Fecampia erythrocephala (2 de 3)

Descripción

Estas fotos que hoy subo corresponden a varios ejemplares de una especie de platelminto un tanto (o más bien un mucho) peculiar, Fecampia erythrocephala, y constituyen, según creo y hasta donde he podido averiguar, la primera cita específica de la misma para aguas de la Península Ibérica.

Las peculiaridades más evidentes de estos animales radican tanto en su aspecto externo (son más bien cilíndricos antes que aplanados, a diferencia de la mayor parte de los platelmintos), como en su ciclo vital (que se desarrolla en gran medida en el interior de ciertas especies de crustáceos marinos a los que parasitan, provocándoles la muerte, incluso). Si a ello sumamos el hecho de que en su proceso reproductivo se incluye la formación de una suerte de cámara incubatriz que secreta el adulto, quedándose él atrapado dentro y muriendo allí la mayor parte de las veces para dar vida a la nueva generación, tenemos un cóctel de rarezas propias de un Allien, si me lo permitís.

Ninguna de las fotos que acompañan este rollo corresponden a un ejemplar adulto libre en el medio, desafortunadamente, y no porque no hubiera tenido yo la oportunidad de toparme con uno, que la tuve, concretamente el 12 de marzo de 2017, sino porque, antes de poder fotografiarlo para documentar su aspecto, dejé que pasase esa noche sumergido en un frasco de recolección, en un sitio fresco, con la esperanza de fotografiarlo a la mañana siguiente. Pero para entonces, me esperaba una sorpresa: el animal, de en torno a 8 milímetros de longitud, con aspecto piriforme un tanto alargado al que yo había dejado reposar en un frasco con agua de mar, durante la noche había formado en el fondo del frasco una estructura similar a un capullo de seda, llevando a cabo en su interior un cambio generalizado de color, ya que pasó a ser prácticamente anaranjado por entero, o casi. Ese color del cuerpo se adivinaba por transparencia a través del frasco en el que estaba.

Con cuidado, extraje aquel capullo del fondo del frasco y lo fotografié. Un par de esas fotos son las imágenes superior (vista dorsal) e inferior (vista ventral) que conforman la foto 2 que acompaña a este texto. La imagen inferior permite ver al animal naranja a través de un desgarrón en la cubierta del capullo, justo por donde éste se fijaba al fondo del frasco, dándole al conjunto un aspecto como de huevo frito.

El mismo día que encontré a este ejemplar me había hecho con dos diminutas estructuras tubulares que me llamaron la atención y que hallé muy cerca del gusano, cuyo origen ignoraba. Esas estructuras, de color blanquecino y de algo más de medio centímetro de largo, tenían un extremo cerrado y redondeado, del mismo ancho que el resto del tubo, mientras que el extremo contrario, tras un abrupto estrechamiento, remataba en un delgado conducto tubular, abierto en su ápice y un poco incurvado (imágenes superior e inferior izquierda de la foto 3).

Tras las averiguaciones correspondientes, descubrí que tanto el gusano que se encerró dentro de su capullo como las dos estructuras tubulares (que son una suerte de cápsulas incubatrices) correspondían a la misma especie de animal.

Yo había encontrado tanto a las estructuras tubulares aquellas como al gusano adulto en el medio libre, sin asociarse a ningún crustáceo huésped, lo que no parecía casar muy bien con el carácter parásito de esta especie. De hecho, los hallé sobre las valvas de mejillones que crecían, a escasos decímetros de profundidad, en el fínger del pantalán al que amarro la barca, en una marina dentro de la dársena de Bouzas del Puerto de Vigo.

Comencé a documentarme sobre esta especie, y así supe que morfológicamente estos gusanos son muy distintivos, dado que carecen de intestino, tiene un sistema reproductivo hermafrodita (a diferencia de otros platelmintos), y un órgano nidamental que utilizan para secretar el capullo. Los adultos son de color salmón rosado o blanquecinos, con una llamativa cabeza carmesí (de ahí el erythrocephala -literalmente: cabeza roja- del nombre específico), hecho que pude comprobar en el ejemplar adulto que hallé libre, aunque luego mutó, como ya expliqué, a un color naranja más o menos uniforme. Parece ser que sólo se ha encontrado un gusano en cada capullo, lo que induce a pensar que se autofertilizan.

Algún tiempo después de mi primer hallazgo, el 9 de diciembre de 2017, encontré en el mismo lugar otra cápsula incubatriz como las anteriores, y tras fotografiarla (imagen inferior derecha de la foto 3 que aporto), logré extraer al gusano de su interior, un tanto degenerado y de color anaranjado casi uniforme, pero aún vivo, y le hice algunas secuencias de vídeo y algunas fotos fuera de su refugio a través de una lupa trinocular (la foto 1 que subo es una de ellas).

La última vez que volví a buscar ejemplares de esta especie, específicamente, fue el pasado 31 de enero, y exactamente en el mismo sitio hallé otras dos cápsulas incubatrices, aunque no localicé ya ningún ejemplar adulto. Todo ello me lleva a considerar que su nivel de implantación puede aún ser limitado o, desde luego, poco conocido, pero no parece que vayan a tener muchos problemas para mantenerse y prosperar en nuestras aguas.

Lo que leí sobre esta especie en los trabajos a los que tuve acceso no sirve para cogerle mucho cariño, la verdad: muy en resumen (aunque no os lo creáis), diré que cuentan con un área de distribución que podría abarcar todo el Atlántico Norte y el Mediterráneo (aunque de lo último existen dudas de que no se trate de otras especies del mismo género, como Fecampia xanthocephala, citadas sólo para dicho mar, al parecer). No obstante, citas concretas confirmadas de Fecampia erythrocephala sólo me consta que se hayan hecho para unos cuantos lugares, sobre todo de Francia y Gran Bretaña en la parte en la que dichos países son bañados por las aguas del Canal de la Mancha, así como para el Mar de Irlanda o mucho más al norte (Dinamarca), o en el mediterráneo francés (aquí con las dudas ya referidas). En algunos de esos lugares estos animales son enormemente abundantes, y las cápsulas incubatrices tubulares suelen hallarse bajo muchas de las piedras de la orilla (en torno a un 17% de las examinadas, preferentemente si las piedras tienen un tamaño superior a 10 centímetros), muchas veces entre algas Ascophyllum y Fucus serratus, pero no bajo piedras con algas verdes en su superficie superior, curiosamente, ni tampoco bajo piedras apoyadas en sedimentos blandos. Es habitual, en cambio, que junto a ellos, bajo las mismas piedras en las que estén, haya poliquetos espirórbidos, esponjas o algas calcáreas.

A veces, los capullos aparecen solos, otras agregados en grupos de hasta 10 bajo una misma piedra. También dicen los autores de los estudios que pude consultar que el color blanco de los capullos (cápsulas incubatrices) suele indicar que los animales en su interior están vivos, mientras que capullos más oscuros acostumbran a indicar lo contrario.

En cuanto a su modo de vida parásito, una vez formado el capullo, el gusano encerrado en él libera huevos (dos por capullo) en una masa gelatinosa, tras lo cual eventualmente muere, mientras que los huevos se desarrollan durante varios meses antes de salir al exterior como larvas ciliadas por el orificio existente en el pico de los capullos. Se cree que es entonces cuando las larvas penetran en el interior de los cangrejos jóvenes, parasitándolos, asentándose en sus vísceras y afectándoles sobre todo a su aparato digestivo o a sus gónadas. Es probable que dicho proceso tenga lugar sobre todo a principios del otoño.

En el caso de esta especie, está documentado que, cuando menos, parasitan al cangrejo verde o común (Carcinus maenas), al buey (Cancer pagurus) y al camarón (Palaemon serratus), además de a algunas especies de cangrejos ermitaños.

Dado que, por ejemplo, en el caso de los cangrejos y bueyes sólo se han hallado estos parásitos en huéspedes muy jóvenes (de tamaño inferior a los 11 milímetros de ancho de caparazón), los parásitos (normalmente entre 1 y 4 ejemplares por cangrejo afectado) representan, con sus entre 8 y 12 milímetros de longitud, auténticos monstruos en comparación con el huésped.

Una vez que los gusanos han alcanzado la vida libre, secretan los capullos blancos, parecidos a pergaminos, de entre 6 y 10 mm de largo (aunque, como ya expliqué al principio, tuve la oportunidad de verificar ese proceso de encapullamiento -casi apetece denominarlo, pseudopupación-, y, la verdad, la estructura inicialmente secretada -foto 2- no se parece demasiado a los capullos o cápsulas incubatrices en que se transforman luego -foto 3-.

Como en cuanto han alcanzado la madurez dentro del huésped, los parásitos lo abandonan, matándolo (aunque esto último parece ser que no siempre tiene que ocurrir, al menos en el caso de que los huéspedes sean camarones), se considera que la acción de estos parásitos puede resultar muy dañina para las poblaciones de las especies huéspedes, pues retrasa el proceso de la muda, y les impiden alcanzar la edad de la madurez sexual y reproducirse.

Según he leído, el índice de posibles huéspedes infectados en una población determinada alcanza un porcentaje de en torno a un 11%.

Otro importante factor a tener en cuenta, en un sentido más antropocéntrico, es que los huéspedes de estos animales son un importante recurso marisquero para nuestras comunidades costeras, estando aún pendiente de evaluar la incidencia que puedan llegar a tener estos platelmintos, de elevada fertilidad, en el buen estado de dichos recursos.

Sospecho que estos animalitos pueden ser, también en nuestras aguas, mucho más comunes de lo que a primera vista pudiera parecer, pero que, debido a su pequeño tamaño, han pasado desapercibidos hasta ahora.

Y ya que no breve, deseo (con escasa convicción, que uno ya sabe de qué pie cojea...) que, al menos, este testamento os haya podido resultar un poquito interesante y os mueva a querer saber más sobre esta especie.

Un saludo.

BIBLIOGRAFÍA:

Fecampia erythrocephala rediscovered: prevalence and distribution of a parasitoid of the European shore crab, Carcinus maenas Armand M. Kuris P, Mark E. Torchin and Kevin D. Lafferty. J. Mar. Biol. Ass. U.K. (2002), 82, 955-960

Fecampia erythrocephala Giard (Turbellaria Neorhabdocoela), a parasite of the prawn Palaemon serratus Pennant: The adult phase. C. Bellon-Humbert. Aquaculture. Volume 31, Issues 2-4. March 1983, Pages 117-140

https://species.nbnatlas.org/species/NHMSYS0020930692

World Register of Marine Species: http://www.marinespecies.org/aphia.php?p=taxdetails&id=142963#distributions

Hábitat:
Entre piñas de mejillones, en una estructura portuaria flotante, a escasa y constante profundidad.
Abundancia:
Al menos, un adulto y 5 cápsulas ovígeras en el mismo lugar en diferentes días
Comentarios:
Puede suponer un riesgo, por su forma de vida parásita y elevada fertilidad, para especies de crustáceos marinos con importancia comercial.
Fenología:
Adulto y cápsulas ovígeras (capullos de incubación)
Recolector:
Marcos Fernández Iglesias
Determinador:
Marcos Fernández Iglesias

Etiquetas

#invertebrados #naturaleza #fotografía

Datos de la fotografía

Autor: Marcos Fernández Iglesias

Fecha de realización: 10/02/2018

Fecha de publicación: 10/02/2018

Visitas: 2984

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Localización

España, Pontevedra, Vigo, VIGO, Puerto deportivo dentro de la dársena de Bouzas, en el Puerto de Vigo. (42.23203,-8.74099)

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Nueva cita de Fecampia erythrocephala


Nueva para la Península Ibérica
Publicado en el número 672 de asturnatura.com (12/02/2018). Ver pdf
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