Las rocas del jurásico de Asturias

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Este capítulo trata sobre las rocas jurásicas asturianas y, aunque aparentemente pueda no tener importancia, nos sirve para poder poner una "base", ya que cada tipo de roca o formación nos proporciona información sobre cómo se originaron, cuáles fueron las condiciones ambientales del periodo y, por tanto, de cómo vivían los diferentes organismos de la época, entre ellos los dinosaurios.

Las primeras citas; el azabache

Las primeras referencias que existen en Asturias sobre rocas jurásicas corresponden a aquellas, que ya desde finales del siglo XIII, hacen referencia al azabache. Y no sin motivo, ya que esta piedra, que puede considerarse hoy dia como una joya fósil, no es más que los restos fósiles de las plantas que convivieron con los dinosaurios en el Jurásico.

El azabache está formado por una mezcla heterogénea de materia orgánica a base de carbonatos y vitrinita (derivada de los polímeros que consitituyen las paredes celulares, como lignina y celulosa) y materia inorgánica. Es de color negro, compacto, suave al tacto, ligero y algo duro (3 - 4 en la escala Mohs), pero es bastante frágil. Su fractura es concoidea y el color de la raya pardo oscuro. Su combustión origina un humo negro, a veces maloliente.

Su origen está, según han revelado estudios recientes, en las plantas pertenecientes a la familia de las protopináceas que vivieron entre hace 200 y 65 millones de años, extinguiéndose a la vez que los dinosaurios. También procede de las araucariáceas, familia de plantas de la que es posible ver ejemplares en muchos parques y jardines asturianos. Los yacimientos de la costa jurásica asturiana, especialmente los comprendidos entre Gijón y Lastres, han sido los principales de la península y los que, junto al yacimiento de Whitby (Inglaterra), han surtido el mercado europeo del azabache durante siglos. Hoy día, debido a la falta de material, su comercio se encuentra en declive, pero aún así, el extraído de la La Marina, en Villaviciosa, es considerado el de mejor calidad del mundo.


Sin embargo es necesario dejar pasar cinco siglos, hasta el XIX, a encontrar referencias a las rocas jurásicas del litoral asturiano que hagan referencia a los fosiles que contienen. Los principales estudios de la zona se han producido en las ultimas décadas, especialmente desde el descubrimiento en 1969 de las primeras huellas de dinosaurio en la playa de La Griega por el geólogo Garcia – Ramos.

Los afloramientos jurásicos asturianos

Las rocas jurásicas asturianas afloran en la zona norte del Principado. Los mas occidentales se encuentran en Arnao (Castrillón) y en las zonas aledañas de Avilés, especialmente las situadas al este, como los barrios de El Pozón, Villalegre, Llaranes y Trasona. Desde Arnao se podría trazar una línea que limitaría la zona sur de los afloramientos jurásicos y que pasaría por Villabona, Pruvia, Celles, Lamasanti, Pandenes y Borines, atravesando los concejos de Castrillón, Llanera, Pruvia, Siero, Sariego, Cabranes y Piloña. Sin embargo, en estas zonas interiores, donde las rocas jurásicas se encuentran cubiertas por la intensa capa de vegetación, apenas han aportado fosiles de la época.

Pero es en la costa donde las rocas jurásicas producen los afloramientos mas importantes, ya sea por su espectacularidad, su conservación o la cantidad de fósiles aportados, algunos de ellos únicos en el mundo. Tienen su limite occidental en la zona O de Gijón, a la altura del puerto del Musel, donde la falla de Veriña pone en contacto las rocas jurásicas con las cuarcitas del Ordovícico de la Formación Barrios, más antiguas. La dureza de estas cuarcitas es la causante del abrupto relieve de muchas zonas de la costa centro de Asturias; estas cuarcitas forman los principales cabos de la zona, como el Cabo Peñas y el Cabo Torres. Desde aquí se extienden hasta el oeste del Arenal de Moris, en Caravia, donde desaparecen durante unos 3,5 km hasta la desembocadura del rio Acebo en Playa de Vega (Ribadesella). Las rocas que se encuentran en este pequeño tramo son calizas grises, areniscas, lutitas y conglomerados del Carbonífero, Pérmico y Triásico.

Desde la playa de Vega hasta la playa de Arra, al este de Ribadesella afloran de nuevo las rocas jurasicas, pero en esta playa, como ocurría en Gijón, una falla pone fin a este afloramiento jurásico; esta falla, que pasa por el centro urbano de Ribadesella, en la playa de Arra se adentra en el mar formando un cañón submarino de unos 4500 m de profundidad. Es notorio el cambio que esta falla produce en el acantilado, en el cual se observa con claridad la brusca transición entre las rocas jurásicas, fácilmente fragmentables, y las calizas carboníferas, más duras y homogéneas; así, esta dureza se traduce en la falta de derrubios en la base del acantilado, al contrario de lo que ocurre en la zona de rocas jurásicas; además, durante la formación y desarrollo de la falla, en el Cretácico y posterior levantamiento de la Cordillera Cantábrica, la actividad de la falla ha provocado numerosos pliegues y fracturas de las rocas jurásicas, mucho más frágiles que las calizas del carbonífero.

Las formaciones rocosas del Jurásico

Durante el Jurásico, que se extiende durante un largo periodo de 62 millones de años, Asturias, y también el resto de la Península, era totalmente diferente a como la vemos ahora; no existían las plantas con flores y tampoco la Cordillera Cantábrica ni otros elementos de relieve que hay actualmente; además, lo que hoy es la zona Cantábrica se encontraba en una posición más cercana al ecuador que hoy día. La apariencia del paisaje de aquella época correspondía con un sistema de zonas pantanosas, más o menos fangosas y con ascensos y descensos del nivel de mar, que la mayor parte del tiempo fue un mar somero.

Los materiales originados en otras zonas por procesos erosivos eran trasladados a zonas más bajas por diversos sistemas, como las redes fluviales, y depositados o sedimentados posteriormente cuando la velocidad del agua del río disminuía al llegar al mar. Estos materiales van formando sucesivas capas que llamamos estratos; el tipo de estrato depende del clima y de la erosión que se produce en cada época, por lo que su estudio es interesante para conocer las condiciones de épocas pasadas; la rama de la geología que estudia los sedimentos y estratos se llama estratigrafía. Los estratos superficiales de las zonas sedimentarias suelen tener una consistencia blanda, pero a lo largo del tiempo, a medida que se van acumulando nuevas capas, las inferiores tienen que soportar más peso y sus partículas, sometidas a mayor presión, se compactan, lo que unido a un aumento de temperatura, provoca cambios químicos que finalmente transforman el sedimento en roca dura.

Dependiendo de las características de los materiales sedimentados y sus transformaciones posteriores, las rocas que originan tendrán unas o otras carecterísticas, y los geólogos las agrupan bajo el nombre de Formaciónes, aunque también puede ser una formación dos tipos de rocas que se presenten formando una alternancia que las convierta en una unidad propia. De esta forma, es posible clasificar las rocas formadas durante el Jurásico asturiano en 6 formaciones diferentes, cuya superposición, de más antiguas a modernas, origina la columna estratigráfica. A continuación veremos cuáles son estas formaciones y sus principales características:

Formación Gijón (100-170 millones de años)

Las rocas más antiguas del Jurásico asturiano pertenecen a esta formación, que está formada por calizas, dolomías y margas grises, que pueden presentar tonos parduscos debido a la alteración superficial; estas se encuentran intercaladas con niveles de yesos, y fueron originadas en una época en la costa era fangosa, carbonatada y rica en sales y el clima era cálido y árido. Es característico de esta formación la presencia de intervalos de bastantes metros de espesor con un aspecto caótico marcado por numerosas brechas y una continuidad lateral, que es originado por la disolución de los yesos que se encuentran intercalados entre capas de calizas bastante fracturadas, y que acaban originando el colapso de las mismas.

Estas rocas las encontramos aflorando en zonas litorales como El Rinconín y el Cerro de Santa Catalina en Gijón y entre Huerres y el Arenal de Morís; también existen afloramientos en el interior, como los presentes en Colunga capital y el margen derecho de la ría de Avilés, entre otros.

Es una formación en la que no abundan los fósiles, y los pocos que hay presentan una baja diversidad. Éstos aparecen en densas acumulaciones llamadas lumaquelas, que están formadas por moldes de gasterópodos, lamilibranquios y ostracodos, que vivían en los fangos carbonatados y fueron acumulados por efecto de fuertes oleajes durante tempestades. Otros fósiles que se han encontrado son algunos ammonites y restos de galerías excavadas por crustáceos. Son característicos también los estromatolitos, abundantes localmente, que no son más que diferentes niveles de un fino bandeado formados por láminas claras y oscuras de espesor milimétrico, a veces con pequeños abultamientos. Estos fueron producidos por algas verdeazuladas, microscópicas, que eran capaces de acumular carbonato cálcico del agua del mar; existen estromatolitos vivos en la actualidad y se consideran como la primera evidencia de vida en la tierra, hace 3.500 millones de años, y como los primeros organismos fotosintéticos que aparecieron.

El clima árido y cálido favoreció la acumulación de yesos y la presencia de numerosas grietas de desecación en las rocas debido a la intensa evaporación.

Formación Rodiles (90-160 millones de años)

Esta formación fue originada durante un periodo de unos 62 millones de años en los que un mar abierto ocupó gran parte del territorio cantábrico, a veces con profundidades entorno a los 100 m. Está formada por capas delgadas alternantes de calizas y margas grises cuyo origen está en la acumulación de sedimentos calcáreos en el fondo de este mar. Afloramiento de la Formación RodilesLas primeras decenas de metros de esta alternancia son dominadas por calizas, y muestran evidencias del oleaje de la época junto con un aspecto noduloso, ya que se originaron en zonas someras; sin embargo, por encima de ellas predominan las margas en la alternancia, más oscuras, como resultado de la acumulación de los sedimentos en una zona más profunda y alejada de la acción del oleaje.

Los afloramientos de esta formación a veces presentan una espectacularidad impresionante, como ocurre con los que se encuentran en el extremo oriental de la playa de Vega (fotografía derecha, © Juan Luis Menéndez), en la de Peñarubia o en Serín. Existen estratos de esta formación que muestran una gran alteración debida la deformación del sedimento que produjeron grandes olas (tsunamis) producidas por movimientos sísmicos.

El contenido fosilífero de esta formación es bastante grande y diverso. Al tratarse de rocas con origen sedimentario marino, predominan fósiles de organismos marinos, entre los que destacan ammonites, belemnites, lamelibranquios, gasterópodos, crinoideos, ofiuras y braquiópodos. Se presentan también rastros de las galerías excavadas en el sedimento por crustáceos o gusanos y entre los vertebrados se han encontrado vértebras de plesiosauros e ictiosaurios, reptiles nadadores que vivieron en aquel mar y escamas de grandes peces.

La escasez de corrientes en las zonas profundas de este mar provocó situaciones de anoxia que conllevaron la muerte del plancton y su posterior deposición en el fondo. Su descomposición se realizó sin oxígeno y esto produjo su enriquecimiento en materia orgánica; el posterior cubrimiento de estos fangos carbonatados ricos en materia orgánica por otras capas de sedimento aumentarón la presión y la temperatura, y esto fue la causa de la transformación de esta materia orgánica en hidrocarburos (petróleo), que dan a la roca un color oscuro y un fuerte olor.

Además del plancton, en numerosas ocasiones ocurrió que debido a las tempestades, organismos que vivían en zonas más someras, como los braquiópodos, eran arrastrados y acumulados (lumaquelas) en estas capas profundas anóxicas; como respuesta a unas condiciones no adecuadas, se produjo el cierre de sus valvas y de esta forma murieron enterrados. Así, el petróleo formado por los efectos de la presión, acabó ocupando los espacios vacios en el interior de las conchas, por lo que ahora, si se rompe una de ellas, es posible encontrar pequeñas gotas de petróleo en su interior.

 

Formaciones La Ñora y Vega (150 millones de años)

Hace unos 154 millones de años, intensos procesos tectónicos produjeron la elevación del fondo marino, con la consiguiente retirada del mar. PaleosuelosLa emersión de las rocas originadas durante el periodo de hundimiento correspondientes a la Formación Rodiles, hizo que estas se expusieran al aire y comenzaron así los procesos erosivos externos que acabaron originando suelos ricos en carbonatos llamados caliches, que fueron colonizados por la flora y fauna continentales, y entre ellos los dinosaurios, que comenzaron su andadura por esta zona asturiana recién creada; restos de estos suelos se observan todavía en los alrededores de El Puntal y Huerres (ver fotografía derecha).

Antiguos ríos nacidos en este relieve recién creado, excavaron valles en estas rocas marinas, que posteriormente se rellenaron de sedimento y actualmente se observan como zonas de contacto muy netas entre las rocas marinas y las fluviales, como ocurre en la playa de Peñarrubia y Vega entre otros.

Los sedimentos eran aportados por la erosión de un frente montañoso silíceo interior y fueron transportados por los ríos hacia el este, donde sedimentaban en los valles excavados en las rocas marinas en gruesas capas que acabaron originando las gravas silíceas con arenas y arcillas rojizas intercaladas que forman la Formación La Ñora.

Por otra parte, los ríos meandriformes, cuya actuación se encontraba limitada a periodos lluviosos bastante espaciados y que discurrían entre llanuras de barro y arena, se encuentran ahora formando parte de la Formación Vega, compuesta por areniscas y lutitas rojizas como consecuencia de la intensa oxidación sufrida por su larga exposición al aire durante los periodos de sequía; en estas llanuras se desarrollaron charcas de agua dulce, como consecuencia de las lluvias, que fueron colonizadas por algas, ostrácodos y algunos helechos, que se reflejan entre las areniscas y lutitas como conglomerados y capas de calizas grises de origen lacustre. Un ejemplo de la relativa sequía durante este periodo lo constituyen muestras de raíces verticales y muy largas que constituyen una adaptación a ambientes secos para la busqueda de agua en capas profundas del suelo; estas raíces se muestran frecuentemente en esta formación como manchas de tonos verdosos (originados por la reducción del hierro alrededor del hueco ocupado por la raíz), que contrastan con los tonos rojizos de las areniscas y lutitas.

Las rocas de la Formación La Ñora se extienden entre la playa de Estaño (Gijón) y la playa de la Ñora (límite entre Gijón y Villaviciosa), mientras que las de la Formación Vega forman un afloramiento casi continuo entre Santa Mera (Villaviciosa) y el faro de Luces (Colunga), aunque aparacen de forma espontánea en La Griega, playa de Vega, Tereñes y la playa de Santa Marina. En las rocas de la Formación Vega se han encontrado los primeros fósiles de dinosaurios, como dientes, vértebras, huellas, además de algunos dientes de cocodrilos.

Formación Tereñes y Lastres (150 millones de años)

Tras el periodo de retirada del mar que provocó el ascenso a superficie de las rocas formadas durante el periodo anterior de ocupación marina, llegó otro en el que el mar sufrió un nuevo ascenso de su nivel y fue inundando poco a poco las zonas más bajas por las que discurrían los ríos meandriformes creados en la época anterior. La nueva costa que surgió tenía una orientación NO - SE, y los ríos desembocaban originando deltas en dirección NE. Ese mar estaba formado por pequeños deltas, marismas y pantanos, y era mucho menos profundo que el anterior. Los sedimentos carbonatados de color oscuro que cubrían el fondo del mar, eran ricos en materia orgánica y finas partículas de pirita, en los que quedaron atrapados pequeños gasterópodos y bivalvos (lumaquelas), además de troncos de árboles que eran arrastrados por las corrientes y posteriormente se hundían.

Estos fangos han dado origen a las últimas dos formaciones rocosas originadas en el Jurásico asturiano. La primera es la Formación Tereñes, formada por margas y calizas grises y negruzcas, y la segunda la Formación Lastres, formada por una alternancia de areniscas, margas y lutitas grises con algún nivel esporádico de conglomerados silíceos. La Formación Tereñes aflora en los acantilados cercanos a la localidad que lleva su nombre, cerca de Ribadesella, en el entorno de la playas de la Griega y Lastres y en el pedrero este del puerto de Tazones; han proporcionado muchos restos de peces y reptiles de la época, como huesos y dientes, además de numerosas huellas de pisadas de dinosaurios. Las rocas de la Formación Lastres se encuentran de forma continuada entre la playa de la Ñora y el puerto de Tazones, en Lastres y en numerosos acantilados de Ribadesella.

ripples fósilesEra frecuente que los bancos lodosos deltaicos fueran expuestos a menudo al aire debido a la evaporación del agua, lo que provocó la formación de numerosas grietas de desecación que han fosilizado y son visibles ahora en los estratos margosos de la Formación Tereñes. Esa evaporación también fue la causante de la formación de cristales de yesos y sales, que también se observan fosilizados en estratos delgados de la misma formación.

En la Formación Lastres se aprecian otras estructuras también de importancia, como son ondulaciones originadas por el oleaje y corrientes fluviales; las primeras ("ripples fósiles", fotografía derecha, © Juan Luis Menéndez) se presentan como surcos alargados y pararelos, y las segundas de forma más irregular y con aspecto linguoide. Es frecuente también en esta formación la presencia de numerosos troncos de árboles petrificados, que crecieron en las cercanías de los cauces de los ríos, algunos que conservan incluso sus raíces, mientras que otros fueron arrastrados por la corriente y enterrados en los sedimentos para originar, tras un recubrimiento posterior con petróleo, el azabache.


Juan Luis Menéndez

Juan Luis Menéndez

Me gusta la divulgación de la naturaleza y el patrimonio cultural, motivos por los que he decidido comenzar el desarrollo de asturnatura.com. Soy un amante de la botánica y la geología.

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Menéndez Valderrey, Juan Luis. "Las rocas del jurásico de Asturias". asturnatura.com [en línea] Num. 103, 27/11/2006 [consultado el 11/4/2024]. Disponible en https://www.asturnatura.com/temarios/geologia/dinosaurios/rocas-jurasico-asturias.
ISSN 1887-5068

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