Arte Prerrománico Asturiano

Modelos 3D del Prerrománico Asturiano

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Introducción histórica al Prerrománico asturiano

Es importante tener en cuenta que, durante la monarquía visigoda, por primera vez los habitantes de la península ibérica habían dejado de depender de una potencia exterior, que además se había conseguido la unificación de todo el territorio peninsular y que, desde la conversión de Recaredo al cristianismo, existía un buen nivel de integración social y religiosa aunque en el plano político hubiera muchos problemas. Todo lo que conocemos sobre los nuevos reinos cristianos nos indica que su objetivo, sobre todo en el caso del originado en los Picos de Europa a partir de la batalla - o más bien escaramuza - de Covadonga, era la reconstrucción de esa monarquía visigoda, lo que significaba liberarse de la nueva dependencia de un pueblo extranjero, y la recuperación de todos sus territorios. El éxito a la larga fue evidente, hasta el punto de que si comparamos el mapa de la España Visigoda a fines del siglo VII y el de la España de Felipe II, en el momento de mayor apogeo del Imperio Español después de nueve siglos de reconstrucción, nos encontramos que son prácticamente idénticos. En ambos casos el territorio estaba formado por toda la península ibérica y una parte muy semejante del sur de Francia.

Al producirse la invasión árabe, los hispano-romanos, acostumbrados a vivir bajo dominación extranjera durante casi un milenio, se adaptaron sin demasiados problemas a la nueva situación ya que los árabes les trataron con una gran tolerancia, pero una parte importante de los godos pudo escapar y refugiarse en las montañas del norte formando, con la colaboración de los pueblos autóctonos que siempre habían demostrado su espíritu de independencia ante los sucesivos conquistadores de la península, dos núcleos de resistencia, uno en Asturias y otro en Cantabria y en ambos casos dirigidos por la nobleza visigoda, que se fusionaron casi inmediatamente mediante alianzas matrimoniales y crearon la monarquía asturiana. Esta monarquía se definió desde el principio como continuación de la visigoda y en los primeros tiempos fue también electiva, entronizando siempre como reyes a personas a las que se podía atribuir una genealogía, no siempre demostrada, como descendientes de las familias reales visigodas. De acuerdo con el mismo objetivo, también hizo todo lo posible como se dice en el Cronicón por restablecer las estructuras sociales, religiosas y administrativas existentes en el desaparecido reino visigodo; por ejemplo se mantuvo la misma forma de reparto de las tierras sin dueño reconquistadas, algo que influyó de forma muy significativa en toda la organización social y política española en los siglos posteriores. Será fundamental tener en cuenta esta vocación de continuidad, que fue la base de la monarquía asturiana, a la hora de analizar las características del arte que se desarrolló en los dos primero siglos de la Reconquista.

Dentro de este proceso continuado de "Reconquista", es decir de recuperación de todos los territorios perdidos ante la invasión árabe, se considera Arte Prerrománico Asturiano al conjunto de manifestaciones artísticas que se produjeron entre el año 722, fecha no confirmada de la batalla de Covadonga, y el 910, año en que, a la muerte de Alfonso III el Magno, su hijo Ordoño II traslada la corte a León. En esta fecha ya ha aparecido una nueva corriente artística, el llamado "Arte Mozárabe", generada por los cristianos que, viviendo hasta entonces en territorio árabe, comienzan a emigrar a las zonas reconquistadas trayendo con ellos, además de un renovado espíritu visigodo que habían mantenido durante los doscientos años de dominación, un importante bagaje de nuevos conocimientos artísticos y técnicos aprendidos en Al-Andalus.

A lo largo de estos dos siglos, el pequeño reino que sólo ocupaba la parte más escabrosa de los picos de Europa fue extendiéndose, primero por toda Asturias y Cantabria, luego por Galicia, que adquirió gran importancia a partir de la "invención" del sepulcro del Apóstol Santiago y el comienzo de la leyenda de "Santiago Matamoros" y de las peregrinaciones a Compostela, y finalmente por Portugal, León, las provincias vascongadas y Castilla hasta ocupar prácticamente todos los territorios al norte del Duero. Al mismo tiempo su capital, y por lo tanto sus nuevas edificaciones religiosas y civiles, fueron trasladándose desde la inicial en Cangas de Onís, primero a Pravia luego a Oviedo, diseñada y construida a imagen y semejanza de la Toledo áulica, y finalmente a León cuando Oviedo resultó demasiado lejana y poco accesible para el control y la defensa de los nuevos territorios.

Premisas del Prerrománico asturiano

Dentro de las dificultades que, según ya hemos comentado, existen para el estudio y catalogación de casi todos los monumentos prerrománicos españoles, en el caso del Prerrománico asturiano se han aceptado generalmente tres premisas que permiten, quizá de una forma excesivamente simplista, definir a una edificación como incluida dentro de esta fase.

Desde el punto de vista histórico, sólo se consideran edificios construidos entre el año 722, fecha de la batalla de Covadonga, y el traslado de la corte a León en el 910.

Desde el punto de vista geográfico, sólo se consideran edificios existentes en los límites de los territorios repoblados antes del año 910.

Desde el punto de vista de la estructura, sólo se consideran como arquitectura asturiana los edificios que no contengan arcos de herradura como elemento estructural. Los edificios de esta época que los utilizan son considerados como mozárabes (como por ejemplo la cercana Iglesia de Santa María de Lebeña).

 

Características del Prerrománico asturiano

Las características que identifican al Prerrománico asturiano son:

  • el deseo de rememorar las glorias del reino visigodo de Toledo, del que se consideraban herederos.
  • la íntima relación con el poder regio (se ha denominado también arte de la monarquía asturiana).
  • predominio de la arquitectura, fundamentalmente abovedada, sobre las demás artes. Dentro de la arquitectura destacamos las siguientes notas:
    • el sillarejo, la mampostería y el ladrillo en los muros, reservando los sillares para las esquinas y los elementos de refuerzo.
    • el arco de medio punto, peraltado o no, y la bóveda de cañón, reforzada mediante arcos fajones o totalmente despejada.
    • el muro compuesto (arquerías ciegas en el interior y estribos o contrafuertes en el exterior).
    • la decoración interior con pinturas al fresco de temática diversa, habitual en el arte carolingio; baste recordar que Alfonso II el Casto (791-842) era contemporáneo de Carlomagno.
    • las basas decoradas, los fustes sogueados y los capiteles enriquecidos, todo ello para realzar las columnas.
    • en los edificios religiosos y de manera predominante, la planta basilical de tres naves (separadas por arquerías sobre pilares) y cabecera tripartita, con ábsides de trazado rectangular, siendo el central el más amplio.
    • en la parte superior del ábside central, una cámara del tesoro abierta al exterior por una ventana sin comunicación interna (en el visigodo lo era desde el interior), y cuya función no se ha podido precisar, aunque podría ser un mero recurso plástico para mantener la armonía de los volúmenes exteriores del templo.
    • sacristías laterales.
    • pórtico a los pies del templo.
    • sistema de contrarrestos o contrafuertes, ejemplo en San Miguel de Lillo.


Etapas artísticas del Prerrománico asturiano

El prerrománico asturiano ofrece los dos tipos o formas que ya se notaron distintas en el estilo visigodo, pero que en el asturiano se precisan más todavía: el tipo latino y el tipo bizantino. Uno y otro admiten columnas y pilastras y también semicolumnas adosadas al muro y trabadas con arcos, formando así el muro compuesto y preludiando el pilar compuesto de la arquitectura románica el cual aparece ya completo en la arquitectura mozárabe del siglo X. En ambos tipos se hallan arcos de medio punto y peraltados pero no de herradura sino por excepción (salvo los ajimeces) y arcos también de descarga en los muros y contrafuertes o estribos exteriores. En uno y otro se observan cancelas o antepechos de piedra ornamentada en el ingreso del ábside llamada iconostasis, capiteles algo historiados y que se apartan de la idea clásica, ventanas ajimezadas y con ornamentación de piedra calada o celosía, pequeños rosetones, ornamentos de toscas figuras, de tallos serpenteantes, de rosetoncillos variados, de cables y trenzados y otras labores de estilo visigodo.

Según esto, dividiremos este arte en varias etapas:

Primeras obras del Prerrománico asturiano

La iglesia de la Santa Cruz en Cangas de Onís, originalmente construida sobre un dolmen prehistórico, y reconstruida tras la destrucción que sufrió en la guerra civil.

La Basílica de San Juan, en Santianes de Pravia, edificada por orden del Rey Silo. En esta aparecen prácticamente todos los elementos del prerrománico asturiano, aunque en esencia sigue a lo visigodo.

Prerramirense o Alfonsí

Nos referimos aquí al periodo comprendido entre 791 y 842, reinado de Alfonso II, quien intentó emular a Toledo. Trasladó la capital desde Cangas de Onís a Oviedo. En las iglesias antiguas de Asturias se constituye por la adopción de planta basilical con tres naves por lo común con sus ábsides cuadrados y su ventana en cada uno. Se cubren éstos con bóveda de cañón y las naves con armadura de madera.

Este rey construye la Cámara Santa (Cámara Santa de la Catedral de Oviedo), único resto del recinto palatino que queda en la catedral de oviedo. Es un pequeño edificio de dos plantas, la segunda, el oratorio, reformada en época románica, cuando se añadió la bóveda de cañón, y la primera abovedada, destinada a guardar reliquias. También se construyó la cripta de Santa Leocadia.

También hizo construir cerca de la capital, la iglesia de San Julián de los Prados, o de Santullano, templo espacioso que presenta claramente definidos los caracteres propios de este estilo. Tiene planta basilical de tres naves, separadas por pilares cuadrados que sostienen arcos de medio punto y presenta un transepto con un remarcado alzado. El iconostasio o iconostasis, que separa la parte reservada al clero, del resto del templo, presenta una remarcable similitud con un arco triunfal. Destaca de este templo su grandiosidad y su originalidad que se aparta de modelos visigodos. Pero sin duda, lo que más atrae de este templo es su decoración pictórica, con pinturas al fresco (estucos, con más propiedad) en tres cuerpos superpuestos, anicónicas, con decoración arquitectónica, de claro influjo romano. Se trataría más bien de un templo monástico y no palatino, si bien se reservaba para el rey una tribuna en el transepto.

Pertenecen también a este periodo la iglesia de iglesia de San Tirso y Santa María de Bendones.

Ramirense

Con Ramiro I (842-850) alcanza el Prerrománico asturiano su máxima expresión, a pesar de lo breve de su reinado, representando las construcciones del monte Naranco su mejor exponente. Adopta la planta cuadrada o de cruz griega, el ábside cuadrado, también con ventana, la bóveda de cañón para cubrir todas las naves y los arcos fajones o perpiaños para sostén o refuerzo de las bóvedas.

Empezando por la Iglesia de Santa María del Naranco, diremos que se considera como Salón del Trono o Aula Regia del rey Ramiro (aunque la ausencia de un ábside para ubicar el trono parece dificultar esta utilización), su residencia suburbana y como tal fue restaurada, a partir de su reutilización como iglesia rural. La planta inferior es una sala cubierta con bóvedas, sin ventanas, diferenciada en tres ámbitos: el central para guardia y servidumbre, otro para capilla real privada, y otro con un aljibe; la superior, a la que se accede por unas escaleras de fábrica exteriores, es un gran salón rectangular con bóveda de cañón y arcos fajones o perpiaños, abierto en sus extremos por una triple arcada. La decoración es netamente nórdica o germánica, con arcos muy peraltados y molduras talladas imitando obras en madera u orfebrería.

San Miguel de Lillo era la iglesia palatina de Ramiro I, como lo atestigua su decoración escultórica, y en ella se conservaba un trozo de la Santa Cruz, la reliquia más sagrada del tesoro visigodo. Sus características principales son el abovedamiento, la esbeltez de los soportes y la tribuna destinada al monarca. Tenía tres naves, pero sólo se conservan el pórtico con dos cámaras y el primer tramo de las naves. Debemos destacar las jambas de sus puertas, que posiblemente incluyen una representación del propio monarca, cuya decoración anuncia el periodo románico.

Santa Cristina de Lena, de posible origen visigodo, reformada por Ramiro I. Su característica principal es su iconostasis, formado por tres arcos de piedra sobre cuatro columnas de mármol, con elementos visigodos, que separaba al presbiterio de la nave principal.

Las características de las construcciones que acabamos de enumerar han hecho que algunos autores hablen de prerrománico o protorrománico, y aunque, en efecto, sus formas y soluciones arquitectónicas parecen indicarlo así, lo cierto es que el auténtico románico hispano tuvo unas fuentes distintas.

Postrramirense

Incluimos aquí el reinado de Alfonso III el Magno (866-910), que recibió influencias directas visigodas, debido al contacto con esas construcciones al ser repoblada la península con el avance cristiano y el repliegue musulmán, aunque otros autores hablan de un estancamiento o aislamiento del Prerrománico asturiano.

La Iglesia de San Salvador de Valdediós (siglo IX) es un templo de tres naves cubiertas con cañones axiales, cabecera triple, con cámaras abovedadas por encima de los ábsides cuadrados y pórtico lateral añadido posteriormente, que se convirtió en una constante en la arquitectura hispana; en las ventanas hay calados de piedra con dibujos como las cadenas de las coronas de Guarrazar. Está muy influida por el arte mozárabe.

Santo Adriano de Tuñón poseía una estructura de tres naves, separadas por pilares, pórtico tripartito y cámaras en los extremos de las naves laterales. Este templo es el que más se aparta de las tradiciones del Prerrománico asturiano clásico.

Pertenecen también a este periodo San Salvador de Priesca, Santiago de Gobiendes y San Pedro de Nora, la iglesia de Deva (siglo X), la iglesia de San Salvador de Fuentes (de principios del siglo XI) y otras obras de menor importancia.

Artes menores

Todos estos edificios que acabamos de enumerar estaban profusamente adornados, según consta en algunos viejos dibujos, copiados de sus grandes pinturas murales (de tradición tardorromana), hoy desaparecidas. Tan solo la orfebrería que ha llegado hasta nosotros, toda de carácter religioso, nos ofrece el auténtico panorama de este espléndido arte.

Comenzamos por la Cruz de los Ángeles, que Alfonso II mandó hacer en 808 para la catedral de Oviedo, con una amenazante inscripción: quienquiera que osase quitármela de donde mi libre voluntad la donare, sea fulminado por el rayo divino. Es un relicario en forma de cruz griega, que recuerda prototipos hispanogodos o carolingios, con un disco en el centro; el alma de madera va chapada en oro y engastada en pedrería.

Más grande, elegante y suntuosa es la Cruz de la Victoria, donada por Alfonso III en 908, de estructura similar a la anterior, a la que se añadieron esmaltes. La técnica (de origen bizantino a través de influjos mozárabes) empleada para esta cruz, fue utilizada posteriormente parala famosa Arqueta o caja de las Ágatas, regalo de Fruela II en 910 a la Catedral de Oviedo, caja de madera con ónice, esmaltes en azul y rojo, piedras preciosas y esmaltes de metal, representaciones abstractas que evocan un lujo bárbaro que enlaza con la tradición visigoda aún más directamente que la arquitectura. Otra caja, la Arqueta de la catedral de Astorga evoca aún más la técnica y motivos de la Cruz de la Victoria, si bien se prefirió en esta ocasión la plata dorada, con representaciones de ángeles, el Cordero divino, y el Tetramorfos, entre motivos vegetales.


Mapa del Prerrománico asturiano


 
 

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