enormes y una gran longevidad. Se pueden contemplar 848 pies de Sequioa sempervirens y 25 pies de Pinus radiata.
Bosque de secuoyas del Monte Cabezón El bosque de Secuoyas del Monte Cabezón fue declarado en 2003 Monumento Natural por el Decreto 41/2003, de 30 de abril por su singularidad, Monumento Natural ya que es una especie inhabitual que puede alcanzar grandes dimensiones y una gran longevidad, de la que apenas existen masas en estado seminatural en España, puesto que la mayoría de los ejemplares plantados son pies aislados en arboretos y jardines botánicos.

Este bosquete está formado por 848 pies de Sequioa sempervirens y 25 pies de Pinus radiata. La singularidad que hace acreedor de especial protección a este bosquete de secuoyas radica en que se trata de una especie inhabitual en Cantabria, muy poco común formando masas en estado seminatural en España, capaz de alcanzar proporciones enormes y una gran longevidad.

La parcela de secuoyas del monte Cabezón se plantó en la segunda mitad de los años cuarenta del siglo pasado. Aunque ahora pueda resultar inesperada su presencia en este ambiente costero de Cantabria, su existencia responde a las circunstancias concretas de un período histórico marcado por la intención gubernamental, en el marco de la política autárquica del régimen franquista, de restringir al máximo la dependencia exterior, y los gastos que conlleva la factura de importaciones.

El deseo de dar al monte una mayor preponderancia en tanto generador de riqueza y recursos económicos, y la opción de las plantaciones como fórmula para solucionar los problemas forestales del país es incluso anterior. Ya en 1926 la Ley del Plan General de Repoblación había recomendado especial atención a las especies de crecimiento rápido y a su localización en las provincias cantábricas, debido a la importante disponibilidad de terrenos baldíos, y a las favorables condiciones climáticas.

Las primeras plantaciones en la región, con eucalipto, aparecen en el entorno de Torrelavega, y su madera se utiliza en un principio para el entibado de minas y la construcción. La fundación de SNIACE en 1939 es resultado de una política proteccionista respecto a los productos forestales con destino al sector industrial. La localización en Torrelavega se ve favorecida por el potencial del territorio costero inmediato para el cultivo del eucalipto.

La creación del Patrimonio Forestal del Estado, la constitución del Servicio de Montes en 1938, y la aprobación del Plan General de Repoblación en 1939 son algunas de las medidas adoptadas para favorecer el empeño de ampliar la superficie arbolada del país. En el año 1942 se constituyó el consorcio del monte Corona con el Patrimonio Forestal del Estado, dando comienzo al proceso de ordenación del mismo. Durante tres décadas la mayor parte de los terrenos de este monte, que incluían masas de frondosas y áreas de pastizal y matorral, fueron repoblados por especies foráneas, fundamentalmente Eucalyptus globulus y Pinus radiata y de forma experimental, a modo de ensayo y por tanto en parcelas mucho más reducidas, con roble americano (Quercus rubra), castaño japonés (Castanea crenata) o abeto de Douglas (Pseudotsuga menziezii). En ese contexto se plantan las secuoyas del monte Cabezón, que perviven hoy como reflejo de aquella política forestal, de aquel momento económico, y de aquella actividad experimental a la búsqueda de las especies madereras más adaptadas a las necesidades de producción industrial.

Sequoia sempervirens es un árbol muy robusto, de copa piramidal, que rebrota de raíz y en condiciones naturales supera con facilidad los cincuenta metros alcanzando con frecuencia el centenar. El tronco es derecho, muy grueso, de corteza oscura, esponjosa, profundamente fisurada, que puede alcanzar los cuarenta centímetros de espesor en los ejemplares añosos y se desprende en placas irregulares bajo las cuales aparecen otras nuevas de color rojizo. Las acículas, planas y de tono verde oscuro, se asemejan a las del tejo, y presentan como particularidad más notable dos bandas blanquecinas por el envés. Florecen al final del invierno para madurar las piñas, verdes primero y rojizas finalmente, en el otoño siguiente. Las flores masculinas son amarillas y las femeninas ovales y verdosas, de mayor tamaño.
Fuente y bibliografía:
Dirección General de Montes y Conservación de la Naturaleza de Cantabria

Fotografías de Bosque de secuoyas del Monte Cabezón

Dispones de 18 fotografías de Bosque de secuoyas del Monte Cabezón

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