Calcio, fósforo y magnesio

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De los 90 elementos químicos existentes en la naturaleza sólo 20 se reconocen como esenciales para la vida animal. Cerca del 4% del peso corporal lo constituyen las cenizas. En este sentido hay que tener en cuenta que la cantidad en la que un elemento mineral está presente en el organismo no es necesariamente indicativo de su importancia funcional. Así, el yodo, el cobre o el cinc se encuentran en cantidades muy pequeñas pero desempeñan funciones de gran importancia. Por otro lado, el hecho de que se encuentren vestigios de un mineral en el organismo, no implica que ese elemento sea esencial./p> Los elementos minerales se encuentran en el organismo formando parte de distintos compuestos:

  • Compuestos orgánicos: hemoglobina (hierro), tiroxina (yodo)...
  • Compuestos inorgánicos: hidroxiapatita [Ca10(PO4)6(OH)2], fluoroapatita [Ca10(PO4)6(F)2]...
  • Electrolitos: sodio, potasio, cloruro...

Al igual que el agua y las vitaminas, los minerales constituyen un grupo de nutrientes que no se digiere y que no aporta energía, pero que ejerce una importante función:
  • Estructural: forman parte de la estructura de distintos tejidos, entre ellos los huesos y los dientes.
  • Reguladora: forman parte de enzimas y hormonas que modulan la actividad celular, participando, además en el correcto funcionamiento de numerosas actividades vitales (ritmo cardiaco, contracción muscular, conducción nerviosa...)

Los elementos minerales se clasifican de acuerdo con la cantidad en que son requeridos por el organismo en:
  • Macrominerales: necesarios en cantidades de más de 100 mg/día, como calcio, sodio, cloro, azufre, fósforo, potasio y magnesio.
  • Microminerales: necesarios en cantidades de menos de 100 mg/día, como hierro, cobalto, manganeso, molibdeno, cobre, cinc, yodo, selenio, flúor y cromo.
  • Micronutrientes posiblemente esenciales: estaño, níquel, silicio y vanadio.
  • Elementos contaminantes: plomo, bario, litio, mercurio, boro, aluminio, arsénico...

El calcio, el fósforo y el magnesio son los principales minerales óseos. El hueso es un tejido conectivo mineralizado de estructura compleja en la que se incluye una matriz inorgánica formada fundamentalmente por cristales de calcio y fosfato. El magnesio forma parte también de esta estructura y, además, participa en los procesos de intercambio de estos minerales entre el hueso y otros tejidos.

El calcio, el fósforo y el magnesio participan en numerosos procesos biológicos de gran importancia, por lo que existe un complejo sistema de regulación homeostática que permite mantener sus concentraciones séricas en unos límites muy estrechos. Aunque en la regulación de la homeostasis mineral intervienen numerosos órganos y hormonas, los principales efectores son el intestino, el riñón y el hueso, sobre los que actúan las hormonas calciotropas, es decir, la hormona paratiroidea (PTH), la vitamina D y la calcitonina, modulando la absorción, eliminación y depósito, de manera que se mantengan unos niveles séricos constantes.


El Calcio

El Calcio es el quinto elemento más abundante en el cuerpo humano, siendo el mineral mayoritario. Así, en un varón de 70 kg, la cantidad media de calcio se estima en unos 1,2 kg, siendo ligeramente inferior en las mujeres, lo que representa entre el 1,5 y el 2 % del peso total del cuerpo.

Cerca del 99 % del calcio corporal está en forma de sales de hidroxiapatita sobre la matriz proteica del hueso y los dientes, mientras que el 1 % restante se localiza disuelto en el líquido extracelular y en los tejidos blandos del organismo.

Existe un equilibrio dinámico de este catión entre los distintos compartimentos corporales, de forma que el calcio disuelto del medio extracelular y parte del que se encuentra en el hueso son intercambiables. Así, unos 500 mg de calcio entran y salen del tejido óseo diariamente. En el hueso, el calcio está formando parte de dos tipos de depósitos: un pequeño depósito de calcio intercambiable, de unos 10 g, de fácil y rápida movilización, y otro depósito de calcio más estable, muy poco intercambiable, que representa el 99 % del calco óseo total. El hueso también puede actuar como reservorio de calcio y cederlo al plasma si su concentración disminuye por debajo de los niveles normales (9,0-10,2 mg/dl).

En el líquido extracelular, el 50 % del calcio se encuentra como calcio iónico libre, el 40 % unido a proteínas plasmáticas (mayoritariamente albúmina y globulinas) y el 10 % restante se encuentra formando complejos con aniones orgánicos e inorgánicos, sobre todo citrato y fosfato. El calcio iónico es la forma fisiológicamente activa y puede sufrir variaciones importantes con cambios en el pH, de manera que en situaciones de acidosis disminuye su unión a proteínas y en alcalosis aumenta.

Por el contrario, el calcio que forma parte de los dientes no es intercambiable en modo alguno.

Funciones del calcio en el organismo

El calcio, como el resto de los minerales, no aporta energía pero que ejerce importantes funciones estructurales y reguladoras.

  • Función estructural: el calcio es el principal elemento estructural de los dientes y los huesos. Los huesos están formados principalmente por cristales de hidroxiapatita, que contiene grandes cantidades de calcio y fosfato. El 30 % de la masa mineral ósea se forma durante los 3 primeros meses de vida, el 20 % hasta el inicio de la pubertad, el 30 % durante la adolescencia y el 20 % entre los 25 y los 30 años.
  • Señalización celular: el calcio juega un papel decisivo en la contracción y relajación de los vasos sanguíneos (vasoconstricción y vasodilatación), la transmisión del impulso nervioso, la excitabilidad neuronal, la contracción muscular y la secreción de hormonas.
  • Coagulación sanguínea: los iones de calcio inician la formación de coágulos sanguíneos al estimular la liberación de tromboplastina por las plaquetas y actúa como cofactor en la reacción de transformación de protrombina en trombina, lo que ayuda a la polimerización del fibrinógeno y a la formación de fibrina.
  • Cofactor de enzimas y proteínas: el calcio es necesario para estabilizar o permitir la actividad óptima de un gran número de serie de proteínas y enzimas.

Absorción, metabolismo y excrección del calcio

El calcio se absorbe fundamentalmente en el duodeno y el yeyuno, a pH ácido. En circunstancias normales se absorbe entre el 25 y el 75 % del calcio dietético, dependiendo de diversos factores, fundamentalmente de la cantidad de calcio ingerido y de su biodisponibilidad, la cual depende de:
  • Elementos Estimuladores de la absorción: pH ácido, lactosa, ciertos aminoácidos (Lisina y Arginina), cantidades moderadas de lípidos...
  • Elementos Inhibidores de la absorción: pH alcalino, oxalatos (coles, espinacas, cacao...), fitatos (salvado), algunos antibióticos (cloranfenicol, penicilina...), falta de ejercicio, ingesta elevada de lípidos...
  • Concentración plasmática de distintas hormonas.

Si bien un pequeño porcentaje se absorbe por difusión simple, paracelular y no saturable, la mayor parte lo hace mediante un proceso de absorción transcelular regulado fisiológicamente por la vitamina D, que estimula su paso tanto mediante acciones genómicas (síntesis de proteínas transportadoras) como no genómicas. Las dietas pobres en calcio, el déficit de vitamina D y la falta de respuesta intestinal a la misma (por exceso de glucocorticoides o de hormona tiroidea, síndromes de malabsorción...) son las causas más frecuentes del déficit de absorción del calcio, la cual también disminuye con la edad (un niño en crecimiento absorbe el 75 % del calcio ingerido, mientras que un adulto apenas el 40 %). Por otro lado, existe un umbral máximo de absorción diaria de calcio que se sitúa entorno a los 500 mg.

Entre las principales interacciones nutricionales del calcio a nivel absortivo cabe destacar:
  • Vitamina D: juega un papel decisivo en la regulación de los niveles plasmáticos de calcio. Las glándulas paratiroideas actúan como sensores de los niveles plasmáticos de calcio, de manera que secretan PTH cuando la concentración sérica de calcio disminuye por debajo de los niveles normales. El aumento en los niveles de PTH estimula la hidroxilación a nivel renal de 25 (OH) D3, 25 hidroxicolecalciferol o calcidiol por acción de la 25 (OH) D3-1-hidroxilasa, dando lugar a la forma activa, el 1,25(OH)2D3, 1,25 dihidroxicolecalciferol o calcitriol. El aumento en los niveles de calcitriol da lugar a cambios en la expresión génica que permitan normalizar los niveles séricos de calcio aumentando tanto la absorción intestinal como la reabsorción renal y movilizando calcio depositado en el tejido óseo.

  • Sodio: una ingesta elevada de sodio da lugar a un aumento de las pérdidas de calcio a través de la orina, debido, posiblemente, a que ambos compiten por ser reabsorbidos en el riñón o por un efecto del sodio sobre la secreción de PTH. Cada 2,3 g de aumento de ingesta de sodio (equivalentes a 6 g de sal) suponen un aumento en la pérdida de calcio a través de la orina de entre 20 y 40 mg. Es decir, que en una mujer adulta, cada gramo de sodio extra consumido al día supondría una pérdida anual de un 1 % de masa ósea, suponiendo que todo el calcio perdido procediese del tejido óseo.

  • Proteínas: cuanto mayor es la ingesta de proteínas, mayor es la pérdida urinaria de calcio debido a que el exceso de proteínas acidifica la orina, aumentando la solubilidad del calcio y su pérdida urinaria. Se ha estimado que cada gramo de proteínas extra consumido supone una pérdida adicional de 1,75 mg al día. Esto cobra gran relevancia dado que la ingesta proteica del conjunto de la población en los países industrializados suele ser mayor de la recomendada (0,75-1 g/kg de peso corporal al día).

  • Fósforo: este mineral suele encontrarse en alimentos ricos en proteínas y tiende a disminuir la pérdida urinaria de calcio. Sin embargo esto no compensa las pérdidas de calcio inducidas por la ingesta elevada de proteínas, ya que tiende a aumentar la liberación de calcio en las secreciones digestivas, lo que se traduce en un aumento de las pérdidas de calcio a través de las heces, además de reducir la conversión de vitamina de en calcitriol. Aunque no están del todo definidos los efectos de una ingesta elevada de fósforo sobre el balance de calcio y la salud ósea, es importante tener en cuenta que las bebidas refrescantes y muchos aditivos alimentarios tienen un contenido elevado de fósforo, por lo que la actual sustitución en muchos grupos de edad del consumo de leche y derivados por el de bebidas refrescantes es un tema de creciente preocupación en el ámbito sanitario.

La excreción de calcio se lleva a cabo fundamentalmente por vía renal y a través del tracto gastrointestinal. El calcio fecal procede de la fracción no absorbida de la dieta (origen alimentario), así como de restos celulares de la mucosa, jugos digestivos y bilis (origen endógeno). En este sentido es recomendable que las concentraciones de calcio y fosfato en la dieta sean similares, pues el exceso de cualquiera de dichos elementos aumenta su excreción en heces. La excreción urinaria se encuentra bajo control endocrino, estimulada por glucocorticoides, hormonas tiroideas y hormona del crecimiento e inhibida por la vitamina D, la hormona paratiroidea (PTH) y los estrógenos. Sólo el calcio plasmático no ligado a proteínas (60 %) es filtrado a nivel glomerular. El 70 % del calcio ultrafiltrado se reabsorbe en el túbulo proximal, condicionado por diferencias de concentración y de potencial, y mediante transporte celular activo (ATPasa magnesio dependiente e intercambio Na/Ca). El 20 % del calcio filtrado es reabsorbido en el asa de Henle por diferencias de potencial subsecuentes a la acción de la bomba Na/K e intercambio Ca/Na. En el túbulo contorneado distal se reabsorbe aproximadamente el 8 % del calcio filtrado de forma activa, siendo el segmento donde se produce la mayor regulación de la excreción de calcio.

El principal regulador de la excreción de calcio es la PTH, que disminuye la filtración y aumenta la reabsorción tubular, aunque por sus efectos a otros niveles la PTH puede aumentar la calciuria. El calcitriol, por su acción en el túbulo distal, promueve un aumento en la reabsorción de calcio, aunque, nuevamente por sus efectos en otros órganos, puede aumentar la calciuria. La calcitonina, por su parte, estimula la reabsorción tubular del calcio, si bien a dosis suprafisiológicas la inhibe. Normalmente existe un equilibrio entre la absorción intestinal neta de calcio y su excreción urinaria, permaneciendo constante el calcio extracelular e intercambiándose, con balance cero, calcio extracelular y calcio óseo. Así, con una dieta de unos 1000 mg de calcio, se absorberían unos 300 mg, se segregarían con jugos intestinales unos 125 mg y se eliminarían por las heces unos 825 mg, resultando una absorción neta de 175 mg. El hueso, en un proceso de remodelación constante, vierte al torrente circulatorio unos 500 mg pero requiere del mismo otros 500 mg. El riñón filtraría unos 10 g, reabsorbería 9825 mg y eliminaría 175 mg.

En el caso de que disminuya el calcio ingerido con la dieta, descendería la absorción de calcio y bajaría la concentración de calcio sérico, lo que estimularía la secreción de PTH, aumentando así la resorción ósea, la reabsorción renal de calcio y la producción renal de calcitriol. Éste aumentaría la absorción intestinal y la reabsorción renal de calcio y, en el hueso, favorecería la acción resortiva de la PTH. El balance entre entradas y salidas del organismo tendería a ser neutro, con estabilidad en los valores plasmáticos, pero a expensas de un balance negativo en el hueso. Fisiológicamente hay circunstancias que tienden a un balance general positivo, como ocurre con la formación de tejido óseo. En otras circunstancias hay tendencia a un balance negativo como en el embarazo, por los requerimientos fetales, o en la senectud, en que disminuye la capacidad absortiva intestinal, disminuye la capacidad de sintetizar vitamina D, etc. y se mantiene la estabilidad en los niveles de calcio sérico a expensas de perder masa ósea. En todas estas situaciones se hace necesario incrementar el aporte dietético de calcio.

Fuentes alimentarias del calcio

Entre las principales fuentes dietéticas de calcio se encuentran la leche y los derivados lácteos, así como los frutos y frutas secas, las legumbres, algunos pescados y mariscos y verduras de hoja verde. No obstante, además de la cantidad de calcio, debe tenerse en cuenta la biodisponibilidad del mismo, debido fundamentalmente a la presencia de oxalatos y fitatos que, como ya hemos comentado, son potentes inhibidores de la absorción de calcio.

Deficiencia del calcio

La carencia de calcio puede ser ocasionada por un aporte dietético insuficiente, por deficiencia en vitamina D o por una relación Ca/P muy baja en la dieta. Dado que el hueso actúa como reservorio de calcio, es difícil que se mantenga una situación de hipocalcemia, por lo que el efecto de una carencia de calcio es una insuficiente mineralización de la matriz ósea.

No obstante, el principal problema relacionado con la salud ósea, la osteoporosis, es un fenómeno multifactorial en el que la ingesta de calcio constituye únicamente uno de los múltiples factores que influyen en su desarrollo y progresión. Otros factores son la deficiencia de estrógenos, el tabaquismo, enfermedades metabólicas (por ejemplo, hipertiroidismo), el uso de algunos fármacos (por ejemplo, corticosteroides) y el sedentarismo, entre otros. El riesgo de desarrollar osteoporosis aumenta con la edad y es mayor en las mujeres que en los hombres. A su vez, el riesgo de sufrir una fractura ósea osteoporótica está relacionada con el pico de masa ósea alcanzado y con la tasa de desmineralización que tenga lugar una vez que se ha alcanzado este pico de masa ósea. Una vez que se ha alcanzado la talla adulta (entorno al inicio de la segunda década de la vida), se sigue formando hueso hasta la tercera década de la vida. Entre los factores que más influyen en el pico de masa ósea que pueda alcanzarse están la predisposición genética, el estilo de vida (fundamentalmente el ejercicio físico) y el aporte dietético, no sólo de calcio, sino también de vitamina D. Así, una de las principales estrategias para prevenir el desarrollo de osteoporosis es optimizar el pico de masa ósea.

Exceso de calcio

Las ingestas excesivas de calcio de procedencia alimentaria son muy poco frecuentes, pero sí pueden tener lugar por el consumo de suplementos de este mineral, de manera que dosis superiores a 2 g/día pueden ocasionar hipercalcemia.

La hipercalcemia puede tener efectos más o menos graves dependiendo de la intensidad de la misma. Además de interferir en la absorción de otros cationes divalentes, tales como hierro, magnesio, manganeso y cinc, la hipercalcemia puede ocasionar estreñimiento, náuseas, poliuria y cálculos renales y, en situaciones extremas, la pérdida del tono muscular, el coma y la muerte del individuo. Por estos motivos, y dado el creciente uso de suplementos de micronutrientes y de alimentos enriquecidos en este mineral, The Food and Nutrition Board of the Institute of Medicine de los Estados Unidos de América ha establecido un Nivel de Ingesta Máxima Tolerable (=Tolerable Upper Intake Level, UL), que pueden permitir un uso más racional de estos productos.

El fósforo

El fósforo es el sexto mineral más abundante en el organismo, representando entre el 0,8 y el 1,1 % del peso corporal. La mayor parte del fósforo (80 %) forma parte, junto con el calcio, de la matriz mineral de huesos y dientes. El resto se encuentra fundamentalmente en los tejidos blandos y disuelto en el líquido extracelular, en forma de sales inorgánicas y, sobre todo, orgánicas. En el plasma, donde se puede encontrar unido a calcio, magnesio, sodio y proteínas, su concentración es de 3-4,5 mg/dl en adultos, mientras que en los niños es algo mayor. La bilis, el jugo pancreático y el jugo intestinal contienen una considerable proporción de fósforo, contribuyendo a mantener el equilibrio entre la ingestión de sodio y su excreción fecal.

Funciones del fósforo

El fósforo es un elemento estructural clave en el organismo, formando, junto con el calcio, cristales de hidroxiapatita, que constituyen la matriz mineral de huesos y dientes, además de formar parte de los fosfolípidos, principal elemento estructural de las membranas celulares. El fósforo desempeña, además, otras funciones importantes:
  • Producción y almacenamiento de energía, siendo básico en la producción de ATP y fosfato de creatina.
  • Forma parte de los ácidos nucleicos.
  • Participa en el metabolismo de hidratos de carbono, lípidos y proteínas.
  • Gran cantidad de enzimas, hormonas y segundos mensajeros intracelulares, dependen de la fosforilación para su activación.
  • Contribuye al equilibrio ácido-base en la sangre, formando parte del tampón fosfato y ejerce un importante papel amortiguador en el líquido intra y extracelular.
  • Forma parte del tejido nervioso, siendo indispensable para su adecuado funcionamiento, así como para mantener la actividad intelectual y sexual.

Absorción, metabolismo y excrección del fósforo

La absorción de fosfato está estrechamente ligada a la del calcio, aunque es más eficiente y más lineal con respecto al contenido dietético de fósforo. Por término medio se absorbe el 70 % del fosfato total presente en una dieta mixta, siendo también en este caso la vitamina D un elemento estimulador de su absorción. Por su parte, los fosfatos de sodio o de calcio son poco o nada asimilables.

Entre las principales interacciones nutricionales del fósforo a nivel absortivo cabe destacar el Calcio y la vitamina D. La regulación de los niveles plasmáticos de calcio y fósforo están interrelacionados debido a las acciones de la PTH y la vitamina D, si bien la regulación del fósforo no es tan estrecha como la del calcio.

La PTH estimula la conversión a nivel renal de vitamina D en su forma activa, calcitriol, que estimula, no sólo la absorción intestinal de calcio, sino también de fósforo. Tanto la PTH como la vitamina D estimulan la resorción ósea, que da lugar a la liberación al plasma tanto de calcio como de fósforo. La principal diferencia en este sistema de regulación es que la PTH estimula la reabsorción renal de calcio, diminuyendo sus pérdidas urinarias, pero aumenta la de fósforo cuando su concentración plasmática aumenta en relación con la de calcio.

La excreción de fosfato se produce por vía renal y por el tracto gastrointestinal. La mayoría del fosfato es ultrafiltrable, pero se reabsorbe más del 85 % del fosfato ultrafiltrado, fundamentalmente en el túbulo proximal vinculado al transporte Na/K y a un cotransporte Na/P. La PTH es el principal regulador de la eliminación final de fosfatos, inhibiendo, como hemos visto, la reabsorción tubular. La excreción fecal de fosfato endógeno es estimulada por el aumento de la fosfatemia que, a su vez, es ocasionado por la elevación de la concentración de la PTH.

Durante la infancia y la adolescencia el balance de fósforo es positivo, al igual que para el calcio, permitiendo el incremento del tejido óseo.

Ingesta recomendada de fósforo

La relación Ca/P en la dieta debe oscilar entre 0,5 y 2, siendo la relación ideal mayor de 1.

Fuentes alimentarias de fósforo

Se encuentra ampliamente distribuido en la naturaleza en forma de fosfatos, tanto en alimentos de origen animal como vegetal, si bien la leche y los productos lácteos, las carnes y los pescados son fuentes especialmente ricas de fósforo. En este caso también hay que tener en cuenta que la biodisponibilidad del fósforo no es igual en todos los alimentos, siendo notablemente menor en algunos productos de origen vegetal como los frutos secos y las legumbres.

Deficiencia de fósforo

No suelen darse situaciones de carencia de fósforo, ya que, como hemos visto, está presente en cantidades importantes en un gran número de alimentos y se absorbe en una proporción relativamente alta. Así, salvo que existan problemas de regulación del fósforo en el organismo (afecciones intestinales como la enfermedad celiaca, hiperparatiroidismo primario...) son muy raras las situaciones carenciales de este mineral. En cualquier caso, si se desarrolla una hipofosfatemia sus efectos pueden incluir pérdida de apetito, anemia, debilidad muscular, raquitismo (en niños), osteomalacia (en adultos) y susceptibilidad a infecciones aumentada, entre otros.

Exceso de fósforo

En individuos sanos es poco probable que pueda desarrollarse una hiperfosfatemia como consecuencia de ingestas excesivas de fósforo. Sin embargo, en pacientes con problemas renales (insuficiencia renal, glomerulonefritis aguda y crónica...) o hipoparatiroidismo es más probables que se desarrolle esta situación. El exceso de fósforo es responsable de síntomas fundamentalmente musculares, como la tetania.

Magnesio

El magnesio es el segundo catión más abundante en el medio intracelular, siendo su contenido de unos 25 g en el cuerpo de un adulto. El 60 % está en los huesos, que, junto con el músculo (27 %), constituyen la reserva corporal de magnesio. El resto se localiza en el interior de las células de los tejidos blandos (6-7 %) y en menor proporción en el plasma (1 %), en una concentración de 1,4-2,5 mg/ml, del cual el 50 % se encuentra en forma iónica, el 20 % ligado a proteínas séricas y el resto formando complejos con aniones.

Funciones del magnesio

Al margen de su función estructural en la matriz mineral del hueso, el magnesio está implicado en más de 300 funciones metabólicas esenciales para el correcto funcionamiento del organismo, entre las que cabe destacar:
  • Producción de energía: el metabolismo energético de lípidos e hidratos de carbono requiere numerosas reacciones dependientes de magnesio.
  • Síntesis de macromoléculas: el magnesio es necesario para la síntesis de ácidos nucleicos y proteínas y algunas de las enzimas que participan en la síntesis de hidratos de carbono y lípidos utilizan magnesio como cofactor.
  • Transporte de iones a través de las membranas celulares: el magnesio es necesario para el transporte activo a través de las membranas de iones como potasio y calcio. De esta manera el magnesio influye en la conducción de los impulsos nerviosos, en la contracción muscular y en el ritmo cardiaco.
  • Estabilización de la doble hélice del ADN: neutraliza las cargas de los grupos fosfato de los nucleótidos que tienen tendencia a separarse.

Absorción, metabolismo y excrección de magnesio

Por término medio se absorbe el 45 % del magnesio total presente en una dieta mixta, fundamentalmente en el intestino delgado, pero también en el estómago. Los factores que inhiben la absorción del calcio también dificultan la de magnesio, mientras que la PTH aumenta su absorción.

Entre las principales interacciones nutricionales del fósforo a nivel absortivo cabe destacar:
  • Vitamina D y Calcio: aunque la absorción de magnesio no es calcitriol dependiente, parece que esta molécula aumenta ligeramente la absorción de magnesio. Por su parte, una ingesta elevada de calcio no parece interferir en el balance de magnesio.
  • Cinc: dosis elevadas de cinc parece que interfieren con la absorción de magnesio disminuyéndola.
  • Proteínas: la ingesta de proteínas afecta a la absorción de magnesio, de manera que ingestas bajas disminuyen la absorción e ingestas altas la aumentan.

La excreción de magnesio se lleva a cabo por vía fecal, urinaria y biliar, siendo la excreción fecal la más importante cuantitativamente (50-80 %). El riñón conserva de forma muy eficiente el magnesio. De hecho, pese a que la mayor parte del magnesio circulante es ultrafiltrable, el 95 % del mismo es reabsorbido en el asa de henle y el túbulo proximal, permitiendo mantener los niveles de magnesio en el estrecho margen de sus valores de normalidad (1,8-2,2 mg/dl). Aunque el esquema general es similar al del calcio y el fósforo, en el caso del magnesio el reservorio también está constituido por tejidos blandos además de por el tejido óseo. Aunque la regulación de la cinética del magnesio no está tan clara como la del calcio y el fósforo, parece que circunstancias que aumentan los niveles de calcio y fósforo promoverían una pérdida renal de magnesio.

Fuentes alimentarias de magnesio

Las mejores fuentes alimentarias de magnesio son los vegetales, dado que el magnesio forma parte de la clorofila. Las nueces y otros frutos secos, así como las hortalizas y los cereales son ricos en magnesio, pero contienen fitatos y oxalatos que disminuyen su biodisponibilidad. Los alimentos de origen animal con mayor contenido en magnesio son la leche y los derivados lácteos, los huevos y los pescados.

Deficiencia de magnesio

Se considera deficiencia de magnesio cuando su concentración plasmática disminuye por debajo de 1 mEq/l. Generalmente se produce asociada a hipocalcemia e hipopotasemia.

Entre las distintas causas que pueden originar un déficit de magnesio están un aporte insuficiente de magnesio en la dieta, malabsorción intestinal, diuresis excesiva y diversas patologías, como la enfermedad de Adisson o cirrosis. La hipomagnesemia puede originar multitud de alteraciones, como fatiga, tetania, espasmos, trastornos simpáticos, accidentes cerebrovasculares, trombosis, trastornos digestivos, etc.

Exceso de magnesio

La hipermagnesemia aparece en situaciones patológicas como la insuficiencia renal agua o la nefritis crónica, ocasionando somnolencia, arritmias cardiacas y depresión del sistema nervioso central, entre otros síntomas. El exceso de magnesio puede combatirse por inyección de calcio.

Aida Lorenzo Corchón

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Aida Lorenzo Corchón. "Calcio, fósforo y magnesio". asturnatura.com [en línea] Num. 455, 16/12/2013 [consultado el 7/4/2024]. Disponible en https://www.asturnatura.com/temarios/biologia/energia-nutrientes-dieta/calcio-fosforo-magnesio.
ISSN 1887-5068

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