Cuaderno del miércoles 27 de octubre de 2021
Miércoles, 27 de octubre de 2021 (yo solo, en AUREA)
En un día cálido (para la época del año que era) y con el cielo completamente despejado, en principio sin apenas viento y con mar en calma o levísimamente rizado, con muy poco mar de fondo por zonas, especialmente al oeste de la boca norte de Cíes, de unos 2 metros de altura, pero bastante tendido (por otras zonas al oeste y suroeste de Cíes prácticamente nada: mar como un plato), con marea muerta, baja a las 14:45 horas, con 1,5 metros de profundidad, y alta a las 20:59 horas, con 2,6 metros de profundidad, con temperatura submarina ignorada y con visibilidad submarina aparentemente muy buena en el pantalán de Marina Davila, antes de zarpar, a las 14:10 horas, zarpé y puse rumbo hacia la boca norte de la ría, con idea de salir por ella a mar abierto en busca de rorcuales comunes.
Una vez superada en torno a un kilómetro por el norte Punta Cabalo (en el extremo norte de la isla Norte o de Monteagudo, de Cíes), viré al oeste para comenzar a alejarme hacia la zona de mar en donde esperaba encontrar a los rorcuales comunes (más o menos calculo que es a unos entre 7 y 9 kilómetros al oeste de Cíes, claramente mucho más allá de la distancia a la que se me permitiría alejarme con la AUREA de un abrigo o playa accesibles -que son 2 millas, nada más-).
En esa zona estaba cuando apareció un primer grupo de delfines comunes, con los que estuve un ratito, haciéndoles un vídeo con mi móvil SAMSUNG GALAXY S21 5G, que remití al grupo de los mariscomes, junto con los otros tres que hice este día, posteriormente, así como dos fotos bastante chulas de la puesta de sol desde el centro de la ría, a la vuelta. Los otros tres vídeos (también de diversos grupos de delfines comunes que me fui encontrando), se los hice, el segundo, mientras descendía la draga/manga de plancton al fondo, a unos 7 kilómetros al oeste de Cíes -ese grupo de delfines en concreto, como otro luego, se acercó a la barca mientras estaba quieto, a motor parado-, y los otros dos (tercero y cuarto) los hice a otros dos grupos que me encontré en el camino de regreso hacia Punta Cabalo. Los 4 vídeos, así como las fotos de la puesta de sol, por no ser de bichos que me quedase para mi colección, los conservo sólo como vídeos MDVCF NB (No de Bichos) y fotos MD NB (No de Bichos) en la carpeta correspondiente al día del evento. Tanto los vídeos como una de las dos fotos referidas, hechos con el móvil, fueron muy celebrados por los integrantes del grupo de wasap mariscom cuando se los envié, esa misma tarde.
En un momento dado, cuando ya estaba muy alejado al oeste de Cíes, observé saltar a un pez luna varias veces consecutivas, pero al acercarme hacia la zona en donde lo había hecho no llegué a verlo en superficie, con lo que no pude grabarlo, como hubiera sido mi intención.
Los bancos de sardinas que el día anterior había observado por doquier, esta vez escaseaban algo más, lo que no quita que, al paso de la barca, muchas de ellas volviesen a saltar fuera del agua como misiles. Lo mismo hicieron varias agujas pequeñas, pero esta vez estoy seguro de que fue porque a proa de la barca me acompañaban varios delfines comunes, y era de ellos de quienes querían escapar, saltando.
Finalmente, también reseño, como curiosidad, que cuando ya estaba cerca de Cíes observé cómo un ave marina de color parduzco y aspecto de ave rapaz acosaba sin miramientos a un alcatraz, mucho mayor que ella, que para escapar del acoso recurría a levantar el vuelo y volver a posarse un poco más alejado del intruso. Pero éste, invariablemente, volvía a volar en círculo sobre él y le daba continuas pasadas rasantes. Me acerqué y comprobé que el ave que incordiaba al alcatraz era, sin género de dudas, un Págalo parásito (la forma picuda de su cola me resultó inconfundible). Cuando quise disponerme a filmar la escena, el págalo se alejó definitivamente (sin duda molesto con la proximidad de la AUREA).
En cuanto a lo que hice el resto del día, antes de plantearme regresar (sobre las 18:00 horas), fue como el día anterior: patrullar durante muchas millas cuadradas de mar, alejado unos 7 u 8 kilómetros al oeste de Cíes, primero al oeste-suroeste y luego, de vuelta, al norte-nordeste, en busca de rorcuales comunes, aunque no llegué a ver surtidor alguno.
Visto que no aparecían rorcuales, decidí probar suerte dragando plancton con la draga/manga que confeccioné para ese propósito. En ese momento me hallaba en el punto más alejado de Cíes en el que estuve durante el día (se aprecia la distancia a Cíes en el segundo de los vídeos antes referidos, hecho a los delfines que vinieron a visitarme, a motor parado, mientras se me ve descendiendo al fondo el cabo de la manga de plancton).
Una vez desenrollado casi todo el cabo fino que uso habitualmente con la draga (calculo que descendí unos 70 metros de cabo, aproximadamente), comencé la acción de dragado exactamente a las 16:40 horas, llevándola a cabo desplazándome siempre en dirección norte, a velocidad reducida al máximo y durante 20 minutos, hasta las 17:00 horas.
Cuando icé la manga, observé que, para alegría mía, el recipiente de plástico que hace las veces de receptáculo venía a rebosar de una nube de organismos planctónicos, muchos de ellos microscópicos, de los que destacaban de forma abrumadora los diminutos copépodos calanoideos, pero también bastantes tunicados planctónicos, diminutas medusas y algún otro animal que inicialmente no pude identificar (como una suerte de diminuta criatura, de brillo tornasolado que frecuentemente se volvía de un luminoso azul turquesa, que nadaba ágil e incesantemente, y que luego, ya en casa, creí reconocer como un copépodo macho del género Sapphirina). Desde el primer momento observé que entre todos ellos había una forma tubular y alargada, de unos 2 centímetros de largo por menos de medio centímetro de diámetro máximo, de superficie rugosa y color entre transparente y amarillento/anaranjado, que enseguida identifiqué como un diminuto Pyrosoma atlanticum, lo que me llenó de alegría, al tratarse, sin duda, de una especie nueva para mi colección (cuando menos ésa). Hasta creí ver otro ejemplar, mucho más pequeño, y quizás un diminuto Bolinopsis infundibulum o un ctenóforo de aspecto parecido (que, también, habría sido especie nueva para mi colección, al haberse malogrado el único ejemplar de dicha especie que había logrado capturar hace muchos años, en los noventa del siglo pasado -si bien a aquel ejemplar, que acabó deshaciéndose por completo, había llegado a filmarlo y fotografiarlo en vida con medios analógicos, de película de súper 8 y fotos analógicas-).
Tras estibar los especímenes en el mismo receptáculo de la draga, al que puse su tapa que aseguré con cinta aislante, dejándolo tumbado dentro de la tina de tapa amarilla que llevo a bordo, recogí el cabo de la draga e inicié el camino de vuelta a poca velocidad, intentando evitar los pantocazos, para que los especímenes, frágiles, no sufrieran en exceso.
Al llegar a Punta Subrido me situé al pairo, en un mar en calma, y llevé a cabo la separación en diversos frascos de vidrio de los especímenes que me quedaría inicialmente para mi colección, liberando al mar el resto (sobre todo a los copépodos calanoideos, en su mayor parte, que no me iba a quedar en ningún caso).
Ya entonces me escamó ver que los copépodos calanoideos se habían ido posando sobre los demás animales, asfixiándolos con su masiva presencia y no sé si depredándolos, directamente. Lo cierto es que eso me escamó no poco, porque, por ejemplo, el supuesto Bolinopsis infundibulum había desaparecido bajo una nube de aquellos animalillos, y directamente lo perdí. También observé, con pesar, que el Pyrosoma atlanticum había sufrido una presión similar, y aunque fui capaz de separarlo de la mayor parte de sus acosadores, no volví a verlo moverse por sus propios medios, y creo que ya entonces había muerto, segregando, de paso, una suerte de viscosidad a su alrededor (la buena noticia es que, al menos, ahora sé dónde y cómo intentar capturar otros de su especie y, quizás, de mayor tamaño, y en ese caso haré cuanto esté en mi mano para preservarlos en las mejores condiciones posibles).
Otro factor que pudo contribuir a la mortandad y deterioro de los ejemplares, dada su delicadeza, fue el empleo de recipientes de vidrio para estibarlos que quizás habían albergado en su día algún producto químico nocivo para ellos. Deberé extremar las precauciones en el futuro a ese respecto y asegurarme de llevar en la barca frascos y recipientes de plástico nuevos.
Cogí agua de mar fresca en Punta Subrido, para los trabajos que tenía por delante con mis especímenes, y reinicié el camino de vuelta, parando sólo para hacer las fotos a la puesta de sol antes referidas.
Una vez en casa (tras repostar, dejé la barca amarrada, lavada y con el motor endulzado, pues al día siguiente no saldría en ella, al dar lluvias el pronóstico del tiempo y tener trabajo de sobra que hacer con mis ejemplares), estibé los frascos con los especímenes en la nevera, con sus tapas abiertas y abundante y renovada agua de mar, para que pasasen la noche en las mejores condiciones posibles.
Al día siguiente, a mediodía, comencé la sesión de fotos y vídeo digitales para documentar mis capturas que definitivamente ingresarían en mi colección.
Dicha sesión la llevé a cabo en el estudio de nuestra casa de Vigo, y durante ella filmé y fotografié con medios digitales a todos los ejemplares de las cuatro especies que me había traído y que ingresaron en mi colección. Esta sesión la llevé a cabo básicamente con la luz de un flexo fluorescente dispuesto al efecto.
Todas las fotos y secuencias de vídeo (éstas todas filmadas en formato 4K) de esta sesión las hice con la cámara OLYMPUS TG5, exclusivamente con sus opciones de macro y microfotografía propias de la cámara y sin lupas interpuestas.
Por cierto, que por un fallo a la hora de cambiar el horario en los ajustes de la cámara submarina OLYMPUS TG5, los archivos de todas estas fotos y de las secuencias de vídeo hechas este día con esa cámara constan como hechas una hora antes de la real.
Para la sesión, sumergí sucesivamente a los ejemplares de las cuatro especies en una placa Petri con agua de mar, placa Petri que apoyé sobre un cristal transparente que, a su vez, hice reposar sobre dos columnas de cintas de vídeo VHS acostadas y distanciadas entre sí ambas columnas, de la altura equivalente al grosor de una cinta de vídeo VHS acostada cada columna, a fin de difuminar el fondo, que consistía en una cartulina de color negro, para incrementar el contraste a la vez que difuminaba el fondo.
Todas las secuencias de vídeo hechas durante esta sesión pasaron a formar parte de la PELÍCULA DE VÍDEO DE BICHOS Nº 24/2021, correspondiente por entero a este evento recolector. Así mismo, todas las fotos digitales hechas durante esta sesión las guardo en el CARRETE MD Nº 4/2021.
Tras la sesión, pasé los ejemplares de las tres primeras especies directamente a su solución fijadora y conservadora definitiva, de Formol al 4% con agua de mar, dentro, ya, de sus respectivos recipientes de conservación. En el caso del único individuo de la cuarta especie, opté por matarlo mediante congelación directa, y al día siguiente, tras descongelarlo y darle un breve baño en agua destilada, lo pasé a su solución conservadora definitiva, de Etanol Absoluto con escasa agua destilada residual, dentro de su recipiente de conservación definitivo.
Así pues, durante este miércoles 27 de octubre de 2021, para mi colección COGÍ:
- W/21/1- 1 ejemplar muy pequeño de Pyrosoma atlanticum (en realidad son 3 fragmentos del mismo, al haberse dividido accidentalmente el espécimen durante su manipulación), que es de esta especie FIJO, es E.N. y no vi más. Por ser el primero de esta especie que hallo en mi vida, me planteo seguir buscando con insistencia nuevos ejemplares, a ser posible de mayor tamaño y mejor conservados, ya que ahora sé dónde y cómo localizarlos y capturarlos. Desde el primer momento observé que entre los ejemplares que había dragado con la manga de plancton había una forma tubular y alargada, de unos 2 centímetros de largo por menos de medio centímetro de diámetro máximo, de superficie rugosa y color entre transparente y amarillento/anaranjado, que enseguida identifiqué como un diminuto Pyrosoma atlanticum, lo que me llenó de alegría, al tratarse, sin duda, de una especie nueva para mi colección (cuando menos ésa). Hasta creí ver otro ejemplar, mucho más pequeño, aunque luego no pude confirmarlo. El ejemplar, al tiempo de su captura, se desplazaba lentamente pero por sus propios medios dentro del recipiente plástico que hace las veces de receptáculo de la draga. Mientras lo hacía, pude observar como cada uno de los individuos que poblaban su superficie externa acababa de forma apuntada, como si se tratase de diminutas llamas (y, quizás de ahí, la denominación genérica de Pyrosoma, es decir: cuerpo de fuego). No obstante, cuando pude observarlo más tarde, fondeado en Punta Subrido, y pude desembarazarlo, en parte, de la nube de pequeños copépodos calanoideos que se habían agolpado sobre su superficie, comprobé que este ejemplar ya no se movía, y que, además, la forma apuntada de los extremos externos de los zooides había desaparecido, presentando éstos un aspecto como de verruguitas semiesféricas, amén de haber soltado una cierta cantidad de mucosidad transparente (entiendo que como medida defensiva) que envolvía a todo el ejemplar. Y en líneas generales, así lo pude documentar en las fotos y secuencias de vídeo que le hice y así conservo a este ejemplar. Entiendo que fue, precisamente, el ataque de los copépodos calanoideos lo que causó la muerte del ejemplar, y puede que, también, el haber utilizado un frasco de recolección (al que lo separé en cuanto pude aislarlo, ya en Punta Subrido) que presumiblemente había contenido en el pasado algún producto químico (anestésico, Formol, Etanol...). Habré de vigilar en el futuro no volver a usar este tipo de recipientes. Hallé a este ejemplar en el recipiente plástico que hace las veces de copo de la manga de plancton. El dragado en que se produjo su captura lo llevé a cabo cuando me hallaba a unos 7 u 8 kilómetros al oeste de Cíes, en el punto más alejado de las islas en el que estuve durante el día (se aprecia la distancia a Cíes en el segundo de los vídeos antes referidos, hecho a los delfines que vinieron a visitarme, a motor parado, mientras se me ve descendiendo al fondo el cabo de la manga de plancton). Una vez desenrollado casi todo el cabo fino que uso habitualmente con la draga (calculo que descendí unos 70 metros de cabo, aproximadamente), comencé la acción de dragado exactamente a las 16:40 horas, llevándola a cabo desplazándome siempre en dirección norte, a velocidad reducida al máximo y durante 20 minutos, hasta las 17:00 horas. Cuando icé la manga, observé que, para alegría mía, el recipiente de plástico que hace las veces de receptáculo venía a rebosar de una nube de organismos planctónicos, muchos de ellos microscópicos, de los que destacaban de forma abrumadora los diminutos copépodos calanoideos, pero también bastantes tunicados planctónicos, diminutas medusas y algún otro animal que inicialmente no pude identificar (como una suerte de diminuta criatura, de brillo tornasolado que, ya en casa, pude reconocer como un copépodo macho del género Sapphirina). Desde el primer momento observé que entre todos ellos estaba este ejemplar de Pyrosoma atlanticum. Tras separarlo del resto de lo dragado e introducirlo en un frasco de conservación con agua de mar fresca, regresé a casa y metí el frasco con este ejemplar en la nevera, con la tapa del frasco abierta, para que pasase la noche en las mejores condiciones posibles. Al día siguiente, a mediodía, comencé la sesión de fotos y vídeo digitales para documentar mis capturas que definitivamente ingresarían en mi colección. Dicha sesión la llevé a cabo en el estudio de nuestra casa de Vigo, y durante ella filmé y fotografié con medios digitales a este ejemplar. Esta sesión la llevé a cabo básicamente con la luz de un flexo fluorescente dispuesto al efecto. Todas las fotos y secuencias de vídeo (éstas todas filmadas en formato 4K) de esta sesión las hice con la cámara OLYMPUS TG5, exclusivamente con sus opciones de macro y microfotografía propias de la cámara y sin lupas interpuestas. Para la sesión, sumergí a este ejemplar en una placa Petri con agua de mar, placa Petri que apoyé sobre un cristal transparente que, a su vez, hice reposar sobre dos columnas de cintas de vídeo VHS acostadas y distanciadas entre sí ambas columnas, de la altura equivalente al grosor de una cinta de vídeo acostada cada columna, a fin de difuminar el fondo, que consistía en una cartulina de color negro, para incrementar el contraste a la vez que difuminaba el fondo. Las 2 secuencias de vídeo hechas a este ejemplar durante esta sesión pasaron a formar parte de la PELÍCULA DE VÍDEO DE BICHOS Nº 24/2021, correspondiente por entero a este evento recolector. Así mismo, las 30 fotos digitales hechas a este ejemplar durante esta sesión las guardo en el CARRETE MD Nº 4/2021. Así pues, durante la única sesión en la que documenté a este ejemplar (la del mediodía del día siguiente al de su captura), le hice un total de 2 secuencias de vídeo digital de la PELÍCULA DE VÍDEO DE BICHOS Nº 24/2021, correspondiente por entero a este evento recolector, así como un total de 30 fotos digitales del CARRETE MD Nº 4/2021 (de la foto nº 301 a la foto nº 330 de dicho carrete). Mientras preparaba al animal para la sesión de fotos y vídeo referida, decidí librarlo de los muchos copépodos calanoideos que aún estaban unidos a su superficie, así como desprenderle, en la medida de lo posible, la mucosidad que había segregado. Para ello, se me ocurrió utilizar la pequeña pipeta que me había regalado mi amiga Ada para succionar todos esos indeseados añadidos, pero tuve la mala fortuna de que al primer intento fue succionado al interior de la pipeta el espécimen entero, y que al apretar la pera para depositarlo, de nuevo, en el agua de mar de la placa Petri, éste se dividió en los 3 fragmentos referidos, de suerte que todas las fotos y secuencias de vídeo de este ejemplar, hechas con posterioridad a este suceso (y las únicas que le hice), muestran al ejemplar ya roto en esos 3 fragmentos. Tras la sesión, pasé a este ejemplar directamente a su solución fijadora y conservadora definitiva, de Formol al 4% con agua de mar, dentro, ya, de su respectivo recipiente de conservación. Así pues, finalmente conservo los 3 fragmentos de este ejemplar, en Formol al 4% con agua de mar, en un frasco de inyección guardado en .
- W/21/2- 1 ejemplar de Phialidium hemisphaericum (que es la forma medusoide del pólipo Clytia hemisphaerica), que es de esta especie FIJO, es E.N. (al menos, en lo que respecta a la fase medusoide, que tiene tal entidad como para haber recibido nombre científico propio, independiente del del pólipo que, por otra parte, no estoy plenamente seguro de poseerlo en mi colección, aunque creo que sí) y no vi más. Con una umbrella de aspecto semiesférico, bastante abultada, este ejemplar, de entre uno y dos centímetros de diámetro total, es completamente transparente, está dotado de unos entre 16 y 32 pequeños y cortos tentáculos apuntados (en el caso de este concreto ejemplar su número ronda la veintena), festoneando a intervalos regulares el borde inferior de la umbrella, pero carece de tentáculos largos como sí poseen, en cambio, especies como Liriope tetraphylla. Sobre la parte externa de la umbrella y en disposición radial, se observan unas estructuras alargadas, de aspecto almohadillado y color asalmonado, que no llegan a ocupar toda la longitud del radio de dicha umbrella (ni mucho menos, ya que ni parten del borde inferior de la misma, ni llegan al centro o ápice superior de ella). Además, se observa la existencia de 4 finas líneas radiales que, éstas sí, dividen a la umbrella en una suerte de 4 gajos, desde su borde inferior hasta su ápice central. Finalmente, la boca de este animal se abre al final de una trompa o manubrio en forma de embudo, que supera ligeramente en longitud el margen inferior de la umbrella. Dicha boca, de simetría tetrarradial, se abre en el extremo distal, inferior y más estrecho del manubrio, a través de 4 lóbulos que el animal entreabre y cierra frecuentemente. El ejemplar, al tiempo de su captura, se desplazaba nadando ágil, aunque pausadamente, mediante pulsiones realizadas por sus propios medios dentro del recipiente plástico que hace las veces de receptáculo de la draga. Cuando pude observarlo más tarde, fondeado en Punta Subrido, y pude desembarazarlo, en parte, de la nube de pequeños copépodos calanoideos que se habían agolpado sobre su superficie, comprobé que este ejemplar ya no se desplazaba, si bien seguía vivo y palpitando en el fondo del recipiente, con la umbrella como desinflada, algo arrugada y tendida sobre el resto del cuerpo. Dado que no llegó a recuperarse, en líneas generales fue así como lo pude documentar en las fotos y secuencias de vídeo que le hice posteriormente, y así conservo a este ejemplar. Entiendo que fue, precisamente, el ataque de los copépodos calanoideos lo que causó el deterioro del ejemplar, y puede que, también, el haber utilizado un frasco de recolección (al que lo separé en cuanto pude aislarlo, ya en Punta Subrido) que presumiblemente había contenido en el pasado algún producto químico (anestésico, Formol, Etanol...). Habré de vigilar en el futuro no volver a usar este tipo de recipientes. Hallé a este ejemplar en el recipiente plástico que hace las veces de copo de la manga de plancton. El dragado en que se produjo su captura lo llevé a cabo cuando me hallaba a unos 7 u 8 kilómetros al oeste de Cíes, en el punto más alejado de las islas en el que estuve durante el día (se aprecia la distancia a Cíes en el segundo de los vídeos antes referidos, hecho a los delfines que vinieron a visitarme, a motor parado, mientras se me ve descendiendo al fondo el cabo de la manga de plancton). Una vez desenrollado casi todo el cabo fino que uso habitualmente con la draga (calculo que descendí unos 70 metros de cabo, aproximadamente), comencé la acción de dragado exactamente a las 16:40 horas, llevándola a cabo desplazándome siempre en dirección norte, a velocidad reducida al máximo y durante 20 minutos, hasta las 17:00 horas. Cuando icé la manga, observé que, para alegría mía, el recipiente de plástico que hace las veces de receptáculo venía a rebosar de una nube de organismos planctónicos, muchos de ellos microscópicos, de los que destacaban de forma abrumadora los diminutos copépodos calanoideos, pero también bastantes tunicados planctónicos, diminutas medusas y algún otro animal que inicialmente no pude identificar (como una suerte de diminuta criatura, de brillo tornasolado que, ya en casa, pude reconocer como un copépodo macho del género Sapphirina). Desde el primer momento observé que entre todos ellos destacaba, por su mayor tamaño respecto de las demás medusitas del recipiente, este ejemplar de Phialidium hemisphaericum. Tras separarlo del resto de lo dragado e introducirlo en un frasco de conservación con agua de mar fresca, regresé a casa y metí el frasco con este ejemplar en la nevera, con la tapa del frasco abierta, para que pasase la noche en las mejores condiciones posibles. Al día siguiente, a mediodía, comencé la sesión de fotos y vídeo digitales para documentar mis capturas que definitivamente ingresarían en mi colección. Dicha sesión la llevé a cabo en el estudio de nuestra casa de Vigo, y durante ella filmé y fotografié con medios digitales a este ejemplar. Esta sesión la llevé a cabo básicamente con la luz de un flexo fluorescente dispuesto al efecto. Todas las fotos y secuencias de vídeo (éstas todas filmadas en formato 4K) de esta sesión las hice con la cámara OLYMPUS TG5, exclusivamente con sus opciones de macro y microfotografía propias de la cámara y sin lupas interpuestas. Para la sesión, sumergí a este ejemplar en una placa Petri con agua de mar, placa Petri que apoyé sobre un cristal transparente que, a su vez, hice reposar sobre dos columnas de cintas de vídeo VHS acostadas y distanciadas entre sí ambas columnas, de la altura equivalente al grosor de una cinta de vídeo acostada cada columna, a fin de difuminar el fondo, que consistía en una cartulina de color negro, para incrementar el contraste a la vez que difuminaba el fondo. Las 2 secuencias de vídeo hechas a este ejemplar durante esta sesión pasaron a formar parte de la PELÍCULA DE VÍDEO DE BICHOS Nº 24/2021, correspondiente por entero a este evento recolector. Así mismo, las 20 fotos digitales hechas a este ejemplar durante esta sesión las guardo en el CARRETE MD Nº 4/2021. Así pues, durante la única sesión en la que documenté a este ejemplar (la del mediodía del día siguiente al de su captura), le hice un total de 2 secuencias de vídeo digital de la PELÍCULA DE VÍDEO DE BICHOS Nº 24/2021, correspondiente por entero a este evento recolector, así como un total de 20 fotos digitales del CARRETE MD Nº 4/2021 (de la foto nº 331 a la foto nº 350 de dicho carrete). Tras la sesión, pasé a este ejemplar, aún vivo, directamente a su solución fijadora y conservadora definitiva, de Formol al 4% con agua de mar, dentro, ya, de su respectivo recipiente de conservación. Así pues, finalmente conservo este ejemplar, en Formol al 4% con agua de mar, en un frasco de inyección guardado en .
- W/21/3- 6 ejemplares gregarios y 2 ejemplares nodrizas y solitarios, nadadores y reproductores, del tunicado planctónico y sálpido Thalia democratica, que son de esta especie FIJO, ya NO son E.N. (esta especie ya estaba presente en mi colección por sendos ejemplares cogidos el sábado 3 de junio de 2006 y el sábado 15 de diciembre de 2007) y no vi más. Con un aspecto muy diferente entre los dos ejemplares nodrizas, solitarios y reproductores y los seis ejemplares gregarios y coloniales, no albergo duda alguna en cuanto a su determinación específica, destacando, en el caso de los primeros (los dos individuos solitarios, nodrizas y reproductores) la gran longitud de las dos afiladas expansiones posteriores (que pueden suponer en torno a la mitad de la longitud total de estos ejemplares, que calculo, grosso modo, en unos 4 centímetros de largo en el caso del mayor de los dos), así como las agudas prolongaciones de la túnica, si bien más cortas, en su mitad posterior. También es característica la forma abombada, en vista lateral, del extremo posterior de estos individuos, así como la presencia del cordón interior de micro individuos encadenados, como cuentas de un collar parcialmente enrollado sobre sí mismo, dispuestos para ir siendo expulsados al exterior, y que formarán los cordones de futuros individuos coloniales encadenados. La coloración de las vísceras de estos animales es blancuzca. A destacar, así mismo, la presencia de los haces de cordones musculares de estos individuos nadadores y solitarios. En cuanto a los otros individuos (los coloniales), lo más destacable es que su túnica los abarca por completo, dándoles un aspecto casi esférico u ovalado, y a través de ella se pueden observar los esbozos de prolongaciones agudas del manto, así como el pequeño saco visceral, de forma esférica y color manifiestamente azulado/violáceo. Inicialmente no identifiqué a ambos tipos de ejemplares como pertenecientes a la misma especie, ni mucho menos me atreví a determinar que la misma fuese Thalia democratica, motivo por el cual no sólo me quedé con estos 8 individuos para mi colección sino que, además, mantuve separados a todos los efectos -incluso a la hora de documentarlos mediante fotos y vídeos digitales- a los 2 ejemplares nodrizas, solitarios y reproductores, de los otros 6 ejemplares coloniales y gregarios (y así los conservo, en frascos separados pero bajo una similar etiqueta, tras comprobar su verdadera identidad específica, la misma para ambos tipos de ejemplares). Hallé a estos ejemplares en el recipiente plástico que hace las veces de copo de la manga de plancton. El dragado en que se produjo su captura lo llevé a cabo cuando me hallaba a unos 7 u 8 kilómetros al oeste de Cíes, en el punto más alejado de las islas en el que estuve durante el día (se aprecia la distancia a Cíes en el segundo de los vídeos antes referidos, hecho a los delfines que vinieron a visitarme, a motor parado, mientras se me ve descendiendo al fondo el cabo de la manga de plancton). Una vez desenrollado casi todo el cabo fino que uso habitualmente con la draga (calculo que descendí unos 70 metros de cabo, aproximadamente), comencé la acción de dragado exactamente a las 16:40 horas, llevándola a cabo desplazándome siempre en dirección norte, a velocidad reducida al máximo y durante 20 minutos, hasta las 17:00 horas. Cuando icé la manga, observé que, para alegría mía, el recipiente de plástico que hace las veces de receptáculo venía a rebosar de una nube de organismos planctónicos, muchos de ellos microscópicos, de los que destacaban de forma abrumadora los diminutos copépodos calanoideos, pero también bastantes tunicados planctónicos, diminutas medusas y algún otro animal que inicialmente no pude identificar (como una suerte de diminuta criatura, de brillo tornasolado que, ya en casa, pude reconocer como un copépodo macho del género Sapphirina). Tras separar a estos 8 individuos del resto de lo dragado e introducirlos en un frasco de conservación con agua de mar fresca, regresé a casa y metí el frasco con estos ejemplares en la nevera, con la tapa del frasco abierta, para que pasasen la noche en las mejores condiciones posibles. Al día siguiente, a mediodía, comencé la sesión de fotos y vídeo digitales para documentar mis capturas que definitivamente ingresarían en mi colección. Dicha sesión la llevé a cabo en el estudio de nuestra casa de Vigo, y durante ella filmé y fotografié con medios digitales a estos ejemplares. Esta sesión la llevé a cabo básicamente con la luz de un flexo fluorescente dispuesto al efecto. Todas las fotos y secuencias de vídeo (éstas todas filmadas en formato 4K) de esta sesión las hice con la cámara OLYMPUS TG5, exclusivamente con sus opciones de macro y microfotografía propias de la cámara y sin lupas interpuestas. Para la sesión, sumergí a estos ejemplares en una placa Petri con agua de mar, placa Petri que apoyé sobre un cristal transparente que, a su vez, hice reposar sobre dos columnas de cintas de vídeo VHS acostadas y distanciadas entre sí ambas columnas, de la altura equivalente al grosor de una cinta de vídeo acostada cada columna, a fin de difuminar el fondo, que consistía en una cartulina de color negro, para incrementar el contraste a la vez que difuminaba el fondo. Las 4 secuencias de vídeo hechas durante esta sesión a estos ejemplares (las dos primeras a los dos individuos nodrizas y solitarios, y las dos últimas a los seis individuos gregarios y coloniales) pasaron a formar parte de la PELÍCULA DE VÍDEO DE BICHOS Nº 24/2021, correspondiente por entero a este evento recolector. Así mismo, las 20 fotos digitales hechas a estos ejemplares durante esta sesión las guardo en el CARRETE MD Nº 4/2021. Así pues, durante la única sesión en la que documenté a estos ejemplares (la del mediodía del día siguiente al de su captura), les hice un total de 4 secuencias de vídeo digital de la PELÍCULA DE VÍDEO DE BICHOS Nº 24/2021, correspondiente por entero a este evento recolector, así como un total de 20 fotos digitales del CARRETE MD Nº 4/2021 (de la foto nº 351 a la foto nº 370 de dicho carrete). Tras la sesión, pasé a estos ejemplares, alguno de ellos aún vivo, directamente a su solución fijadora y conservadora definitiva, de Formol al 4% con agua de mar, dentro, ya, de sus dos respectivos recipientes de conservación (uno para los 2 individuos solitarios y otro para los 6 individuos gregarios). Así pues, finalmente conservo estos ejemplares, en Formol al 4% con agua de mar, en dos frascos de inyección guardados en .
- W/21/4- 1 ejemplar macho (absoluta y llamativamente iridiscente y tornasolado) de copépodo de la familia Sapphirinnidae, que es de esta familia FIJO (aunque de momento ignoro su género y especie), que NO sé si es E.N. (al existir en mi colección varios otros ejemplares machos de dicha familia -aunque ninguno de ellos se había mostrado tan llamativamente iridiscente como éste-, de los que también ignoro su género y especie, o al menos no puedo determinarlos con absoluta seguridad) y no vi más. Con el clásico aspecto de los machos de copépodos de la familia Sapphirinnidae, esto es: como diminutos (en torno a medio centímetro de largo como máximo) y alargados isópodos de frente redondeada y que se van estrechando paulatinamente hacia el extremo posterior, este ejemplar posee un gran cefalotórax (que ocupa en torno a un tercio de la longitud total del animal), seguido de 8 segmentos más bien estrechos, de bordes rectos en los segmentos delanteros y medios, pero que acaban siendo redondeados en el último par, un par de urópodos ovalados y levemente apuntados distalmente y un par de ojos rojizos, alargados y muy juntos entre sí, en la parte dorsal de la cabeza. Pero, sin género de dudas, lo más característico de este animal es el impresionante brillo tornasolado que exhibe su cuerpo, y que varía al instante entre un azul turquesa radiante y luminoso hasta un parduzco/verdoso, pasando por todas las gamas imaginables de iridiscentes violeta, verde/amarillento, rojizo, dorado, etcétera. Una auténtica paleta de colores brillantes, que la variación en la incidencia y en el ángulo de la luz que el animal recibe se encargan de alternar de forma instantánea, especialmente con los rápidos movimientos natatorios del animal. También deseo reseñar que éste es el primer ejemplar macho de copépodo de la familia Sapphirinnidae que hallo nadando libremente, es decir: no unido a un huésped (tunicados planctónicos, ctenóforos o medusas). Hallé a este ejemplar en el recipiente plástico que hace las veces de copo de la manga de plancton, nadando activamente a gran velocidad. El dragado en que se produjo su captura lo llevé a cabo cuando me hallaba a unos 7 u 8 kilómetros al oeste de Cíes, en el punto más alejado de las islas en el que estuve durante el día (se aprecia la distancia a Cíes en el segundo de los vídeos antes referidos, hecho a los delfines que vinieron a visitarme, a motor parado, mientras se me ve descendiendo al fondo el cabo de la manga de plancton). Una vez desenrollado casi todo el cabo fino que uso habitualmente con la draga (calculo que descendí unos 70 metros de cabo, aproximadamente), comencé la acción de dragado exactamente a las 16:40 horas, llevándola a cabo desplazándome siempre en dirección norte, a velocidad reducida al máximo y durante 20 minutos, hasta las 17:00 horas. Cuando icé la manga, observé que, para alegría mía, el recipiente de plástico que hace las veces de receptáculo venía a rebosar de una nube de organismos planctónicos, muchos de ellos microscópicos, de los que destacaban de forma abrumadora los diminutos copépodos calanoideos, pero también bastantes tunicados planctónicos, diminutas medusas y algún otro animal que inicialmente no pude identificar (como fue el caso de este ejemplar, que sólo una vez en casa pude reconocer como un copépodo macho del género Sapphirina). Tras separar este ejemplar del resto de lo dragado e introducirlo en un frasco de conservación con agua de mar fresca, regresé a casa y metí el frasco con este ejemplar en la nevera, con la tapa del frasco abierta, para que pasase la noche en las mejores condiciones posibles. Al día siguiente, a mediodía, comencé la sesión de fotos y vídeo digitales para documentar mis capturas que definitivamente ingresarían en mi colección. Dicha sesión la llevé a cabo en el estudio de nuestra casa de Vigo, y durante ella filmé y fotografié con medios digitales a este ejemplar. Esta sesión la llevé a cabo básicamente con la luz de un flexo fluorescente dispuesto al efecto. Todas las fotos y secuencias de vídeo (éstas todas filmadas en formato 4K) de esta sesión las hice con la cámara OLYMPUS TG5, exclusivamente con sus opciones de macro y microfotografía propias de la cámara y sin lupas interpuestas. Para la sesión, sumergí a este ejemplar en una placa Petri con agua de mar (si bien, para reducir su extraordinaria movilidad, hube de disminuir poco a poco la cantidad de agua de mar de la placa, limitándola a una fina película que recubriese su fondo), placa Petri que apoyé sobre un cristal transparente que, a su vez, hice reposar sobre dos columnas de cintas de vídeo VHS acostadas y distanciadas entre sí ambas columnas, de la altura equivalente al grosor de una cinta de vídeo acostada cada columna, a fin de difuminar el fondo, que consistía en una cartulina de color negro, para incrementar el contraste a la vez que difuminaba el fondo. Las 3 secuencias de vídeo hechas a este ejemplar durante esta sesión pasaron a formar parte de la PELÍCULA DE VÍDEO DE BICHOS Nº 24/2021, correspondiente por entero a este evento recolector. Así mismo, las 20 fotos digitales hechas a este ejemplar durante esta sesión las guardo en el CARRETE MD Nº 4/2021. Así pues, durante la única sesión en la que documenté a este ejemplar (la del mediodía del día siguiente al de su captura), le hice un total de 3 secuencias de vídeo digital de la PELÍCULA DE VÍDEO DE BICHOS Nº 24/2021, correspondiente por entero a este evento recolector, así como un total de 20 fotos digitales del CARRETE MD Nº 4/2021 (de la foto nº 371 a la foto nº 390 de dicho carrete). Tras la sesión, opté por matar a este ejemplar mediante congelación directa y, al día siguiente, tras descongelarlo y darle un breve baño en agua destilada, lo pasé a su solución conservadora definitiva, de Etanol Absoluto con escasa agua destilada residual, dentro de su recipiente de conservación definitivo. Así pues, finalmente conservo este ejemplar, en Etanol Absoluto con escasa agua destilada residual, en un frasco de inyección guardado en .