Liquen folioso de talo muy grande, llegando a sobrepasar los 35 cm de diámetro, con una parte más o menos adherida al sustrato y otras en franjas bien distintas que sobresalen o cuelgan bastante; lóbulos alargados, escotados, sinuosos y más o menos truncados en los ápices, ramificados dicotómica o más o menos tricotómicamente, lóbulos 1-5 cm de ancho. Cara superior muy reticulada y escrobiculada, con los alvéolos muy cóncavos y las cóstulas prominentes -lo que le da la apariencia de tejido pulmonar-, brillante, verde intenso, verde ocráceo hasta castaño verdoso. Soredios granulosos más o menos frecuentes, de ellos pueden surgir isidios de tipos variados, irregularmente distribuidos con más frecuencia en los márgenes y en las cóstulas. Cara inferior parda más o menos oscura con tomento distribuido irregularmente, los alvéolos convexos -que se corresponden con las fosetas en la cara superior- claro y sin tomento; rizinas dispersas, simples hasta escuarrosas. Córtex superior e inferior paraplectenquimáticos. El fotobionte principal es un alga verde (Trebouxia, Myrmecia), pero son frecuentes los glomérulos de cefalodios de cianobacterias (Nostoc, Scytonema)en la médula y en la cara inferior. Médula K y KC+ amarillo intenso o rojo, PD+ naranja o amarillo, con ác. norestíctico, estíctico y conestíctico.
Son frecuentes los soredios y los isidios. Picnidios granulosos, inmersos y con el ostiolo negro; conidios cilíndricos ligeramente dilatados en los ápices. Apotecios lecanorinos, con el disco castaño brillante, muy cupuliformes y constreñidos en la base pero no pedicelados, surgen de la cara superior o en las zonas marginales de los lóbulos; paráfisis simples. Ascos del tipo Peltigera; esporas incoloras hasta marrón claro, fusiformes o filiformes, con 2-8 células. Con depsidonas del β-orcinol (PD+ amarillo o rojo, K+ amarillo o rojo) y dépsidos del orcinol (C+ y KC+ rojo).
En territorios con precipitaciones abundantes y en enclaves poco heliófitos; epífitas en troncos y ramas de árboles y arbustos o sobre rocas musgosas, sólo son frecuentes en bosques bien conservados y antiguos. En conjunto, son excelentes bioindicadores de la continuidad de los bosques y de escasas alteraciones ambientales por acciones antrópicas, no soportan la acumulación de sustancias nitrogenadas.