Monasterio de San Lorenzo de El Escorial

El Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial es el monumento que mejor resume las aspiraciones ideológicas y culturales del "Siglo de Oro" español, expresadas aquí mediante una síntesis original de formas artísticas italianas y flamencas por impulso de Felipe II.
Monasterio de San Lorenzo de El Escorial

El Monasterio de El Escorial

Agrupando en un edificio varias funciones, San Lorenzo el Real nace como un monasterio de monjes de la orden de San Jerónimo, cuya iglesia sirviese como panteón del Emperador Carlos V y de su mujer, así como de su hijo Felipe II, sus familiares y sucesores, y donde los frailes orasen ininterrumpidamente por la salvación de las personas reales. Asimismo, cuenta con un palacio para alojar al rey, como patrono de la fundación, y a su séquito. El colegio y el seminario completan la función religiosa del Monasterio, y la Biblioteca se establece para estos tres centros. Este esquema se mantiene, en cierto modo, en la actualidad. La figura de Carlos V es decisiva en la fundación de este Real Sitio por lo mucho que influyó en el espíritu de su hijo, por el ejemplo de sus últimos años pasados entre los monjes jerónimos de Yuste y por la necesidad de dotarle de una digna sepultura.

Una vez decidido a fundar el Monasterio, Felipe II comenzó en 1558 a buscar su emplazamiento, que quedó fijado a finales de 1562, comenzándose la obra según el proyecto o “traza universal” de Juan Bautista de Toledo. En 1571 la parte del convento estaba ya más o menos concluida; en 1572 se comenzó la “casa del rey” y en 1574 la Basílica, finalizada en 1586 y consagrada en 1595, fecha que puede considerarse la del final de la Obra, aunque la última piedra se colocase en 1584 y la tarea decorativa se prolongase algunos años. El rey supervisó con cuidado toda la construcción. No puede considerarse desde luego obra de un arquitecto, sino fruto de una compleja colaboración en la que destacan dos proyectistas, Juan Bautista de Toledo y Juan de Herrera. Al primero, que había trabajado en el Vaticano como ayudante de Miguel Ángel, le corresponde la disposición de la planta general y la mayor parte de las trazas. Durante el periodo en el que el segundo dirigió las obras se edificó la mayor parte del conjunto, y en ello bastantes partes que no habían sido diseñadas por Toledo. Teniendo en cuenta las numerosas consultas a otros arquitectos italianos y españoles para llegar a las síntesis finales, hay que considerar que la obra de El Escorial es una emanación particularísima del carácter de Felipe II.

Esenciales en el conjunto de El Escorial son la Biblioteca Real y los panteones: el de reyes y el de infantes. También forman parte del junto la Casita del Infante del Escorial y la Casita del Príncipe del Escorial.

Felipe II vivía en San Lorenzo de Semana Santa a otoño, sobre todo al final de su vida; sus sucesores pasaban aquí por lo general dos o tres semanas en noviembre. Fue Felipe V quien estableció la costumbre de pasar aquí todo el otoño hasta principios de diciembre, y esa regla fue seguida por el resto de los Borbones hasta Isabel II.

El Monasterio quedaba aislado en medio del campo, con sólo unos edificios de servicio para el palacio y el monasterio: las dos casas de oficios y la Compaña. Pero Carlos III ordenó la creación de una pequeña ciudad cortesana cuyo arquitecto fue Juan de Villanueva, quien asimiló a su formación clasicista italiana el espíritu nacionalista que El Escorial adquirió para la cultura de la Ilustración española. Destacan entre sus obras la Casa de Infantes y la del Ministro de Estado.

Dos lados del Monasterio –Norte y Oeste- están flanqueados por la Lonja, y los otros dos por los jardines en terraza, a la italiana, con trazados rectilíneos de boj podado en recuadros. A lo largo de la fachada sur y parte de la oriental se extiende, bajo las ventanas de las celdas monásticas, el jardín de los frailes. Más allá de éste, en un nivel inferior, se encuentra la huerta que también estaba organizada mediante calles rectilíneas.

La terraza al Este del edificio está ocupada por otros jardines cerrados, similares en todo al de los frailes pero separados de éste por muros con hornacinas puesto que estaban destinados a las personas reales, ya que rodean la Casa del rey y amenizan la vista desde las ventanas de palacio.

Espacios de interés del Monasterio

Espacios esenciales para la visita del monasterio son:

  • Biblioteca. Felipe II cedió a la Biblioteca del Monasterio los ricos códices que poseía y para cuyo enriquecimiento encargó la adquisición de las bibliotecas y obras más ejemplares tanto de España como del extranjero. Fue proyectada por Juan de Herrera cerrando el atrio de la Basílica y unificando la fachada principal, ya que Juan Bautista de Toledo la situaba en la desaparecida torre central de la fachada Sur. Herrera también se ocupó de diseñar las estanterías que contiene. Se ubica en una gran nave de 54 metros de largo, 9 de ancho y 10 metros de altura con suelo de mármol y estanterías de ricas maderas nobles ricamente talladas.

    Arias Montano elaboró su primer catálogo y seleccionó algunas de las obras más importantes para la misma. Está dotada de una colección de más de 40.000 volúmenes de extraordinario valor. En 1616 se le concede el privilegio de recibir un ejemplar de cada obra publicada en España, aunque tal cosa nunca se llegó a cumplir del todo.

    La bóveda de cañón del techo de la biblioteca está decorada con frescos representado las siete artes liberales, esto es: Retórica, Dialéctica, Música, Gramática, Aritmética, Geometría y Astrología. Entre los estantes de libros se colgaron retratos de diversos monarcas españoles, entre ellos el famoso Silver Philip (Felipe IV con traje castaño y plata) pintado por Velázquez, y que ahora está en la National Gallery de Londres. Los frescos de las bóvedas fueron pintados por Pellegrino Tibaldi, según el programa iconológico del Padre Sigüenza.

    La fama de Salomón como el rey sabio por excelencia de la Biblia debió condicionar la decisión de Felipe II de donar su biblioteca a los monjes del Monasterio para crear un Centro de Sabiduría, en vez de repartirla por sus otros palacios, como Aranjuez, Valsaín o el Alcázar de Madrid, y donarla así sólo a sus herederos.

  • Palacio de Felipe II. El también denominado «Palacio de los Austrias» ocupa todo el mango de la parrilla de El Escorial y parte del patio Norte, construido en dos pisos alrededor del presbiterio de la Basílica y en torno al Patio de Mascarones. Sigue el mismo esquema arquitectónico del Palacio de Carlos V en el Monasterio de Yuste. Actualmente sólo se pueden visitar los Cuartos Reales y la Sala de Batallas. En las dependencias privadas de los Reyes se pueden contemplar importantes obras pictóricas de la escuela española de principios del XVII, de la escuela italiana y veneciana del siglo XVI, y de las escuelas flamencas del XVI y XVII, entre ellos San Cristóbal en el vado de Joachim Patinir.

    Antes de las habitaciones reales se atraviesan otras dependencias como el Salón de Embajadores, con interesantes objetos expuestos: morteros del siglo XVII, una mesa con incrustaciones de marfil, dos relojes solares en el pavimento, dos sillas plegables de madera chinas de la época Ming (ca. 1570) y los retratos de todos los monarcas de la Casa de Austria. Merecen especial mención las impresionantes puertas de marquetería, regalo del emperador Maximiliano II. Se expone también la supuesta silla-litera en la que Felipe II realizó su último viaje al Monasterio aquejado por la gota.

    La «Casa del Rey» está formada por una serie de estancias decoradas con sobriedad, ya que fue el lugar de residencia del austero Felipe II. El dormitorio real, situado junto al altar mayor de la Basílica, cuenta con una ventana que permitía al rey seguir la misa desde la cama cuando estaba imposibilitado a causa de la gota que padecía. Está dividido en cuatro estancias: la sala principal, el escritorio, la alcoba y el lujoso oratorio.

  • Basílica de El Escorial. La iglesia ocupa la parte central del complejo monástico, teniendo su acceso a través del Patio de los Reyes. Tras ascender por una escalinata que abarca toda la fachada, se llega a un atrio flanqueado por dos torres. A continuación se sitúa lo que José de Sigüenza, cronista de la obra, denominaba «el templo pequeño», un espacio cuadrado bajo el coro que se utilizaba como iglesia para los fieles ajenos al monasterio. Desde aquí, a través de una zona que hace las veces de un segundo atrio interior, se penetra en el templo propiamente dicho, al fondo del cual se encuentra la capilla mayor que alberga el altar. Como elemento anejo existe una sacristía.

    El templo es una basílica en sentido litúrgico, esto es, debido al privilegio papal que le permite ostentar dicho título; no obstante, no lo es en sentido arquitectónico, pues no posee planta basilical. Se trata de un cuadrado perfecto de 50 metros de lado con cuatro pilares dispuestos en posición central que dan lugar a la formación de tres naves en cualquiera de las direcciones. Esta planta centralizada respondía a la concepción que de la armonía universal existía desde el siglo XV y a su reflejo en los lugares sagrados. Sin embargo, la construcción del monasterio se inició en 1563, el mismo año en que finalizaba el Concilio de Trento en el que se había acordado que todas las iglesias tuvieran planta de cruz latina. Para solventar este desacuerdo la cubierta del templo se prolongó por el este cobijando la capilla mayor, y por el oeste techando el coro y el atrio; de esta forma se da la apariencia exterior de una gran nave. Del mismo modo, la nave central perpendicular a ese eje se realzó con una cubrición de igual altura que la anterior, formando el conjunto una perfecta cruz latina que, en realidad, no se corresponde con la planta del templo.

    En su interior, además de la capilla mayor, se abren dos grandes capillas al fondo de las naves laterales y un gran número de capillas menores y hornacinas en las que se disponen otros tantos altares. En el plano de Juan de Herrera (ver imagen) los numera el autor del 1 al 36, diciendo a cerca de ellos en el «Sumario»: «Todos son altares que sirven dentro del Templo, y sin ellos ay el altar mayor, y los dos colaterales de las Reliquias señalados L.M. Y en los Oratorios DD.EE ay otros dos altares, y en el Sotachoro ay otros dos altares donde se dize Missa». En total hay 44 altares.

  • Cripta. Juan Gómez de Mora, según planos de Juan Bautista Crescenzi, reformó por orden de Felipe III la pequeña capilla funeraria de debajo del altar para albergar allí veintiséis sepulcros de mármol donde reposan los restos de los reyes y reinas de las casas de Austria y Borbón, con sólo algunas excepciones.

  • Relicarios. Siguiendo uno de los preceptos aprobados por el Concilio de Trento referente a la veneración de los santos, Felipe II dotó al Monasterio de una de las mayores colecciones de reliquias del mundo católico. La colección se compone de unas 7.500 reliquias, que se guardan en 507 cajas o relicarios escultóricos trazados por Juan de Herrera y la mayoría construidos, por el platero Juan de Arfe y Villafañe. Estos relicarios adoptan las más variadas formas: cabezas, brazos, estuches piramidales, arquetas etc. Las reliquias fueron distribuidas por todo el Monasterio concentrándose las más importantes en la Basílica. En el lado del Evangelio, bajo la protección del Misterio de la Anunciación de María, se guardan todos los huesos de los santos y mártires. En el lado opuesto, en el Altar de San Jerónimo, se sitúan los restos de los santos y mártires. Los restos sagrados se guardan en dos grandes armarios, decorados por Federico Zuccaro, que se encuentran divididos en dos cuerpos; se pueden abrir por delante, para ser expuestos al culto, y por detrás, para poder acceder a las reliquias.

  • Convento. El monasterio propiamente dicho ocupa todo el tercio sur del edificio. Fue ocupado originalmente por monjes jerónimos en 1567, aunque desde 1885 está habitado por los padres Agustinos, de clausura. El recinto se organiza en torno al gran claustro principal, el Patio de los Evangelistas, obra maestra diseñada por Juan Bautista de Toledo y que constituye una de las mejores páginas de arquitectura del Monasterio. Sus dos pisos están comunicados por la espectacular escalera principal, con las bóvedas decoradas por frescos de Luca Giordano. El ambicioso programa pictórico de sus soportales fue iniciado por Luca Cambiaso y continuado por Pellegrino Tibaldi. En el centro del claustro se levanta un hermoso templete realizado en granito, mármoles y jaspes de diferentes colores sobre traza de Juan de Herrera, influido por el tempietto de San Pietro in Montorio de Bramante. Las esculturas de los cuatro evangelistas fueron cinceladas por Juan Bautista Monegro de un solo bloque de mármol y sujetan un libro abierto con un fragmento de su Evangelio en la lengua en que fueron escritos.

    Junto a las Salas Capitulares, destaca también la Celda Prioral Baja, con un fresco en el techo sobre El Juicio de Salomón de Francesco da Urbino, recordando al prior la necesidad de un gobierno justo al frente del Monasterio. La sacristía, aún en uso, con la Adoración de la Sagrada Forma de Claudio Coello. En la Iglesia Vieja o de Prestado se conserva El Martirio de San Lorenzo de Tiziano, una de las obras maestras del renacimiento italiano, que Felipe II encargó para el retablo principal de la Basílica pero que descartó por su oscuro colorido, poco visible a cierta distancia.

  • Salas capitulares. Destinadas actualmente a pinturas, eran las salas donde los monjes celebraban sus capítulos, especie de confesiones mutuas para mantener la pureza de la congregación. Desde tiempos de Velázquez, que intervino en su decoración, albergaron importantes pinturas. A pesar del traslado de muchas al Museo del Prado, actualmente se exhiben varias tan importantes como La Última Cena y un San Jerónimo de Tiziano y La túnica de José de Velázquez. En febrero de 2009 se volvió a colgar en sus paredes el Martirio de San Sebastián de Van Dyck, recuperado (tras su adquisición por Patrimonio Nacional) dos siglos después de su sustracción durante la invasión napoleónica.

    Su espléndida pinacoteca está formada por obras de las escuelas alemana, flamenca, veneciana, italiana y española, de los siglos XV, XVI y XVII. Incluye diversas obras de algunos de los pintores predilectos de Felipe II como El Bosco, Pieter Coecke o Michel Coxcie; una Adoración de los pastores de Tintoretto, obras de maestros como Federico Barocci, Paolo Veronese, Luca Giordano, Francesco Guercino, José de Ribera, Zurbarán, Alonso Cano y otros muchos autores, así como la famosa Crucifixión (o Gran Calvario) de Rogier van der Weyden.

  • Sala de las Batallas. Se trata de una galería de 60 x 6 metros, con 8 metros de altura, situada en la zona de los aposentos reales. En sus muros se representan pintadas al fresco algunas batallas ganadas por los ejércitos españoles. En el muro sur, solo interrumpido por dos puertas, se pintó de forma continua la batalla de La Higueruela (1431). Por el contrario, el muro norte aparece dividido por nueve ventanas creándose nueve espacios en los que se representaron otras tantas escenas de la guerra contra Francia (1557-1558), con el acento puesto en la batalla de San Quintín, vinculada a la fundación del propio monasterio. Por último, en los extremos se representaron dos escenas de una de las más recientes victorias de las tropas españolas: la batalla de la Isla Terceira librada entre la armada española dirigida por Álvaro de Bazán y la armada francesa (1582-1583). De la pintura se encargaron Niccolò Granello y su medio hermano Fabrizio Castello, Lazzaro Tavarone y Orazio Cambiaso, que abandonó pronto. Lo primero que se pintó fueron los grutescos de la bóveda, por los que los artistas cobraron ya en enero de 1585 y se dieron por terminados seis meses más tarde. En enero de 1587 se firmó el contrato para la pintura de la batalla de La Higueruela, que no se terminó hasta septiembre de 1589. El padre Sigüenza explica que se eligió representar esta batalla de la guerra de Granada por haberse hallado en el Alcázar de Segovia en un viejo arcón un lienzo de 130 pies en el que aparecía pintada la misma batalla en grisalla, y que habiendo gustado al rey, ordenó copiarla. Algunos meses después de acabada la pintura de la batalla de la Higueruela se resolvió completar la decoración de la sala, firmándose un nuevo contrato con Castello, Granello y Tavarone en febrero de 1590. Las batallas elegidas eran, por una parte, las de la guerra contra los franceses de 1557 y 1558, las únicas batallas a las que Felipe II había acudido en persona, y la toma de la isla Tercera en las Azores, con la que se completaba la incorporación de Portugal a la corona española. Para asegurar la veracidad histórica, a los pintores se les entregaron modelos de la formación de las escuadras y de sus uniformes proporcionados por Rodrigo de Holanda, yerno de Antonio de las Viñas.

  • Museo de arquitectura. Está situado en los sótanos del edificio, en la llamada por Juan de Herrera Planta de Bóvedas, y fue creado en el año 1963 como parte de las exposiciones del IV centenario de la colocación de la primera piedra. En sus once salas se muestran las herramientas, grúas y demás material empleado en la construcción del monumento, así como reproducciones de planos, maquetas y documentos relativos a las obras, con datos muy interesantes que explican la idea y gestación del edificio.

  • Jardines de El Escorial. Mandados construir por Felipe II, que era un amante de la naturaleza, constituyen un lugar ideal para el reposo y la meditación. Manuel Azaña, que estudió en el colegio de los frailes agustinos de este monasterio, lo cita en sus Memorias y en su obra El jardín de los frailes. Es lugar de entretenimiento y estudio de los alumnos. El rey concebía sus jardines como un espacio productivo donde cultivar hortalizas y plantas medicinales, pero también los veía como una fuente de placer, con fuentes y flores. El monarca recopiló planos de jardines de Francia, Italia, Inglaterra y los Países Bajos, contratando a los mejores jardineros, tanto extranjeros como españoles. Este hoy austero jardín estaba originalmente repleto de flores, formando una especie de tapiz, por lo que fue comparado con las alfombras que se traían de Turquía o Damasco. También era un auténtico jardín botánico, con hasta 68 variedades diferentes de flores, muchas medicinales, y unas 400 plantas que se trajeron del Nuevo Mundo.

    Al sudoeste del jardín se encuentra la Galería de Convalecientes o Corredor del Sol, un espacio amplio, aireado y lleno de luz diseñado para el reposo de los enfermos. Se apoya con una articulación arquitectónica poco conseguida en la Torre de la Botica, tal vez por la necesidad de garantizar la clausura a los monjes. Su sobria fachada hacia la lonja Oeste contrasta con la más abierta hacia los jardines, donde la solución arquitrabada con arcos sobre columnatas jónicas es única en el Monasterio.

Patrimonio de la Humanidad

El 2 de noviembre de 1984, en coincidencia con la celebración del cuarto centenario de la colocación de la última piedra, el Comité del Patrimonio Mundial de la Unesco, reunido en la ciudad argentina de Buenos Aires, inscribió el Monasterio en la Lista del Patrimonio de la Humanidad, como "El Escorial: Monasterio y Sitio". Esta figura incluye el Monasterio y otros enclaves de realengo, la Casita del Príncipe y la Casita del Infante, ambas diseñadas por Juan de Villanueva en tiempos de Carlos III.
Fuente y bibliografía:
Wikipedia

Fotografías de Monasterio de San Lorenzo de El Escorial

Dispones de 27 fotografías de Monasterio de San Lorenzo de El Escorial

Glosario de términos

Altar
En el culto cristiano, especie de mesa consagrada donde el sacerdote celebra el sacrificio de la misa
Arco
Elemento sustentante, que descarga los empujes, desviándolos lateralmente, y que está destinado a franquear un espacio por medio de un trayecto generalmente curvo.
Atrio
Recinto cerrado, y generalmente porticado que precede a la entrada de un edificio.
Basilica
Edificio de interior organizado en naves separadas por columnas o pilares, correspondiendo mayor altura y luminosidad a la central, para invocar el paso desde un mundo de tinieblas o pecado hacia la nueva vida. Esta proyección de visa al encuentro de Cristo Sol de Justicia, orienta las naves al Este, de donde procede el astro que todo lo ilumina.
Calle
Franja vertical del ábside formado entre columnas o contrafuertes
Capilla
Edificio contiguo a una iglesia o parte integrante de ella, con altar y advocación particular.
Claustro
Galeria cubierta alrededor de un patio generalmente cuadrangular y separada de él por columnas o arquerias. Suele estar adyacente a la iglesia y formando parte de un complejo mayor (catedral, monasterio etc.). Su etimologia procede de claustrum = cerrado.
Convento
Del latín conventus (asamblea o congregación) derivado de conveniere (juntarse). Edificio donde habita una conjunto de religiosos.
Coro
Parte de la iglesia donde se situan los monjes o sacerdotes para cantar el oficio divino. A lo largo de la historia de la arquitectura su ubicación dentro del templo ha sufrido diversas variaciones, si se sitúa en la nave central se aísla mediante un cerramiento
Cubierta
En general, sistema de cierre de la parte superior de una construcción.
Escalera
Construcción diseñada para comunicar varios espacios situados a diferentes alturas. Partes de una escalera
Fresco
Técnica pictórica que utiliza pigmentos disueltos en agua que se aplican sobre una superficie previamente cubierta de una capa de yeso. Seca muy rápido y apenas permite hacer rectificaciones, al contrario que el óleo
Grisalla
Pintura realizada con diferentes tonos de gris, blanco y negro, que imita relieves escultóricos o recrea espacios arquitectónicos.
Grutesco
Decoración de animales fantásticos, vegetales, bichas, sabandijas, quimeras o humanos entrelazados. Es típica del arte renacentista
Hornacina
Hueco coronado por un cuarto de esfera, generalmente practicado en un muro y destinado a recibir una estatua, jarrón, tumba u otro objeto decorativo.
Icono
1. Representación religiosa de pincel o relieve, usada en las iglesias cristianas orientales. 2. Tabla pintada con técnica bizantina
Monasterio
Conjunto de edificios donde se agrupan los monjes para vivir en comunidad. Voz proveniente del latín monasterium y este a su vez del griego monastérion
Monje
Persona que perteneciendo a una orden religiosa vive en comunidad en un monasterio. La voz proviene del occitano monge, que a su vez procede del latín monicus que a su vez procede del griego monachus.
Mortero
Mezcla de cal, arena y agua de consistencia plástica.
Nave
Cada uno de los espacios en que se divide longitudinalmente una iglesia.
Oratorio
Capilla privada fuera del ámbito eclesial
Pilar
Pilastra exenta, suele tener más consistencia que la columna.
Planta
Plano de la sección horizontal de un edificio.
Presbiterio
Zona elevada del templo cristiano en torno al altar.
Retablo
Obra formada por un conjunto de tablas de escultura o pintura religiosa para ser colocada detrás de un altar. Se divide verticalmente en calles, la central más ancha se llama espiga, y horizontalmente en pisos, el inferior se llama predela. El retablo está protegido por el guardapolvo o polsera. La palabra procede del latin retaulus y este a su vez de retro (detras) y tabula (tabla).
Sepulcro
Es la obra que se construye para dar sepultura a una persona, generalmente en piedra y elevada respecto del suelo
Templete
Armazón pequeña, en forma de templo, que sirve para cobijar una imagen, o forma parte de un mueble o alhaja
Venera
Motivo decorativo en forma de concha marina, similar a las conchas de peregrinos
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